Cardenales de EE. UU. en el cónclave del Vaticano: un mosaico de visiones sobre el futuro de la Iglesia
Diez cardenales estadounidenses se preparan para votar por el próximo papa, reflejando la diversidad ideológica que marca a la Iglesia Católica en el siglo XXI
El próximo cónclave en la Capilla Sixtina se perfila como uno de los eventos más importantes en la historia reciente de la Iglesia Católica. Y, como ha ocurrido a lo largo de décadas, los ojos del mundo no se posan solo sobre Roma. Estados Unidos, con 10 cardenales electores entre los 133 con derecho a voto, ocupa un papel protagónico. Solo Italia tiene más electores (17).
En este análisis exploramos quiénes son estos diez cardenales estadounidenses, qué representan dentro de la Iglesia y cómo sus visiones podrían moldear la elección del próximo pontífice y el rumbo del catolicismo global.
El bloque estadounidense: diversidad en vez de uniformidad
A diferencia de lo que podría pensarse, los cardenales de Estados Unidos no conforman un bloque ideológico compacto. De hecho, están divididos entre figuras progresistas, moderadas y tradicionalistas.
Cuatro de ellos están al frente de importantes arquidiócesis dentro del país:
- Timothy Dolan – Arzobispo de Nueva York.
- Blase Cupich – Arzobispo de Chicago.
- Robert McElroy – Recientemente nombrado arzobispo de Washington por el papa Francisco.
- Joseph Tobin – Arzobispo de Newark, Nueva Jersey.
Otros, como Raymond Burke y Kevin Farrell, han pasado buena parte de sus carreras en Roma y representan experiencias vaticanas concentradas. Mientras tanto, obispos retirados como Daniel DiNardo y Wilton Gregory siguen teniendo influencia a pesar de no estar actualmente en el cargo.
Tensiones entre tradición y reforma: el legado de Francisco
Uno de los temas centrales que divide al ala estadounidense es la apertura o resistencia a las reformas impulsadas por el papa Francisco.
Cardenales como Robert McElroy y Joseph Tobin son cercanos al ideario pastoral de Francisco. Ambos son abiertos sobre la inclusión de personas LGBTQ+ dentro de la Iglesia y críticos del uso político del dogma religioso. McElroy ha llamado “incompatible con la doctrina católica” la amenaza de deportaciones masivas a inmigrantes.
Por su parte, Raymond Burke, de Wisconsin, representa el ala más conservadora. Eminente jurista canónico, ha cuestionado repetidamente las reformas sinodales y ha sido retirado de varios cargos por Francisco. Ha argumentado que los políticos favorables al aborto no deben recibir la comunión, postura que ha causado intensos debates dentro del clero estadounidense.
Ficha clave: Blase Cupich y el difícil equilibrio
El arzobispo de Chicago, Blase Cupich, es una figura bisagra. Nombrado cardenal por Francisco en 2016, es visto como un moderado que intenta conciliar doctrina con sensibilidad pastoral. A pesar de sus convicciones tradicionales en temas como el matrimonio y el aborto, ha promovido políticas de apoyo y reforma en respuesta a los escándalos de abuso clerical.
En palabras del propio Cupich: “La Iglesia debe ser un hospital de campaña. Primero sanamos heridas, después ofrecemos dogma”.
Escándalos que persisten: el legado de Wilton Gregory
El ahora retirado Wilton Gregory hizo historia en 2020 al convertirse en el primer cardenal afroamericano. Su nombramiento iba acompañado de una misión clara: limpiar la imagen de la arquidiócesis de Washington tras los escándalos de Theodore McCarrick y Donald Wuerl.
Gregory, quien ha pedido perdón a la comunidad LGBTQ+ por su silencio en momentos difíciles, representó un intento por sanar heridas y recuperar credibilidad. “Pido perdón por no haber tenido la valentía de traer esperanza cuando más se necesitaba”, declaró en una reunión con activistas católicos LGBTQ+.
Kevin Farrell: el poder entre bambalinas
Kevin Farrell, nombrado camarlengo por el Papa Francisco, es el hombre que administra el Vaticano durante la sede vacante: el periodo entre la muerte de un papa y la elección de su sucesor.
Farrell, nacido en Irlanda, fue parte de los Legionarios de Cristo, orden que dejó en los años 80, antes de que estallaran los escándalos sobre abusos por parte de su fundador. Posteriormente, se trasladó a Washington y luego fue obispo de Dallas. Actualmente dirige el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
Aunque poco mediático, es una figura crucial en el funcionamiento institucional del Vaticano. Su discreción y diplomacia lo convierten en una voz respetada dentro del Colegio Cardenalicio.
El escándalo de abusos sexuales: heridas todavía abiertas
El cónclave no se da en un vacío. Uno de los temas transversales es el cumplimiento real de la “tolerancia cero” hacia el abuso clerical.
Recientemente el obispo de Camden, Joseph Williams, declaró que no se opondrá a una gran investigación de jurado en Nueva Jersey sobre denuncias de abuso. Este cambio llega tras años de lucha judicial para bloquear la pesquisa.
Williams resumió su postura con una frase significativa: “Nuestro pueblo necesita escuchar esto, el clero necesita escuchar esto, para que nunca vuelva a suceder”.
En opinión de Mark Crawford, director estatal de la Red de Sobrevivientes de Abusos por Sacerdotes, esta decisión “es lo correcto y por los motivos correctos… pero debió ocurrir hace tiempo”.
¿Puede surgir un papa estadounidense?
Históricamente, ningún papa ha sido estadounidense. Italia, África y América Latina han tenido representantes en el trono de San Pedro. Sin embargo, con la creciente relevancia del catolicismo global —especialmente en África y América del Sur— parece improbable una elección estadounidense.
Aun así, su influencia en el cónclave es real. Estados Unidos es el segundo mayor grupo de electores y algunos cardenales como Dolan, Farrell o Cupich tienen redes de influencia tanto en Roma como en América.
El próximo papa: ¿rumbo a la continuidad o al viraje?
El sucesor de Francisco recibirá una Iglesia fracturada entre la tradición y la reforma, entre las urgencias sociales y las doctrinas centenarias. Los cardenales estadounidenses jugarán un papel decisivo, no solo con su voto, sino como voz simbólica de una Iglesia en el epicentro de los debates culturales contemporáneos.
Lo que suceda en la Capilla Sixtina será más que una elección de liderazgo espiritual: será una declaración sobre el tipo de Iglesia que emergerá en el siglo XXI. ¿Una que abrace los desafíos de una sociedad plural, o una que levante muros doctrinales? El mundo observará.