Protestas en Panamá: ¿Soberanía amenazada o cooperación estratégica?

Miles de panameños se alzan contra un controvertido acuerdo militar con Estados Unidos bajo la administración de Trump

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El acuerdo que encendió la mecha

La firma de un memorando de entendimiento entre Panamá y Estados Unidos ha desatado una ola de protestas lideradas por estudiantes universitarios, sindicatos y organizaciones sociales. El acuerdo, celebrado durante una visita del Secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, otorga acceso a tropas estadounidenses a instalaciones aéreas y navales estratégicas del país centroamericano. Para muchos panameños, constituye una amenaza directa a la soberanía nacional.

Los manifestantes acusan al presidente José Raúl Mulino de actuar a espaldas del pueblo y ceder ante presiones diplomáticas y comerciales. Según el gobierno panameño, el acuerdo "no implica una rendición de soberanía"; sin embargo, los detalles no se hicieron públicos hasta días después de la visita de Hegseth, lo que ha incrementado la desconfianza de la población.

Una historia marcada por la intervención

Para comprender la sensibilidad de los panameños ante un acuerdo de este tipo, es necesario mirar atrás. En diciembre de 1989, Estados Unidos invadió Panamá bajo la operación "Causa Justa" con el pretexto de proteger el Canal y garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Más de 500 civiles panameños murieron, aunque organizaciones locales afirman que la cifra real supera los 3,000 fallecidos.

Esta intervención, que culminó con la captura del entonces líder Manuel Noriega, dejó una huella imborrable. Desde entonces, el concepto de neutralidad y soberanía se ha convertido en pilar de la identidad nacional.

El Tratado Torrijos-Carter, firmado en 1977 y que traspasó el control del Canal de Panamá a manos panameñas en 1999, fue una victoria histórica frente al intervencionismo estadounidense. Por eso, muchos perciben este nuevo acuerdo como un retroceso.

Estudiantes a la vanguardia

El 6 de mayo de 2025, más de 20,000 personas —según datos de organizaciones de derechos humanos— se congregaron en la capital para expresar su rechazo. Las consignas más escuchadas: “Panamá no se negocia”, “Ni bases, ni gringos, Panamá es soberano”.

Uno de los líderes de la protesta, el estudiante universitario Tony Ruiz, declaró: "Sentimos que nuestro presidente actúa contra la voluntad de muchos panameños en temas muy delicados. Está comprometiendo nuestra neutralidad frente al mundo".

Otro manifestante, Jam Allard, agregó: "Somos un país neutral. No podemos tomar partido en conflictos ajenos. Queremos que nuestro país mantenga su soberanía".

¿Un trato desigual?

La controversia adquirió una nueva dimensión tras conocerse que Panamá también acordó explorar formas para que el gobierno estadounidense sea reembolsado por las tarifas que pagan sus barcos navales para transitar por el Canal. La justificación de la administración Trump es que Estados Unidos no debería financiar las tarifas del Canal mientras, supuestamente, se encarga de su defensa.

Además, se reveló que la administración presionó para que el operador con sede en Hong Kong que administra los puertos en ambos extremos del Canal venda sus intereses a un consorcio estadounidense encabezado por BlackRock Inc., lo que para muchos es una muestra clara de imperialismo económico.

La reacción oficial

El Ministro de Relaciones Exteriores de Panamá, Javier Martínez-Acha, intentó calmar los ánimos asegurando que el acuerdo no viola la Constitución ni el Tratado de Neutralidad del Canal. “Los lugares donde podrán ingresar militares y contratistas de EE.UU. seguirán bajo control 100% panameño, y Panamá podrá rescindir el acuerdo con solo seis meses de preaviso”, afirmó.

También insinuó que sectores opositores están instrumentalizando políticamente el tema, pero reconoció que “la prudencia diplomática” busca evitar sanciones similares a las impuestas por Estados Unidos a otros países. “Colaborar con EE.UU. en este caso puede mejorar nuestra seguridad sin afectar nuestras leyes ni soberanía”, dijo durante una conferencia de prensa.

Trump y la geopolítica del Canal

El mandatario estadounidense Donald Trump ha dejado claro su interés estratégico en retomar influencia sobre el Canal de Panamá. En varias declaraciones durante y después de su campaña electoral del 2024, Trump afirmó que EE.UU. “nunca debió haber cedido el control del Canal”. Incluso llegó a sugerir que debería considerar "retomarlo".

Estas declaraciones aumentaron la suspicacia en Panamá, sobre todo teniendo en cuenta la creciente competencia geoestratégica con China. Trump ha criticado la supuesta influencia creciente del país asiático en infraestructura clave de América Latina y ha impulsado acuerdos bilaterales de seguridad para contrarrestarla.

China, Estados Unidos y el nuevo tablero latinoamericano

La creciente presencia de empresas chinas en América Latina ha sido motivo de alarma para los estrategas estadounidenses. En el caso de Panamá, esto se refleja en la administración portuaria, proyectos de infraestructura y hasta sistemas de videovigilancia urbana.

El equilibrio diplomático de Panamá entre estas dos potencias ha sido delicado. El ministro Martínez-Acha reconoció que “la cooperación internacional es necesaria para fortalecer nuestras capacidades”, pero aclara que no deberían verse obligados a “tomar partido entre dos gigantes”.

El debate continúa

Mientras el gobierno se esfuerza por presentar el acuerdo como una “asociación estratégica” y no como una cesión, la ciudadanía sigue atenta. La presión en las calles no muestra señales de disminuir, y muchos sectores están exigiendo que el acuerdo sea sometido a un referéndum nacional.

La historia gravitacional entre Panamá y Estados Unidos continúa generando tensiones. La gestión de esta situación marcará no solo la política exterior panameña, sino también su compromiso con lo que más valoran sus ciudadanos: la soberanía conquistada tras años de lucha.

¿Qué se puede esperar?

  • El Congreso panameño podría solicitar una revisión del acuerdo si la presión social se mantiene.
  • Organizaciones de derechos humanos están empezando a presentar recursos legales contra el memorando.
  • Podrían verse repercusiones diplomáticas si la opinión pública fuerza la anulación del acuerdo.

Lo que es seguro es que, más allá del texto firmado, el sentir del pueblo resuena con fuerza: “Panamá es neutral, Panamá es soberano”. La pregunta ahora es si el gobierno dejará escuchar esa voz.

Fuente: Información recopilada de declaraciones oficiales, medios latinoamericanos e informes de ONG defensoras de la soberanía nacional.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press