Rwanda, migración y derechos humanos: ¿el nuevo destino de los deportados de EE. UU.?

Tras el colapso del pacto con Reino Unido, Kigali explora un acuerdo con EE. UU. mientras enfrenta duras críticas por su historial en derechos humanos

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Rwanda y la nueva era de acuerdos migratorios

Desde la caída de su acuerdo con el Reino Unido, Rwanda vuelve a estar bajo el ojo público con negociaciones similares, esta vez con la administración Trump en EE. UU. Medios locales y autoridades del país africano han confirmado que se encuentran en una etapa temprana de conversaciones con Washington sobre un posible acuerdo para recibir migrantes deportados desde territorio estadounidense.

Este nuevo intento de reposicionar a Rwanda como destino para migrantes genera tanto intriga geopolítica como indignación entre grupos defensores de los derechos humanos. ¿Puede un país con un pasado devastador y un presente autoritario convertirse en refugio para quienes buscan un mejor futuro?

Un modelo ya intentado (y fracasado)

En 2022, Rwanda y el Reino Unido firmaron un polémico pacto que contemplaba el envío de migrantes indocumentados británicos a territorio ruandés. Bajo ese plan, las solicitudes de asilo serían procesadas allí mismo, y, si eran aprobadas, los migrantes podrían quedarse a vivir en el país de África Oriental.

Sin embargo, este acuerdo nunca entró en vigor. Los tribunales británicos bloquearon su implementación tras una serie de demandas y una fuerte oposición de organizaciones humanitarias internacionales. Según estas críticas, era éticamente inaceptable enviar individuos a más de 6.000 kilómetros de distancia, a un país en el que no deseaban vivir.

El gobierno británico invirtió 700 millones de libras (unos $904 millones) en un plan del cual nunca despegó un solo vuelo. De esa cantidad, 290 millones se transfirieron directamente a Rwanda, que posteriormente se negó a reembolsar los fondos.

Un «compromiso con las soluciones migratorias»

Olivier Nduhungirehe, ministro de Relaciones Exteriores de Rwanda, sostuvo que estas conversaciones con EE. UU. son coherentes con el compromiso sostenido por el país en torno a soluciones migratorias reales. En entrevista con medios estatales ruandeses, confirmó que es apenas el inicio de un posible acuerdo, sin dar mayores detalles.

Por su parte, el Departamento de Estado norteamericano no ha comentado oficialmente sobre la iniciativa, aunque reiteró que la cooperación con gobiernos extranjeros es “clave en la política migratoria de EE. UU.”

La propuesta parece contemplar estipendios económicos y programas de integración laboral para los migrantes deportados, aunque los términos aún no están claros.

¿Por qué Rwanda está interesada?

Pese a ser uno de los países más densamente poblados de África, Rwanda se presenta como un ejemplo de estabilidad bajo la presidencia de Paul Kagame. Desde que asumió el poder tras el genocidio de 1994, Kagame ha cultivado una imagen internacional de eficacia y orden, ideal para atraer inversiones y alianzas internacionales.

No obstante, esta estabilidad ha sido duramente cuestionada por organizaciones de derechos humanos. El gobierno ruandés ha sido acusado de represión sistemática de disidentes, asesinatos extrajudiciales, y hasta secuestros en el extranjero de opositores, como el del residente estadounidense Paul Rusesabagina en 2020.

Rwanda y su historial con refugiados

No es la primera vez que Rwanda ofrece albergar migrantes rechazados. En 2019, Kigali firmó un acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para recibir migrantes evacuados de Libia. Muchos de ellos habían sufrido torturas, violaciones y abusos mientras intentaban huir hacia Europa.

El centro de tránsito de Gashora tiene capacidad para unas 700 personas, y hasta finales de 2023, más de 2.400 migrantes habían sido recibidos temporalmente, según cifras del ACNUR. La mayoría esperaban ser reubicados en terceros países, aunque algunos optaron por pedir asilo en Rwanda.

La incógnita estadounidense

A diferencia del acuerdo con Reino Unido, las conversaciones actuales con EE. UU. están aún en fase preliminar. No se han revelado detalles sobre duración del programa, apoyo económico por parte de Washington, ni derechos de los deportados.

Sin embargo, se especula que aceptar deportados podría mejorar las relaciones bilaterales de Rwanda con EE. UU., especialmente en un momento en el que enfrentan tensiones con varios países occidentales debido a su participación armada en el conflicto en el este de República Democrática del Congo.

¿Una violación al derecho internacional?

Expertos en migración y regulaciones internacionales han advertido que acuerdos como el propuesto podrían violar la Convención de Refugiados de 1951, que exige que los países proporcionen refugio seguro y no trasladen a refugiados a naciones donde sus derechos no estén garantizados.

“Enviar forzosamente a migrantes a un tercer país sin su consentimiento podría constituir una forma de expulsión o deportación arbitraria”, señaló Gillian Triggs, Alta Comisionada Adjunta de Protección para ACNUR.

El silencio frente a abusos documentados

Las preocupaciones sobre el respeto a los derechos fundamentales en Rwanda han sido documentadas por diversas organizaciones:

  • Amnistía Internacional ha denunciado desapariciones forzadas y asesinatos selectivos contra críticos del régimen de Kagame.
  • Human Rights Watch ha registrado la detención y tortura de mendigos, vendedores ambulantes y otros “indeseables sociales”.
  • El Informe Mundial 2023 señala que en Rwanda hay clausura de medios independientes y represión organizada contra periodistas.

Estas denuncias contrastan con la imagen diplomática que el país intenta proyectar. En respuesta, el gobierno ruandés ha calificado tales informes como “malsanos ataques contra su soberanía”.

¿Un experimento ético o geopolítica deshumanizante?

Analistas internacionales como Jeffrey Crisp, experto en políticas de migración, afirman que este tipo de acuerdos pueden parecer soluciones prácticas al problema migratorio, pero encubren una lógica profundamente deshumanizante. “Transforman a las personas en archivos a reubicar, no en seres humanos con derechos y aspiraciones legítimas.”

Por otra parte, opositores dentro de EE. UU. argumentan que, más que desincentivar la migración irregular, la externalización del problema solo prolonga el sufrimiento de quienes ya huyeron de contextos de violencia y pobreza extrema.

Rwanda y sus intereses estratégicos

Más allá del aspecto humanitario, Rwanda podría estar buscando posicionamiento internacional. aceptar a migrantes deportados puede traducirse en préstamos, acceso a tecnologías, cooperación militar o simplemente reconocimiento diplomático.

En el pasado, Kagame ha utilizado su alianza con potencias extranjeras para aislar a la oposición interna y solidificar su imagen como un “líder eficiente” en África.

Este eventual nuevo acuerdo fortalecería esa estrategia exterior. Pero al mismo tiempo, lo expone a un nuevo escrutinio sobre cómo manejará a los migrantes en su territorio.

Un espejo para Occidente

Finalmente, la discusión en torno a Rwanda y los migrantes refleja lo que muchos califican como la hipocresía de las potencias occidentales. Si bien promueven los derechos humanos desde la tribuna internacional, optan por deslocalizar los efectos de sus políticas y fallos migratorios a países en vías de desarrollo, transfiriendo no solo personas, sino también los dilemas éticos que ellos mismos no quieren confrontar.

En palabras de Hannah Arendt: “El problema con los refugiados comienza cuando nadie quiere hacerse cargo de ellos, pero tampoco verlos.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press