80 años del fin del nazismo: una mirada histórica al Día de la Victoria en Europa
El 7 de mayo de 1945 se firmó la rendición incondicional de la Alemania nazi: una crónica de la semana más significativa del siglo XX
Un día que cambió el mundo: el 7 de mayo de 1945
El 7 de mayo de 1945, en una escuela roja de la ciudad francesa de Reims, la Alemania nazi firmó su rendición incondicional ante los Aliados, marcando el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa. El general Alfred Jodl, jefe del Estado Mayor del Alto Mando alemán, entregó el destino de su nación en manos de los vencedores. Esta firma fue presenciada por 17 corresponsales y marcó un antes y un después en la historia contemporánea.
A 80 años de ese momento crucial, repasamos los eventos, emociones y consecuencias de esa semana que concluyó con el ocaso del Tercer Reich y el comienzo de un nuevo orden mundial.
Edward Kennedy y el scoop que desafió al poder
Uno de los aspectos más fascinantes de esta historia fue el papel del reportero Edward Kennedy. Corresponsal de guerra de Associated Press, Kennedy fue testigo presencial de la firma de la rendición. A pesar de que los Aliados habían acordado suprimir el anuncio para permitir una segunda ceremonia en Berlín ante Stalin, Kennedy decidió no esperar. Difundió la noticia desafiando la censura impuesta por razones políticas.
Esta decisión le costó su carrera. Fue despedido y condenado públicamente. Sin embargo, en 2012, AP reconoció su error y se retractó. “El mundo tenía que saber”, afirmó entonces el presidente de la agencia, Tom Curley. ¿Fue un acto de rebeldía o integridad periodística? Sea como sea, Kennedy se convirtió en un símbolo de la lucha por la verdad.
Las palabras de Jodl: una súplica estéril
Tras firmar los documentos, Jodl tomó la palabra con voz suave y rostro inexpresivo:
“Con esta firma, el pueblo y las fuerzas armadas alemanas quedan, para bien o para mal, en manos de los vencedores. En esta guerra que ha durado más de cinco años, ambos han logrado y sufrido más que quizás cualquier otro pueblo en el mundo. Expreso la esperanza de que el vencedor los trate con generosidad.”
La respuesta no fue verbal. Solo un silencio sepulcral y la mirada helada de los generales de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Unión Soviética, quienes conocían bien el horror que las fuerzas nazis habían dejado en su paso: campos de concentración, crueldad desmedida y ciudades arrasadas.
Berlín: la ciudad fantasma
El periodista Harold King describió Berlín como “una ciudad de muertos”. Según su crónica del 10 de mayo de 1945:
“La ciudad está literalmente irreconocible. Desde la puerta de Brandenburgo, todo en un radio de dos a cinco millas está destruido. El Alexanderplatz, donde se encontraba la sede de la Gestapo, es un desierto de ruinas calcinadas.”
Los únicos con apariencia humana eran los soldados soviéticos, mientras mujeres y niños buscaban agua entre escombros. Desplazados de todas partes de Europa caminaban como espectros, impulsados por un instinto de regreso más que por un rumbo claro.
Celebraciones mundiales
Mientras Europa quemada lloraba y sobrevivía, las capitales del mundo celebraban:
- Roma: las campanas de la Basílica de San Pedro repicaron al conocer la noticia.
- Londres: millones llenaron calles como Piccadilly Circus o Westminster. Se descorchó el champán escondido desde los años del racionamiento. Una comparación decía que este júbilo eclipsó incluso al del armisticio de 1918.
- Washington: multitudes frente a la Casa Blanca esperaban la declaración del presidente Truman.
- Tokio: por el contrario, la guerra seguía. Japón aún no se rendía, y el conflicto en el Pacífico continuaría hasta agosto, culminando con las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Truman y el día después
El presidente Harry Truman, que apenas llevaba semanas en el cargo tras la muerte de Franklin D. Roosevelt, se dirigió a una nación que oscilaba entre el duelo por sus muertos y la alegría del fin del conflicto. El 8 de mayo se celebró oficialmente el Día de la Victoria en Europa, conocido como V-E Day por sus siglas en inglés (Victory in Europe Day).
En esta fecha, líderes como Winston Churchill y Charles de Gaulle pronunciaron discursos de triunfo, aunque todos sabían que aún quedaba el capítulo japonés del conflicto.
Algo más que una victoria militar
El final de la Segunda Guerra Mundial en Europa supuso la caída del régimen más brutal del siglo XX. Culminó también el Holocausto, que había exterminado a seis millones de judíos, entre muchas otras víctimas. La victoria no fue simplemente militar, sino también moral. Hitler estaba muerto. El Tercer Reich era historia.
El reparto del mundo: los inicios de la Guerra Fría
Pero esta paz fue incompleta. Muy pronto quedaría claro que el mundo emergía dividido. Ya se anticipaban tensiones entre las potencias vencedoras. La línea del Elba, donde se aquietaban las tropas estadounidenses y soviéticas, se convirtió en un símbolo de separación que más adelante cristalizaría en el muro de Berlín y en la Guerra Fría.
Stalin impuso una segunda rendición en Berlín el 9 de mayo, lo cual hizo que los países del Este conmemorasen esa fecha. Así, hasta hoy, Rusia sigue celebrando el Día de la Victoria un día después que Occidente.
Desplazados, reconstrucción y Nuremberg
El conflicto dejó a más de 60 millones de muertos y millones de desplazados. El mundo enfrentaba ahora el reto de reconstruirse. Alemania fue dividida, los juicios de Nuremberg juzgaron a los criminales nazis, y surgieron nuevas instituciones internacionales, como la ONU, para evitar futuras catástrofes.
Recordar para no repetir
Ocho décadas después, las cicatrices de la guerra aún son visibles. Berlín ha sido reconstruida, pero la memoria permanece. Las imágenes de destrucción, las voces de los testigos y las decisiones valientes —como la de Edward Kennedy— nos recuerdan que relatar los hechos, aún contra el poder, es fundamental para conocer la verdad.
Como dijo el escritor Primo Levi, sobreviviente de Auschwitz: “Ocurrió, luego puede volver a ocurrir.”
Hoy, que vivimos en un mundo nuevamente polarizado y amenazado por extremismos, vale la pena recordar los horrores del pasado y valorar la democracia, la paz y la libertad conquistadas con tanto sacrificio.