Día de la Victoria en Rusia: ¿Recuerdo glorioso o herramienta geopolítica de Putin?
Cómo el Kremlin ha transformado el legado de la Segunda Guerra Mundial en un arma de propaganda en medio del conflicto con Ucrania y el acercamiento con China
El peso simbólico del 9 de mayo en Rusia
Cada 9 de mayo, Rusia detiene su respiración para conmemorar el Día de la Victoria, la jornada que celebra la derrota de la Alemania nazi en 1945. Este día es mucho más que un feriado nacional: es un acto de reafirmación patriótica, un espectáculo militar y una vitrina política cuidadosamente diseñada. Con más de 27 millones de muertos durante la guerra, conocida en Rusia como la Gran Guerra Patriótica, la victoria soviética representa una herida dolorosa y, al mismo tiempo, un motivo de orgullo colectivo. Calles adornadas con pancartas, desfiles con misiles nucleares, aviones cazas sobrevolando el Kremlin y fotografías de veteranos son parte de un ritual anual que rinde homenaje al sacrificio, pero también al aparato ideológico del Estado.Putin: el custodio autoproclamado del legado soviético
Vladimir Putin ha gobernado Rusia durante 25 de los 80 años desde que terminó la Segunda Guerra Mundial. Y pocos líderes han capitalizado tan hábilmente el simbolismo de esa victoria como él. En sus declaraciones, Putin ha asegurado que "el sacrificio soviético fue el principal y más crucial para derrotar al nazismo", una narrativa que refuerza su visión del mundo. Comparando cifras, el Reino Unido perdió aproximadamente 1 de cada 127 ciudadanos durante la guerra, y Estados Unidos 1 de cada 320. En contraste, la Unión Soviética perdió 1 de cada 7 ciudadanos. En una carta publicada en 2020, Putin escribió: “Sea cual sea lo que otros intenten reescribir hoy, fue la Unión Soviética la que quebró la espalda de la máquina militar nazi.” Este relato, que apela a la memoria nacional, también está cargado de objetivos actuales. Desde inicios de la invasión completa a Ucrania en 2022, el Kremlin ha recurrido a paralelismos entre esa confrontación y la lucha contra el nazismo.Una guerra personal: los recuerdos de Putin
Putin ha contado en diversas ocasiones una historia muy personal sobre la guerra: su hermano, Viktor, murió durante el asedio nazi a Leningrado, y su madre, Maria, estuvo a punto de morir de inanición y fue dada por muerta por funcionarios de salud hasta que su esposo —el padre de Putin— la salvó literalmente de ser enterrada viva. “Fue el lugar donde mi madre milagrosamente logró sobrevivir”, escribió Putin. Estos recuerdos, personales y dolorosos, no son anecdóticos: son parte del discurso político del presidente, reciclados para justificar sus decisiones actuales.La guerra de Ucrania y la instrumentalización del pasado
Cuando Rusia lanzó su invasión a gran escala contra Ucrania el 24 de febrero de 2022, Putin alegó que era una operación para la “desnazificación” del vecino país, gobernado paradójicamente por un presidente judío: Volodymyr Zelenskyy. El Kremlin ha centrado su justificación en dos columnas históricas:- La persistencia de figuras nacionalistas ucranianas como Stepan Bandera, que colaboraron con la Alemania nazi.
- La supuesta amenaza de agrupaciones neonazis dentro del aparato político ucraniano, una narrativa ampliamente refutada por observadores internacionales.
Una celebración nacional… y militar
Cada 9 de mayo, la Plaza Roja de Moscú se convierte en una manifestación de fuerza. Miles de soldados marchan marcialmente mientras desfilan sistemas de misiles intercontinentales y tanques pesados. Aviones de combate surcan el cielo con estelas tricolores y, en paralelo, se realizan desfiles en decenas de ciudades de la Federación Rusa. Pero esta conmemoración podría decirse que ha mutado de homenaje a mensaje geopolítico: una expresión coreografiada del poderío militar ruso. A esto se suman las movilizaciones populares como el "Regimiento Inmortal", en el que ciudadanos comunes cargan retratos de parientes que lucharon en la guerra, caminando en procesiones sincronizadas que parecen, a veces, coreografías cívico-militares.China como aliado estratégico, invitado de honor
Este año, Vladimir Putin no estuvo solo en la tribuna. A su lado se encontró Xi Jinping, presidente de China, como “invitado principal” en las celebraciones. En un momento en que Rusia se encuentra cada vez más aislada por Occidente, la presencia de Xi es un claro mensaje al mundo: Moscú aún tiene aliados poderosos. Ambos líderes han mantenido más de 40 reuniones bilaterales en los últimos años, consolidando una alianza estratégica que desafía abiertamente las reglas del orden liberal internacional. Rusia se ha convertido en el principal proveedor de petróleo y gas de China, y recibe tecnología y maquinaria que eluden las sanciones occidentales. Aunque Beijing no ha entregado armamento para la guerra en Ucrania, ha respaldado diplomáticamente a Moscú e incluso ha culpado a Occidente de “provocar” el conflicto.El contraste desde Taiwán: otra batalla contra el autoritarismo
Mientras Putin celebraba la victoria de 1945 junto a Xi, el presidente de Taiwán, Lai Ching-te, pronunciaba un discurso que vinculaba esa fecha con los peligros actuales de agresión militar por parte de China. Taiwán celebró por primera vez oficialmente el Día de la Victoria en Europa, subrayando que "la paz no tiene precio y la guerra no tiene ganadores". Lai advirtió sobre sabotajes a las infraestructuras bajo el mar, desinformación extranjera durante procesos electorales y presiones económicas como parte de un “bloque autoritario” en expansión. Si bien la República Popular China luchó junto a los Aliados en Asia, hoy su rol amenaza la seguridad en el estrecho de Taiwán. El gobierno de la isla, heredero del régimen nacionalista que combatió al Japón imperial, pide ahora a democracias liberales mayor atención ante los síntomas previos al conflicto.Una victoria antiquísima como lección contemporánea
El Día de la Victoria en Moscú sirve cada vez más como espejo de las tensiones globales. El Kremlin ha transformado un recuerdo de sacrificio en una herramienta de influencia, fusionando memoria y poder en un espectáculo diseñado para sostener su narrativa interna y su legitimidad internacional. En palabras del propio Putin: “Siempre recordaremos el alto precio que nuestro pueblo pagó por la victoria”. Sin embargo, la pregunta pendiente es si ese recuerdo genuino está siendo manipulado para justificar agresiones que poco tienen que ver con la libertad y sí mucho con la autoritaria imposición de fuerza. ¿Es este realmente un día de paz o la puesta en escena de una guerra ideológica que apenas comienza? Este artículo fue redactado con información de Associated Press