La escasez silenciosa en las torres de control: Fatiga, vuelos limitados y un cielo sobrecargado

Una mirada profunda a la crisis de controladores aéreos en EE. UU., sus implicaciones y cómo llegó a este punto

Una tormenta en el cielo americano

Una de las profesiones más críticas pero invisibles en el sistema de transporte aéreo de Estados Unidos se encuentra al borde del colapso. Nos referimos a los controladores de tráfico aéreo, quienes se sientan en lo alto de las torres de los aeropuertos o en los centros de radar, guiando a miles de aeronaves por un cielo cada vez más abarrotado. Aunque la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) ha intensificado la contratación, la situación sigue siendo apremiante: faltan aproximadamente 3,000 controladores para cubrir plenamente la demanda actual del sistema aeroportuario estadounidense.

Cifras que no despegan

Actualmente, hay alrededor de 14,000 controladores activos en el país. En 2024 se contrató a más de 1,800 nuevos controladores, lo que representó el mayor esfuerzo de contratación en casi una década. Sin embargo, las cifras no cuentan toda la historia. La formación de un nuevo controlador puede tomar hasta tres años y solo el 10% de los solicitantes logra superar el riguroso proceso de selección y entrenamiento. Así, aunque las cifras de contratación pueden parecer alentadoras, la realidad es que el déficit sigue siendo alarmante.

Consecuencias en la operación aérea

La consecuencia inmediata de esta escasez es el agotamiento del personal existente. Muchos controladores trabajan horas extras obligatorias, a menudo seis días a la semana, lo que ha generado serias preocupaciones sobre la fatiga mental y física. La FAA ha tenido que intervenir, obligando a aumentar los periodos mínimos de descanso entre turnos. Aun así, en zonas de tráfico alto como Nueva York y Florida, se han limitado los vuelos debido a la falta de personal en las torres de control. Esto, a su vez, ha repercutido en mayores retrasos, cancelaciones y un sistema al borde de la saturación.

Fatiga y errores humanos: una combinación peligrosa

El ambiente estresante y la fatiga han tenido consecuencias concretas. Durante el primer semestre de 2024, se reportaron al menos doce incidentes graves de cuasi colisión en aeropuertos importantes como el JFK de Nueva York y el aeropuerto de Miami. En muchos casos, los errores fueron atribuibles al cansancio extremo de los controladores. El sindicato de controladores, National Air Traffic Controllers Association (NATCA), ha advertido durante años sobre estos peligros.

"Estamos operando con un margen de seguridad increíblemente estrecho. Esto no es sostenible", dijo el presidente de NATCA, Rich Santa, ante el Congreso en mayo de 2024.

¿Por qué faltan tantos controladores?

Ser controlador de tráfico aéreo no es solo un trabajo técnico; es una labor de alta presión y con horarios impredecibles. El déficit se debe a una combinación de factores:

  • Alta tasa de deserción: casi un tercio de los candidatos no termina el programa de formación.
  • Jubilación obligatoria: los controladores deben retirarse a más tardar a los 56 años, lo que implica una constante rotación.
  • Entrenamiento largo: entre formación académica y experiencia práctica, el proceso puede tardar de 2 a 3 años.
  • Restricciones de edad: ningún nuevo aspirante puede tener más de 31 años al iniciar el entrenamiento.

¿Cómo se llega a ser controlador?

La mayoría entra a través de la Academia de la FAA en Oklahoma, donde pasan varios meses en un riguroso proceso de capacitación. Alternativamente, algunos candidatos provienen del ejército o de universidades que ofrecen programas acreditados. Una vez finalizado este paso, comienzan como controladores en desarrollo en torres o centros de radares y, tras uno o dos años de experiencia práctica, alcanzan la certificación total.

Los requisitos para entrar en el programa son estrictos: ser ciudadano estadounidense, estar por debajo de los 31 años, aprobar un examen médico, una prueba de habilidades cognitivas y una verificación de antecedentes. A pesar de los incentivos actuales, como bonos de retención y mejores condiciones laborales, la tasa de éxito en las convocatorias sigue siendo baja.

Una crisis anunciada

Esto no es nuevo. En 2015, el sindicato de controladores ya había advertido al Congreso que la FAA había fallado en sus objetivos de contratación por cinco años consecutivos. En 2023, NATCA declaró que el número de controladores certificados era un 10% menor que el registrado diez años antes. Una tormenta perfecta acumulada con el tiempo.

La respuesta gubernamental

La administración Trump, al reconocer la magnitud del problema, lanzó en 2025 un plan para "supercargar" la fuerza laboral de controladores. Esto incluyó:

  • Aceleración de los procesos de contratación.
  • Bonificaciones a controladores para retrasar su jubilación.
  • Campañas de promoción para atraer a más jóvenes al campo.

Sin embargo, el propio secretario de Transporte, Sean Duffy, admitió que el programa tomará al menos 3 o 4 años para cubrir la actual necesidad.

El futuro del tráfico aéreo: ¿nubes despejadas?

La situación es una carrera contra el tiempo. El tráfico aéreo no disminuye. Según la FAA, el número de pasajeros diarios superó los 2.5 millones en junio de 2024, una cifra que sigue creciendo tras la recuperación post-pandemia. Sin una capacidad adecuada para coordinar esos vuelos, los riesgos aumentan dramáticamente.

Una posible solución a largo plazo radica en la automatización parcial de ciertos procesos, con IA y sistemas de navegación digital. Sin embargo, eso no reemplaza el juicio y experiencia humana en situaciones críticas. La seguridad aérea depende, en última instancia, de ojos y cerebros humanos entrenados que tomen decisiones bajo presión.

Mientras tanto, la presión sigue aumentando. Las aerolíneas piden más vuelos, los aeropuertos están más llenos y los viajeros exigen puntualidad y seguridad. Un error de cálculo podría tener consecuencias catastróficas. Como dijo Charles Lindbergh: “Volar no es peligroso. Lo peligroso es confiarse mientras se vuela.”

Estados Unidos se enfrenta así no solo a una crisis de personal, sino a una encrucijada de prioridades en su estructura aérea. ¿Podrá el país despegar sin sobresaltos o aterrizará abruptamente por falta de personal crítico? Mientras no se aborde estructuralmente el problema, el margen de error en los cielos seguirá reduciéndose.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press