Toreros y Tradición: El Debate Existencial sobre la Tauromaquia en la México Moderna
Mientras la Ciudad de México prohíbe las corridas de toros, los matadores defienden su arte con pasión, fe y sangre
La reciente decisión de los legisladores de la Ciudad de México de prohibir las corridas de toros ha reavivado un debate nacional sobre el alma de una tradición que despierta tanto pasión como rechazo. Desde las plazas de toros donde los vítores estallan al compás del clarín, hasta los movimientos por los derechos animales que condenan su existencia, la tauromaquia se encuentra hoy en una encrucijada histórica.
Una herencia familiar marcada por la muerte
Diego Silveti, uno de los apellidos más resonantes del toreo mexicano, encarna la complejidad del tema. Heredero de una dinastía de matadores, Silveti no sólo defiende su arte con la técnica del capote, sino con un convencimiento casi espiritual. “Estoy dispuesto a perder la vida si es necesario”, declaró rotundamente. “Por mi legado, por mi significado, por lo que Dios ha mandado que haga”.
Silveti, al igual que otros toreros, no ve su profesión como un entretenimiento violento, sino como una vocación, una entrega al rito ancestral del enfrentamiento entre el hombre y la bestia, entre la vida y la muerte, entre lo apolíneo y lo dionisíaco. En su habitación, su capote bordado con la imagen de la Virgen de Guadalupe es símbolo de protección divina y legado cultural.
¿Arte, deporte o barbarie?
La tauromaquia tiene defensores apasionados que la consideran una de las expresiones artísticas más profundas del mundo hispano. El escritor español Federico García Lorca afirmó una vez que "el toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, y la más culta". En México, esta herencia se ha entrelazado con la cultura popular desde hace siglos, especialmente en regiones como Aguascalientes, Guadalajara y Tlaxcala.
Sin embargo, el avance de los movimientos por los derechos de los animales ha redefinido la percepción pública de la tauromaquia. Para muchas personas, el hecho de que un animal sea herido y muerto por entretenimiento resulta inaceptable. Organizaciones como AnimaNaturalis y PETA han intensificado sus campañas en redes sociales, visibilizando en detalle las heridas letales que sufren los toros de lidia. Según datos de la Asociación Internacional de Tauromaquia, más de 20,000 toros mueren cada año en espectáculos taurinos alrededor del mundo, 6,000 de ellos en ruedos mexicanos.
¿Qué significa la prohibición en CDMX?
La decisión del Congreso de la Ciudad de México se suma a una tendencia creciente en Latinoamérica. Bogotá (Colombia) y Quito (Ecuador) ya han restringido este tipo de espectáculos, mientras que en países como Argentina y Uruguay están prohibidos por completo. En México, aunque la ley aún permite las corridas en otros estados, el hecho de que la capital haya tomado medidas tan radicales establece un precedente con peso simbólico.
La CDMX se convierte así en la primera megaciudad en Latinoamérica en prohibir completamente la tauromaquia, algo que podría influenciar decisiones similares en otras urbes mexicanas. Cabe destacar que la Arena México tiene una capacidad de 41,000 espectadores y ha sido sede de eventos taurinos desde 1946. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las corridas generan ingresos por más de 500 millones de pesos anuales en la capital.
Impacto en el empleo y la economía rural
La ganadería de toros bravos, la confección de trajes, la manufactura artesanal de capotes y espadas, así como los espectáculos mismos, involucran a decenas de miles de trabajadores directos e indirectos. Para muchas familias en el campo mexicano, especialmente en los estados de San Luis Potosí, Hidalgo y Zacatecas, criar toros de lidia es una fuente económica vital. La Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia (ANCTL) estima que al menos fifty ranchos ganaderos están en peligro de desaparecer si se expande la prohibición.
“Prohibir las corridas sin un plan de transición viable es condenar al desempleo a miles de mexicanos”, afirma Santiago Téllez, presidente de la ANCTL. Además, argumenta que estos toros no pueden ser adaptados fácilmente a otras industrias —ni consumo ni uso laboral— debido a su agresividad, seleccionada cuidadosamente por siglos de crianza.
Dimensión religiosa y cultural
Más allá de lo económico, el toreo comparte una relación simbiótica con el imaginario cultural mexicano. En muchas fiestas patronales, las suertes taurinas forman parte del ritual religioso, especialmente en comunidades rurales. El capote bordado con la Virgen de Guadalupe, los rezos previos en la capilla de la plaza, la bendición del hierro del estoque: todo eso configura un universo donde lo sagrado y lo profano se entrelazan.
En palabras del sociólogo argentino Carlos Feijoo: “El toreo es una forma de religión laica. Tiene mártires, santos (los grandes toreros), ritos y púlpitos como las arenas”.
Repercusiones internacionales
España, Francia y Portugal han seguido de cerca la noticia de la prohibición mexicana. La Unión de Criadores de Toros de Lidia en España expresó preocupación ante lo que considera un retroceso cultural. “Cuando se prohíbe una tradición como el toreo lo que se pone en juego es el derecho de los pueblos a mantener su herencia cultural”, expresó en un boletín reciente.
Mientras tanto, en Sudamérica, países como Perú y Venezuela siguen defendiendo la práctica. La Plaza de Acho en Lima —la más antigua de América, inaugurada en 1766— sigue siendo epicentro de uno de los circuitos taurinos más vibrantes del continente.
¿Una evolución o una extinción?
Frente a estas tensiones, algunas voces piden una reconversión del espectáculo antes que su eliminación. Existen iniciativas como el “toreo sin sangre” que han comenzado a ganar terreno en Europa, donde se sustituye el estoque por una manera simbólica de dar muerte al animal, manteniendo así los aspectos artísticos y dramáticos sin implicar sufrimiento o muerte.
No obstante, muchos matadores rechazan estas propuestas al considerar que “sin muerte no hay verdad”. El acto final, aseguran, es donde se concentra el sentido ético del toreo: si el matador no arriesga su vida ni enfrenta a la muerte, entonces lo que queda es una mera representación sin alma.
Silveti y el alma del ruedo
Volviendo a Diego Silveti, su rostro en el ruedo es una sinfonía de emociones. Gira despacio, saborea el polvo de la plaza, escucha los oles, y al final —si su faena ha sido perfecta— los premios: orejas, rabo y gloria eterna. Pero fuera de la arena, sabe que su mundo está bajo asedio.
“Si México abandona el toro, no sé qué identidad nos va a quedar. Esto es más que arte. Es nuestra historia”, afirma mientras alista su montera.
El futuro del toreo en México está en juego, no sólo en las leyes de los congresos, sino en la batalla cultural por el alma de la nación. Entre pasiones, sangre, ternura e identidad, la tauromaquia sigue viva, sigue herida, pero no ha sido derrotada.