El silencio y la sangre: las masacres del 8 de mayo de 1945 en Argelia que Francia aún no reconoce
Mientras Europa celebra la victoria contra el nazismo, Argelia recuerda el precio de su propio V-E Day: más de 45.000 muertos en manos del colonialismo francés
El otro 8 de mayo: libertad para algunos, muerte para otros
Mientras Europa conmemora el Día de la Victoria sobre el fascismo cada 8 de mayo con desfiles, flores y discursos sobre la libertad, en Argelia la fecha evoca un capítulo trágico que marcó el inicio del fin del colonialismo francés en el norte de África. El 8 de mayo de 1945, decenas de miles de argelinos salieron a las calles de ciudades como Sétif, Guelma y Kherrata con banderas y consignas exigiendo democracia, derechos y el fin de la opresión colonial. Su recompensa: una masacre sistemática que algunos historiadores han calificado como el verdadero prólogo de la guerra de independencia.
Mientras en París se celebraba la victoria aliada y Charles de Gaulle proclamaba en la radio que “la causa de la libertad y la justicia ha triunfado”, en las calles argelinas reinaban las balas, los bombardeos y las ejecuciones sumarias. Según cifras oficiales francesas, fueron cerca de 3.000 muertos. Para el Estado argelino, la cifra asciende a más de 45.000 asesinados.
El contexto colonial: promesas rotas y ciudadanos de segunda
Argelia era entonces un “departamento francés”, pero eso no significaba igualdad. La ciudadanía plena solo estaba reservada para los pieds-noirs —colonos europeos—, mientras que la mayoría musulmana vivía bajo leyes coloniales discriminatorias. A pesar de que más de 500.000 soldados africanos —desde Argelia, Senegal, Marruecos y Madagascar— habían combatido en la Segunda Guerra Mundial del lado francés, los combatientes musulmanes, conocidos como tirailleurs, regresaron a sus tierras para encontrar el mismo racismo y la exclusión estructural de siempre.
Muchos de ellos confiaban en que su contribución a la guerra les ganaría derechos. Pero la historia fue otra: la represión se profundizó. Según declaró recientemente el presidente argelino Abdelmadjid Tebboune, las masacres del 8 de mayo fueron “una prueba irrefutable del carácter genocida del colonialismo francés”.
Así comenzó la masacre
En Sétif, el epicentro de las protestas, todo comenzó con una serie de manifestaciones pacíficas lideradas por jóvenes y veteranos del Frente Islámico. Al grito de "Viva la Argelia libre", los asistentes exigían el respeto a los derechos prometidos al final de la guerra. Pero la policía francesa abrió fuego contra la multitud. Lo que siguió fue una ola de violencia que escaló rápidamente.
En respuesta a los disturbios, Francia desplegó una ofensiva brutal: bombardeos aéreos, ejecución de rehenes, destrucción de aldeas enteras. Se documentaron torturas, detenciones masivas y desapariciones. Las cifras oficiales francesas han sido cuestionadas durante décadas por su minimización del horror.
Un número pendiente: ¿cuántos murieron?
La discrepancia en el número de víctimas es uno de los principales puntos de tensión entre Argelia y Francia. Mientras que académicos y periodistas de ambas naciones han tratado de reconstruir la magnitud del desastre, el desacuerdo persiste.
- Cifra oficial francesa: entre 1.500 y 3.000 muertos argelinos.
- Cifra oficial argelina: 45.000 muertos.
- Estudios independientes: oscilan entre 15.000 y 30.000 muertos.
“Lo que ocurrió en Sétif no fue simplemente una represión, fue una limpieza étnica de carácter simbólico”, declaró Mohamed Ferrad, historiador argelino especializado en historia colonial.
Memoria y luchas compartidas
Este desengaño no fue exclusivo de los argelinos. En muchas colonias africanas, como Kenya o África Occidental Británica, veteranos regresaron de la guerra con la esperanza de ciudadanía, solo para enfrentarse a la misma discriminación. En Kenya, esto desembocó en la Rebelión Mau Mau (1952–1960), donde decenas de miles murieron. Al igual que en Argelia, el colonialismo respondió con derecho penal militarizado, campos de concentración y represión masiva.
La política de la memoria: entre silencio y diplomacia
Con los años, las masacres del 8 de mayo se convirtieron en un punto neurálgico de la relación entre Argelia y Francia. Aunque ambos países firmaron acuerdos de cooperación, el tema de la memoria histórica se ha mantenido como una piedra en el zapato diplomático.
En 2022, los presidentes Emmanuel Macron y Tebboune acordaron crear una “comisión de memoria” dirigida por historiadores de ambos países. Sin embargo, las tensiones por temas como inmigración y rivalidades regionales han frenado su avance.
“Argelia jamás permitirá que la memoria se utilice como moneda de cambio”, escribió Tebboune en una carta reciente que conmemoraba el 79º aniversario de las masacres.
Francia, ¿reconocimiento sin disculpas?
Pese a algunos gestos simbólicos de Francia, como la visita oficial de Macron a Argelia y el reconocimiento de ciertos crímenes cometidos durante la guerra de independencia (1954–1962), el gobierno francés sigue evitando una disculpa formal. En 2020, Macron reconoció que la tortura y asesinato del militante anticolonial Ali Boumendjel en 1957 fue obra del ejército francés y que se trató de un “crimen” encubierto como suicidio.
Sin embargo, en lo que respecta a las masacres del 8 de mayo de 1945, no ha habido arrepentimiento oficial. Esto ha generado duras críticas por parte de asociaciones de memoria histórica, tanto en Argelia como en Francia.
Memorias en disputa: libros, películas y educación
Durante décadas, el tema fue tabú en Francia. Solo en años recientes ha comenzado a enseñarse en las escuelas. Autores como Benjamin Stora y el argelino Boualem Sansal han llevado estos episodios a la literatura, el cine y el activismo.
En Argelia, el 8 de mayo se honra con monumentos, paneles educativos y eventos en todo el país. Algunos documentales recientes, como "Les événements de Sétif, un passé qui ne passe pas", han contribuido a internacionalizar el problema.
¿Cuál es el legado de 1945?
Para muchos argelinos, el mensaje está claro: ese día selló el cambio de estrategia. Mohamed Ferrad lo expresa así: “Los argelinos comprendieron que la única vía hacia la independencia era la lucha armada”. En efecto, en 1954 comenzó la guerra contra Francia, que culminó con la independencia en 1962, tras casi 1 millón de muertos.
Una conmemoración viva
Este año, el Ministerio de Veteranos de Guerra argelino ha organizado actos en todo el país: desde paneles con testigos hasta simposios históricos. La visita de una delegación de 30 legisladores franceses de partidos de izquierda y centro contribuye a una conmemoración binacional, aunque todavía limitada.
En Europa, mientras se habla de Ucrania, de libertades y de amenazas geopolíticas actuales, en lugares como Sétif se recuerdan las libertades negadas, la represión colonial y los silencios que aún pesan en las relaciones euroafricanas.
Setenta y nueve años después del horror, las voces de los masacrados claman memoria, justicia y, al menos, reconocimiento pleno.