Gaza al borde del colapso: el hambre como arma de guerra

El cierre de cocinas comunitarias por falta de alimentos expone al mundo a una crisis humanitaria sin precedentes en la Franja de Gaza

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Un territorio sitiado por el hambre

Desde el 2 de marzo de 2025, la Franja de Gaza está completamente aislada: Israel impuso un bloqueo total al ingreso de ayuda humanitaria, con el objetivo declarado de presionar al grupo militante Hamás para la liberación de rehenes. Esta política, denunciada por múltiples organizaciones como una "táctica de hambruna", ha generado una profunda crisis humanitaria que golpea principalmente a los civiles, especialmente niños.

Una de las señales más alarmantes de esta situación es la decisión de World Central Kitchen (WCK), una organización sin fines de lucro liderada por el chef español-estadounidense José Andrés, de suspender sus operaciones en Gaza debido a la falta de alimentos.

World Central Kitchen: de 130 millones de comidas a cero

La organización humanitaria había logrado entregar más de 130 millones de comidas y hornear 80 millones de panes desde que inició su labor en la región. Solo en las últimas semanas, antes del cierre, la organización servía 133.000 comidas diarias y producía 80.000 panes por jornada.

Pero hoy sus almacenes están vacíos, su panadería móvil quedó sin harina y sus camiones siguen detenidos en Egipto, Jordania e Israel esperando permiso para cruzar. "Nuestros vehículos con alimentos están listos, pero no pueden entrar sin autorización", afirmó Andrés. "La ayuda humanitaria debe fluir."

Una población al borde del abismo

La población civil de Gaza ha sido la mayor víctima de este cerco. Los datos son alarmantes:

  • Más de 10.000 niños han sido diagnosticados o tratados por desnutrición aguda desde enero de 2025, reporta la Organización Mundial de la Salud.
  • 3.600 casos se registraron solo en marzo, lo que representa un aumento del 80% comparado con febrero, señaló la UNICEF.
  • Casi la mitad de los 200 centros de nutrición en Gaza han cerrado, destruidos o inaccesibles por los bombardeos.

La hambruna no es solo un problema de cantidad, sino también de calidad. Con una dieta reducida a arroz, lentejas (cuando se consiguen) y pan, la falta de nutrientes hace "invisible" el deterioro de salud hasta que es demasiado tarde, según expertos en nutrición humanitaria.

La cocina comunitaria como último refugio

Las cocinas operadas por WCK y otras organizaciones eran el único acceso diario a comida caliente para cientos de miles de personas. En su apogeo, estas cocinas permitían una relativa estabilidad en medio del caos. Hoy, muchas han cerrado.

Las pocas que continúan en funciones son escenarios de desesperación: hombres, mujeres y niños colapsan en tumultos por conseguir un plato de comida, en imágenes que evocan las peores crisis alimentarias del pasado.

Además, la escasez de combustible ha paralizado la distribución de agua potable. Bakerías han dejado de operar. Las filas para obtener alimentos o agua pueden durar entre 6 a 12 horas—cuando se obtiene algo.

La legalidad internacional bajo la lupa

Diversos organismos humanitarios y jurídicos, incluyendo Human Rights Watch y Amnistía Internacional, califican el bloqueo como una posible violación del derecho internacional humanitario. El uso de medidas que causan hambre masiva se considera, según el Estatuto de Roma, un crimen de guerra.

Israel sostiene que su accionar busca ejercer presión sobre Hamás para liberar rehenes israelíes. Sin embargo, el castigo colectivo a millones de civiles no puede justificarse legalmente, argumentan los expertos.

Silencio diplomático e inacción internacional

A pesar de la magnitud de la crisis, la respuesta internacional ha sido tibia. El Consejo de Seguridad de la ONU ha celebrado reuniones de emergencia, pero no ha logrado avances concretos debido al veto de potencias con intereses cruzados en la región.

Países como Estados Unidos han presionado a Israel para permitir el ingreso de ayuda, pero esos esfuerzos han rendido pocos frutos. Mientras tanto, cientos de camiones con alimentos y combustible siguen varados en las fronteras. Algunos llevan más de 15 días esperando autorización para ingresar.

Las sombras de conflictos pasados

La historia muestra que el hambre como método de guerra no es nuevo. En la Segunda Guerra Mundial, el sitio de Leningrado por parte de los nazis provocó más de 1 millón de muertes, muchas por inanición. El uso de la hambruna como herramienta militar fue luego condenado universalmente.

También durante la guerra de Biafra en Nigeria (1967–1970), al menos 2 millones murieron por hambre. La estrategia de cortar suministros fue parte del aparato militar nigeriano, algo que hoy se considera un precedente legal importante en la definición de responsabilidades internacionales.

Una crisis hecha a mano

La diferencia con desastres naturales o bloqueos accidentales es que esta crisis ha sido inducida de manera deliberada. Las infraestructuras de ayuda existen: camiones, comida, voluntarios. Lo que falta es voluntad política.

Cuando José Andrés criticó la parálisis diplomática frente a la tragedia, fue claro: "Si los líderes mundiales no actúan pronto, miles más morirán. Esta no es una catástrofe inevitable. Es una elección."

¿Qué pueden hacer los ciudadanos del mundo?

No es fácil influir directamente en decisiones geopolíticas. Pero la presión de la opinión pública ha logrado antes abrir caminos donde imperaba el silencio. Aquí algunas acciones posibles:

  • Firmar peticiones que exijan la apertura de corredores humanitarios inmediatos.
  • Apoyar financieramente a organizaciones como WCK, Médicos sin Fronteras, UNICEF y Media Luna Roja.
  • Difundir información verificada sobre la situación en Gaza, escapando de noticias falseadas o manipuladas.
  • Presionar a funcionarios políticos locales a través de campañas, cartas y redes sociales para que se pronuncien y actúen.

¿Hasta cuándo?

La gran pregunta. Mientras las cocinas comunitarias cierran, Gaza enfrenta una catástrofe humanitaria sin precedentes en tiempos recientes. Las cifras nos recuerdan que no hablamos de números, sino de vidas humanas reales, atrapadas entre la geopolítica y la indiferencia.

El mundo observa. Decidir no actuar también es una forma de participación. Y frente a quienes luchan por sobrevivir un día más en Gaza, el silencio es complicidad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press