Minerales, diplomacia y caos: la intensa batalla entre Trump y Zelenskyy por el futuro de Ucrania
Entre gritos en la Oficina Oval, concesiones estratégicas y una reunión inesperada en un funeral papal, Ucrania logró cerrar un acuerdo trascendental con Estados Unidos en medio de la guerra con Rusia
Un giro estratégico en plena guerra
En los últimos meses, Ucrania y Estados Unidos protagonizaron una de las negociaciones diplomáticas más intensas de los últimos tiempos. El detonante fue nada menos que la posibilidad de explotar juntos los abundantes, pero hasta ahora subutilizados, recursos minerales del territorio ucraniano. Esta ambiciosa transacción, promovida por el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy, tenía como objetivo fortalecer la posición de Ucrania tanto en el campo de batalla como en la arena geopolítica.
El trasfondo es contundente: tras la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos en noviembre, Zelenskyy anticipó que la era de la ayuda militar incondicional de la administración Biden estaba a punto de terminar. Ante la fatiga del mundo occidental frente a la guerra, ideó un "plan de victoria" con una jugada maestra: ofrecer a EE.UU. acceso prioritario a los metales críticos de Ucrania a cambio de apoyo sostenido, incluidos incentivos económicos y asistencia militar futura.
Minerales críticos, un tesoro geopolítico
Ucrania esconde en su subsuelo una vasta riqueza que hoy cobra importancia vital: litio, titanio, uranio, grafito y tierras raras. Estos minerales son esenciales para la industria militar, la aviación y la revolución tecnológica, y hoy más que nunca están en el centro del conflicto geoestratégico global.
China domina actualmente entre el 60 % y el 70 % de las cadenas de suministro de minerales críticos a nivel mundial. Estados Unidos busca desesperadamente alternativas para reducir esa dependencia, y Ucrania se presenta como una oportunidad única para diversificar su abastecimiento y debilitar la influencia china.
Trump y su diplomacia transaccional
Este contexto encajaba perfectamente con la visión de Donald Trump sobre la política exterior. En su estilo de “diplomacia de transacción”, el magnate convertido en presidente vio en la oferta de Zelenskyy una ocasión para convertir la ayuda militar en una inversión rentable.
El reclamo de Zelenskyy fue pragmático: si EE.UU. tenía intereses económicos en Ucrania, estos funcionarían como una garantía de facto de respaldo militar ante futuras agresiones rusas. Pero el camino hacia el acuerdo fue todo, menos sencillo.
Un grito en la Oficina Oval
Febrero trajo consigo un hito tenso: un altercado en la Oficina Oval entre Trump y Zelenskyy. El detonante fue la insistencia del presidente ucraniano en incluir garantías explícitas de seguridad dentro del acuerdo, algo que el borrador estadounidense no contemplaba. También se oponía a que el 50 % de los derechos sobre los minerales quedaran en manos estadounidenses sin tener en cuenta la soberanía de su nación.
La conversación escaló rápidamente y Trump, según múltiples fuentes, terminó alzando la voz: “Tú no estás en una buena posición. No tienes las cartas. Con nosotros empiezas a tenerlas”. Zelenskyy abandonó la reunión sin firmar, y EE.UU. respondió congelando temporalmente la ayuda militar e inteligencia compartida.
De Jeddah a San Pedro: los puntos de inflexión
Marzo trajo esperanza tras nuevas conversaciones en Jeddah, Arabia Saudita, donde Ucrania aceptó un alto al fuego temporal de 30 días y las negociaciones técnicas fueron retomadas. Pero un obstáculo importante surgió: EE.UU. exigía que Ucrania reembolsara hasta 500 mil millones de dólares por la ayuda ya entregada desde 2022, un monto que superaba con creces el total oficial desembolsado.
Ucrania propuso una alternativa: crear un fondo de inversión común, con gobernanza 50-50 y sin cláusulas de deuda. El nuevo esquema permitiría a los estadounidenses invertir capital y ganar dividendos, pero sin convertir la asistencia pasada en un préstamo.
Un acuerdo histórico surge en el Vaticano
El 26 de abril, una reunión inesperada en la Basílica de San Pedro durante el funeral del Papa Francisco marcó un antes y un después. Trump y Zelenskyy sostuvieron una conversación privada que, según declaraciones del ucraniano, fue la “mejor” que han tenido. Cuatro días más tarde, el acuerdo finalmente fue firmado en Washington.
El pacto incluye la creación del Fondo de Reconstrucción e Inversión EE.UU.–Ucrania, registrado en Delaware, con aportes iniciales financieros por parte de Estados Unidos, pero sin necesidad de que Ucrania devuelva ayuda militar previa. Aunque Zelenskyy no logró insertar garantías militares explícitas, Washington aceptó dar concesiones que le fueron negadas durante meses.
“Nunca antes EE.UU. nos había considerado un socio estratégico económico a largo plazo. Este documento cambia eso”, dijo la ministra de Economía Yuliia Svyrydenko.
¿Victoria o cesión ucraniana?
El acuerdo fue recibido con opiniones divididas dentro de Ucrania. Algunos legisladores lo ven como una herramienta inteligente para asegurar inversiones, reactivar la riqueza minera y sostener el apoyo de Washington. Otros creen que Ucrania ha vendido demasiado sin un blindaje militar real a cambio.
Taras Kachka, viceministro de Economía, defendió que si bien no hay cláusulas de seguridad explícitas, el acuerdo funciona como un compromiso “implícito” dada la importancia que tendrá Ucrania para la economía estadounidense. “El vínculo económico es ya una forma de protección”, afirmó.
El impacto global del acuerdo
El tratado tuvo reacciones inmediatas en Moscú. Expertos rusos alertaron que la presencia estadounidense cerca del Donbás tensa aún más las relaciones y posiciona a EE.UU. como actor decisivo en la guerra, más allá de la OTAN.
Por otro lado, los mercados internacionales reaccionaron ante la posibilidad de que Ucrania se convierta en uno de los principales ejes geoestratégicos para la cadena global de minerales de energía limpia.
El futuro aún es incierto
La implementación completa del acuerdo dependerá del voto favorable del Parlamento ucraniano. Está previsto que se apruebe sin mayores obstáculos, pero aún quedan detalles por definir, como los proyectos mineros específicos que activarán el fondo y las licencias que deberán ser autorizadas por el gobierno ucraniano.
Mientras tanto, la guerra con Rusia continúa. Pero este acuerdo, en términos de diplomacia económica, representa una transformación sustancial: de receptor pasivo de ayuda, Ucrania pasa a socio económico que negocia su reconstrucción.