El lenguaje secreto de los chimpancés: cómo los ritmos en los árboles revelan su compleja comunicación
Un estudio revela que los chimpancés ‘tocan tambores’ en raíces de árboles con ritmos regulares que varían según la región, ofreciendo claves sobre la evolución del lenguaje y la música en los humanos
Chimpancés que improvisan batucadas en la selva
Si pensabas que solo los humanos tienen sentido del ritmo, piénsalo de nuevo. Un sorprendente estudio publicado en la revista Current Biology ha revelado que los chimpancés no solo utilizan herramientas y se comunican, sino que también lo hacen con un estilo musical muy propio. Estos primates golpean raíces salientes de árboles como si fueran tambores, generando patrones rítmicos tan definidos que harían sonreír a cualquier percusionista.
¿Un antepasado baterista común?
La investigación, que analizó más de 370 eventos de tamboreo en chimpancés salvajes del bosque de Budongo en Uganda y otras regiones africanas, tiene implicaciones fascinantes sobre nuestra evolución. "Nuestra capacidad de producir ritmo —y de usarlo en contextos sociales— parece ser anterior a que los humanos fueran humanos", explicó Cat Hobaiter, primatóloga de la Universidad de St Andrews y coautora del estudio.
La frase no es gratuita. Chimpancés y humanos comparten un ancestro común hace aproximadamente seis millones de años. La capacidad de percibir, crear y responder a ritmos regulares podría remontarse a esa lejana raíz evolutiva. En palabras del experto en cognición musical Henkjan Honing, de la Universidad de Ámsterdam: “Está claro que los chimpancés tocan sus instrumentos —las raíces de los árboles— con ritmos regulares.”
Golpes que se escuchan a kilómetros
Cuando se desplazan por la selva tropical, los chimpancés a menudo golpean las raíces buttress de árboles imponentes. Estos árboles crecen con raíces extendidas hacia fuera como contrafuertes, ideales para producir sonidos bajos que atraviesan la selva. Los golpes —que pueden escucharse a más de un kilómetro de distancia— parecen ser una forma de comunicación a larga distancia.
Según los investigadores, estos sonidos podrían indicar dirección de desplazamiento, localización de un individuo o incluso el deseo de interactuar socialmente. Catherine Crockford, primatóloga asociada al CNRS en Francia, profundizó: “El tamborileo es probablemente una forma muy importante de contactar con otros miembros del grupo.”
Cada chimpancé, un baterista con estilo propio
Lo más llamativo es que, al igual que los humanos, cada chimpancé posee una "firma rítmica” única. Su secuencia de golpes permite identificarlos sin necesidad de verlos. De hecho, hay diferencias notables entre chimpancés de distintas regiones de África: los del oeste tienden a preferir ritmos más constantes y simétricos, mientras que los del este alternan entre intervalos más cortos y más largos.
“Es como si tuvieran acentos musicales regionales” —Cat Hobaiter.
La música como origen del lenguaje
Este tamborileo tiene implicaciones profundas para los investigadores interesados en cómo se originó el lenguaje humano. Se ha propuesto que el uso del ritmo —que se observa también en otros animales como algunas aves— podría haber sido un precursor evolutivo del lenguaje hablado.
En los humanos, las áreas cerebrales que procesan el ritmo se superponen en gran parte con las del lenguaje, como el área de Broca. ¿Podría ser que nuestros ancestros empezaran a comunicarse no con palabras, sino con ritmos? La hipótesis no suena tan descabellada ante estos nuevos hallazgos.
El árbol como instrumento musical
Pero los chimpancés no golpean cualquier árbol. Son selectivos con los que usan. Las raíces que eligen tienen formas específicas y maderas que transmiten mejor las vibraciones. Esto sugiere otro gran nivel de sofisticación: el uso selectivo de "instrumentos" naturales adaptados para optimizar la comunicación acústica.
Estos comportamientos refuerzan la idea de que los chimpancés son unos de los animales más innovadores del reino animal. Ya se sabía que usaban palos para pescar termitas o piedras para romper frutos secos. Ahora, las raíces de árboles se suman a su arsenal de herramientas.
¿Música o lenguaje? ¿O ambos?
Desde un punto de vista humano, cuesta separar música de lenguaje. Ambos involucran ritmo, repetición, cadencia y patrones estructurados. En el caso de los chimpancés, estos patrones rítmicos no constituyen "música" en el sentido estético humano, pero sí representan un sistema de señales auditivas estructuradas y aprendidas. En resumen: un lenguaje.
Además, los jóvenes chimpancés aprenden observando e imitando a los adultos, lo que fortalece la teoría del aprendizaje cultural en los primates. Esta es la piedra angular de la música humana: estilos que se heredan, mejoran y comparten en grupo.
¿Una cultura musical primate?
La idea de una cultura musical en primates se había a menudo descartado como proyección antropomórfica. Pero los datos son cada vez más difíciles de ignorar. Si consideramos que existen variaciones regionales, aprendizaje generacional y preferencias individuales en el tamborileo chimpancé, estamos ante al menos una forma proto-musical cultural.
Ya en 1969, Jane Goodall había documentado los "rituales" de lluvia: chimpancés enloquecidos lanzando ramas y golpeando raíces cuando cae una tormenta fuerte. Hoy, esa observación recibe un nuevo prisma. Tal vez no era aleatoriedad salvaje, sino un lenguaje musical primigenio en acción.
¿Qué sigue?: una sinfonía desde la selva
Los científicos del estudio esperan que estos hallazgos conduzcan a una cartografía rítmica de las "culturas" chimpancés a lo largo del continente africano. Comparar el tamborileo de diferentes comunidades puede revelar dinámicas sociales, modos de aprendizaje y, con el tiempo, incluso emociones.
No estamos lejos del día en que se graben y analicen estas secuencias como si fueran partituras. Ya a día de hoy, los investigadores utilizan espectrogramas para visualizar los patrones de golpes. El próximo paso será descubrir qué significan realmente estas secuencias: ¿una llamada de atención? ¿una señal de dominancia? ¿un saludo amistoso?
Los ecos ancestrales en nosotros
La batería humana moderna —presente en todas las culturas desde África hasta Asia, pasando por Europa y América— podría tener un ancestro remoto en esos ritmos emitidos desde la espesura africana. Golpes sobre la corteza con manos fuertes, destinados a ser escuchados y comprendidos por aquellos que comparten el bosque.
En palabras de Henkjan Honing: “Lo que une a la música y al lenguaje puede estar más cerca del rugido de un chimpancé que de una sinfonía.” Una reflexión que invita a reconsiderar nuestros orígenes y la delgada —y quizás ilusoria— línea que separa lo humano de lo animal.