Oak Flat y la batalla sagrada: el pueblo apache frente al avance minero en Arizona
Una mirada profunda al conflicto entre los intereses indígenas y la expansión industrial en tierras federales de EE. UU.
En pleno corazón del estado de Arizona, una histórica lucha entre los derechos indígenas y el desarrollo industrial vuelve a captar la atención nacional e internacional. Oak Flat, un territorio sagrado para los apaches y localizado dentro del Bosque Nacional Tonto, se encuentra en el centro de una controversia que data de hace décadas. Ahora, una decisión judicial ha proporcionado un respiro temporal a los defensores nativos mientras el caso escala hasta la Corte Suprema de Estados Unidos.
¿Qué es Oak Flat y por qué es sagrado?
Oak Flat, conocido en lengua apache como Chi’chil Bildagoteel, es mucho más que un área silvestre o una oportunidad minera. Este terreno cubierto de robles centenarios, formaciones rocosas únicas y una biodiversidad notable, es un sitio de ceremonias religiosas, prácticas tradicionales y conexión espiritual para los indígenas de la Nación Apache San Carlos.
El lugar ha sido protegido por generaciones como un punto central en sus creencias religiosas, incluyendo ceremonias de iniciación y recolección de plantas medicinales. Wendsler Nosie Sr., importante líder apache y fundador de Apache Stronghold, ha dicho repetidamente: “Destruir Oak Flat sería como volar una catedral cristiana”.
El proyecto de Resolution Copper: promesa de prosperidad o amenaza cultural
Resolution Copper, una empresa conjunta entre gigantes mineros como Rio Tinto y BHP, busca explotar uno de los mayores depósitos de cobre del mundo justo debajo de Oak Flat. La compañía proyecta una mina subterránea que podría generar más de $61 mil millones en ingresos durante su vida útil y más de 3,700 empleos, según informes corporativos.
Los defensores del proyecto argumentan que la mina ayudará a fortalecer la economía regional, mejorar la seguridad energética nacional al proporcionar un suministro interno de cobre (clave en la transición energética) y generar ingresos fiscales significativos. Sin embargo, según un estudio ambiental filtrado en 2021 por el U.S. Forest Service, la mina crearía un cráter de hasta 3 kilómetros de ancho y 300 metros de profundidad, colapsando eventualmente el suelo de Oak Flat.
Una historia legislativa controvertida
El conflicto legal tiene su origen en 2014, cuando un pequeño grupo de legisladores insertó la propuesta de transferencia de tierras como una disposición oculta dentro de la Ley de Autorización de la Defensa Nacional, un enorme proyecto de ley de gastos militares que debía ser aprobado sí o sí. Esta maniobra legislativa ocurrió sin consultar con las comunidades apaches, provocando una profunda indignación.
Desde entonces, Apache Stronghold ha luchado por revertir la decisión, tanto en las calles como en los tribunales. En 2021, bajo el mandato de Joe Biden, el Departamento de Agricultura suspendió temporalmente la transferencia para permitir más consultas tribales, pero en abril de 2025 la Agencia del Bosque Nacional anunció que planeaba seguir adelante, lo que propició la demanda urgente del grupo indígena.
Una batalla en los tribunales: la importancia de la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa
Apache Stronghold sostiene que la transferencia del terreno viola la Religious Freedom Restoration Act (RFRA), una ley que protege el libre ejercicio de la religión frente a decisiones gubernamentales.
El juez federal Steven Logan falló recientemente a favor de los apaches al suspender temporalmente la transferencia de tierras, argumentando que el daño al sitio religioso no puede repararse si la mina avanza. En sus palabras, “El equilibrio de los intereses se inclina claramente a favor de Apache Stronghold”.
Este fallo no bloquea de forma definitiva el proyecto, sino que suspende su progresión hasta que la Corte Suprema decida si acepta o no el caso, lo que convierte a este conflicto en uno de los más relevantes en la intersección entre libertad religiosa, derechos indígenas y desarrollo económico en tiempos recientes.
Impacto ambiental: ¿qué se perdería?
Más allá del aspecto cultural o religioso, están las preocupaciones medioambientales. Oak Flat alberga especies protegidas como el halcón peregrino y el murciélago de nariz larga. También existen numerosos manantiales y cuevas sagradas que serían destruidas por el colapso del terreno debido a la minería de socavón.
Se estima que el consumo de agua de la mina alcanzaría los 250 mil millones de litros durante 40 años, afectando gravemente los acuíferos locales, en una región ya golpeada por la sequía. Además, los restos mineros tóxicos podrían contaminar las corrientes subterráneas, causando impactos irreversibles.
La diplomacia indígena y la resistencia continua
La lucha de los apaches ha llegado incluso al plano internacional. En 2023, líderes de Apache Stronghold realizaron una gira por Europa, encontrándose con grupos defensores de derechos humanos en Alemania, Francia e inclusive frente al Parlamento Europeo. “El principio universal de libertad religiosa debe aplicarse igual para los nativos americanos”, expresó Nosie durante una manifestación en Ginebra.
En los Estados Unidos, el caso ha generado solidaridades emergentes con otras tribus, grupos ambientalistas, organizaciones religiosas y sectores progresistas. El actor Jason Momoa, conocido activista ambiental, ha apoyado públicamente la causa: “No podemos permitir que destruyan uno de los corazones espirituales de este continente por cobre”.
Un pasado que no olvida: reminiscencias de otros casos
La historia de Oak Flat recuerda a otras batallas por territorios sagrados como Standing Rock y la oposición al oleoducto Dakota Access. En ambos casos, la movilización indígena puso en jaque a industrias multimillonarias, abriendo un debate cultural sobre los límites del desarrollo económico y la soberanía espiritual.
En 1988, la Corte Suprema dictaminó que el gobierno no violaba la Primera Enmienda si autorizaba obras que perjudican lugares sagrados, mientras no se obligue a los indígenas a actuar en contra de su religión. Sin embargo, desde la aprobación de RFRA en 1993, se reabrió la puerta judicial a reinterpretaciones que hoy cobran peso en el caso Oak Flat.
¿Qué sigue ahora?
El futuro inmediato depende de la Corte Suprema. Si decide tomar el caso, podría establecer un precedente legal trascendental sobre los derechos indígenas. Mientras tanto, Apache Stronghold continuará ocupando Oak Flat, celebrando ceremonias y resistiendo en defensa de su cultura ancestral.
Tal como expresó Wendsler Nosie Sr. en una declaración reciente: “Nuestra lucha no es solo contra una empresa minera, es contra el olvido de quiénes somos como pueblo. Oak Flat no solo nos pertenece a nosotros, le pertenece al alma de la tierra”.
Este conflicto representa una lucha simbólica en un momento donde la humanidad enfrenta decisiones difíciles entre conservar lo sagrado o explotar lo estratégico. Y como tantas veces en la historia de los pueblos originarios, los apaches están dispuestos a resistir hasta el final.