Partición, conflicto y tragedia: El legado maldito de India y Pakistán en torno a Cachemira
Desde 1947, el conflicto entre India y Pakistán ha estado definido por una herida abierta llamada Cachemira. Hoy, los enfrentamientos amenazan nuevamente con desatar una guerra entre dos potencias nucleares.
El reciente estallido de violencia entre India y Pakistán, que ha involucrado desde misiles hasta el uso de drones y ha cobrado la vida de numerosos civiles, no es más que el último capítulo de una historia que comenzó hace más de siete décadas. Una historia que mezcla colonialismo, religión, geopolítica y un conflicto territorial sin resolver: la disputa por Cachemira.
Una herida abierta desde 1947
Para comprender la raíz del conflicto, debemos remontarnos al 15 de agosto de 1947, día en que el Imperio Británico puso fin a su dominio en el subcontinente indio. Lo que debería haber sido un momento de júbilo por la independencia de India vino acompañado de una violenta partición que creó dos naciones basadas en criterios religiosos: India, mayoritariamente hindú, y Pakistán, de mayoría musulmana.
La partición provocó uno de los mayores desplazamientos forzados de la historia. Se estima que cerca de 15 millones de personas cruzaron las recién formadas fronteras y aproximadamente un millón murieron en matanzas comunales entre hindúes, musulmanes y sijs.
Cachemira: el territorio en disputa
Al momento de la partición, Cachemira era un principado autónomo gobernado por un maharajá hindú, Hari Singh, mientras que la mayoría de su población era musulmana. Inicialmente quiso mantener la independencia, pero en octubre de 1947 se vio obligado a acceder a India en busca de protección, luego de que tribus rebeldes pro-Pakistán invadieran el territorio.
India intervino militarmente, con lo cual se desató la primera guerra indo-pakistaní (1947-48). El conflicto terminó con un alto al fuego auspiciado por la ONU y la creación de la Línea de Control (LoC), que divide Cachemira en una parte administrada por India y otra por Pakistán. Sin embargo, ambos países reclaman la totalidad del territorio hasta el día de hoy.
Un referéndum prometido, nunca cumplido
La resolución 47 del Consejo de Seguridad de la ONU (1948) pedía un referéndum en Cachemira para que la población decidiera si unirse a India o a Pakistán. Más de 75 años después, dicho plebiscito sigue sin celebrarse. India argumenta que no es viable hasta que Pakistán retire a sus tropas, mientras que Islamabad acusa a Nueva Delhi de temor a perder un territorio estratégico.
“India denuncia la insurgencia como terrorismo apoyado por Pakistán, y Pakistán la llama lucha legítima por la autodeterminación”, explica el experto en relaciones internacionales, A.G. Noorani.
Una historia de guerras y tensiones
- 1947-48: Primera guerra por Cachemira.
- 1965: Segunda guerra, iniciada por Pakistán para tomar Cachemira.
- 1971: Guerra por la independencia de Bangladesh (entonces Pakistán Oriental), aunque no centra su eje en Cachemira.
- 1999: Conflicto de Kargil, cuando fuerzas paquistaníes cruzaron la LoC.
Entre estos conflictos, ambos países han invertido masivamente en poder militar, incluso nuclear. India realizó su primera prueba nuclear en 1974, seguida por Pakistán en 1998.
Cachemira, campo de batalla interno
Desde finales de los años 80, la región bajo control indio ha sido escenario de una insurgencia violenta protagonizada por militantes islamistas, algunos apoyados activamente por Pakistán, como grupos como Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammed.
Según la organización South Asia Terrorism Portal, más de 47,000 personas han muerto en el conflicto desde su inicio en 1989, aunque algunos cálculos superan los 70,000, incluyendo civiles, insurgentes y personal militar.
“Muchos jóvenes de Cachemira no ven un futuro bajo el dominio indio. No tienen empleo, sus derechos están limitados, y la represión ha sido brutal”, comenta el periodista local Muzamil Jaleel.
El punto de quiebre: la abrogación del artículo 370
El 5 de agosto de 2019, el gobierno nacionalista hindú de Narendra Modi revocó el estatus especial de Jammu y Cachemira, que permitía cierto grado de autonomía. Esto desató protestas globales y una ola de represión dentro de la región.
Desde entonces, miles de personas han sido detenidas, se ha restringido el acceso a internet por largos períodos y se han limitado libertades civiles. India argumenta que busca integrar completamente la región y fomentar el desarrollo. Sus críticos ven una imposición cultural y política.
Las fuerzas armadas, actores permanentes en el teatro del conflicto
Ambos países tienen una fuerte presencia militar en la región. India mantiene entre 200,000 y 300,000 soldados en Cachemira, convirtiendo a la región en una de las zonas más militarizadas del mundo.
En el otro lado de la frontera, Pakistán da soporte público y privado a la causa cachemir e incluso a insurgencias indirectas, aunque oficialmente niega vínculos directos con el terrorismo.
Un conflicto con riesgo nuclear
Uno de los mayores temores del mundo es que el conflicto de Cachemira pueda escalar a una guerra nuclear. Ambas potencias poseen arsenales atómicos y doctrinas de “represalia masiva”.
La crisis de febrero de 2019 —la más grave en décadas— marcó la primera vez en que aviones de ambos países se enfrentaron desde 1971. Tras un atentado suicida que mató a 40 soldados indios, India bombardeó Balakot, dentro de Pakistán. Posteriormente, Pakistán derribó un caza indio.
¿Es posible la paz duradera?
Desde el punto de vista diplomático, India está dispuesta a dialogar solo si Pakistán detiene “todo apoyo al terrorismo”. Pakistán insiste en que la comunidad internacional debe mediar y presionar a India a permitir el referéndum prometido.
En palabras de la escritora Arundhati Roy: “Cachemira se ha convertido en el espejo roto de las ambiciones nacionales de dos Estados profundamente inseguros”.
Mientras tanto, la población civil continúa atrapada entre el fuego cruzado, sin la esperanza de un futuro estable. Padres que temen enviar a sus hijos a la escuela, familias divididas por la frontera y jóvenes que ven en el exilio su única salida.
Medios de esperanza y desafíos internacionales
China, la ONU, Estados Unidos y otros actores han intentado mediar históricamente, sin grandes resultados. La rivalidad nacionalista, el auge de líderes autoritarios y el uso de Cachemira como plataforma política interna, dificultan una resolución meditada.
La Nobel de la Paz Malala Yousafzai, originaria de Pakistán, ha declarado: “Cachemira necesita paz urgente, no por dos Estados, sino por su gente”.
En pleno siglo XXI, un conflicto heredado del colonialismo sigue marcando el pulso de Asia del Sur, con potencial desestabilizador a escala mundial.
¿Será Cachemira el Vietnam del siglo XXI en Asia? ¿O finalmente podrán estas dos grandes potencias reconciliarse con su historia común y construir un nuevo futuro?
El tiempo, y quizás una nueva generación alejada de las heridas coloniales, dará la respuesta.