Un cambio de rumbo con cada brazada: La revolución del nado inclusivo en Nigeria

Cómo Emeka Chuks Nnadi está cambiando la realidad de jóvenes con discapacidades a través de la natación

La natación como salvavidas para una generación marginada

Bajo el sol abrasador de Lagos, Nigeria, una escena poco común cobra vida en la piscina del colegio Pacelli School for the Blind and Partially Sighted: un grupo de niños con discapacidad visual aprende a nadar. Muchos de ellos jamás habían estado dentro de una piscina. Algunos sienten miedo, otros son tímidos, pero todos comparten una cosa: están siendo guiados por Emeka Chuks Nnadi, el fundador de la organización Swim in 1 Day (SID).

En un país donde se registran cientos de muertes por ahogamiento cada año —ya sea por accidentes domésticos o naufragios en embarcaciones deterioradas—, aprender a nadar puede ser una habilidad literalmente vital. Pero en Nigeria, donde más de 35 millones de personas viven con alguna discapacidad, esta es una oportunidad muy escasa… hasta ahora.

Emeka Chuks Nnadi: de España a Nigeria con una misión

Nnadi, nadador profesional y entrenador certificado, vivía en España y decidió regresar a Nigeria en 2022. Lo que encontró al volver lo conmocionó: una brecha abismal en las oportunidades disponibles para las personas con discapacidad. “Vi cómo se trataba a las personas discapacitadas en comparación con otras. Era una diferencia enorme”, afirma.

Este realizador de sueños notó que muchos padres escondían a sus hijos con discapacidad por vergüenza o estigma. De allí nació su inquietud: ¿qué pasaría si pudiéramos transformar esas percepciones a través del deporte? Así fue como creó SID, una organización sin fines de lucro que enseña a nadar a niños con discapacidad, incluso con impedimentos visuales totales.

Nadar para vivir y vivir para nadar

En menos de tres años, SID ha enseñado a nadar a más de 400 niños y jóvenes con discapacidad. Muchos de ellos nunca imaginaron que alguna vez podrían flotar, mucho menos nadar. Gracias al enfoque metódico de Nnadi y su equipo de voluntarios, los estudiantes ahora cruzan la piscina con facilidad, valentía y determinación.

Me ha ayudado sobre todo en el aula”, dice Fikayo Adodo, de 14 años. “Ahora tengo confianza para hablar frente a una multitud, mi cerebro está más rápido, muy genial”.

La iniciativa no solo salva vidas. También ha transformado radicalmente cómo se perciben a sí mismos los niños, cómo los ven sus familias y cómo la comunidad interpreta el potencial de la inclusión.

La natación como terapia física y emocional

Estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud y otras entidades señalan que la natación no solo mejora la condición física, sino también la salud mental de quienes la practican. Entre los beneficios se cuentan:

  • Mejora de la coordinación motora
  • Reducción del estrés y la ansiedad
  • Incremento de autoestima y seguridad personal
  • Estímulo de la neuroplasticidad cerebral

Nadar me ha enseñado a enfrentar mis miedos, me ha dado valentía y me ha ayudado a superarme”, dice Ikenna Goodluck, un joven también ciego que forma parte del programa.

Rompiendo estereotipos sociales

En muchas comunidades africanas, los niños con discapacidades —especialmente sensoriales— son víctimas de una combinación tóxica de ignorancia, superstición y estigma. Algunos padres incluso los mantienen aislados, sin acceso a la educación o a actividades sociales por temor a la discriminación.

Hay una creencia en África de que tener un hijo discapacitado es algo de lo que avergonzarse”, lamenta Nnadi. “Estoy tratando de que la gente entienda que un niño ciego podría fácilmente convertirse en una estrella de natación, abogado o médico”.

Más que natación: una inversión para el futuro del país

Con una población que supera los 200 millones de habitantes, Nigeria enfrenta numerosos desafíos en materia de infraestructura, salud, educación e inclusión. Para Nnadi, el cambio comienza en la raíz: practicar la educación y la inclusión desde una etapa temprana.

Queremos que las personas con discapacidad también aporten a la economía, no solo que dependan del sistema o la caridad”, explica.

SID no solo enseña natación: enseña independencia. En una entrevista, Ejiro Justina Obinwanne, madre de uno de los niños participantes, dice que el impacto en su hijo ha sido palpable: “Está más determinado que nunca. Se siente importante. Y lo mejor: se siente capaz”.

Sueños olímpicos y más allá

El sueño de Nnadi no se detiene en Lagos. Él busca expandir su iniciativa a otras ciudades nigerianas y luego a otros países africanos donde el acceso para personas con discapacidad es limitado. “Me encantaría ver a Nigeria presentando su primer equipo paralímpico de natación compuesto por jóvenes ciegos y sordos”, afirma soñador pero serio.

Me resulta muy gratificante ver cómo se transforman justo ante mis ojos”, dice, mirando a sus alumnos, quienes cada día avanzan un poquito más, una brazada a la vez.

Cifras alarmantes que sostienen su causa

  • Más de 300,000 personas mueren por ahogamiento cada año a nivel mundial.
  • África y Asia concentran más del 90% de estas muertes, según la OMS.
  • En Nigeria, informes no oficiales estiman entre 3,000 a 5,000 muertes por año debido al ahogamiento.
  • El 95% de estas muertes son prevenibles con formación básica en natación y primeros auxilios.

SID se convierte así en una de las pocas iniciativas que ataca de frente este problema, enfocado además en un grupo que siempre ha estado olvidado: niños con discapacidad.

¿Cómo apoyar esta iniciativa?

Para quienes desean involucrarse, SID recibe apoyos internacionales y locales. Desde donaciones de trajes de baño hasta formación de voluntarios, todo suma.

Además, las redes sociales han jugado un papel clave en darle visibilidad al programa. En pocos meses, varias ONGs internacionales han contactado directamente a Nnadi ofreciendo colaboración académica, médica y logística. Un ejemplo inspirador de cómo lo local puede convertirse en global, si se siembran las semillas correctas.

Más que agua: una revolución social

Emeka Chuks Nnadi ha logrado algo más que enseñar a nadar: ha generado un movimiento. Una causa. Un nuevo paradigma en el que la discapacidad deja de ser una limitación para convertirse en un trampolín hacia sueños más profundos.

Y es que, como diría el propio Nnadi al cerrar su jornada en la piscina: “La discapacidad es solo otra habilidad esperando desarrollarse”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press