Papa Leo XIV: ¿Unificará a la Iglesia o profundizará sus divisiones?
El primer papa nacido en EE.UU. desafía las expectativas y promete tender puentes dentro de una Iglesia profundamente polarizada
La elección del cardenal Robert Prevost como el Papa Leo XIV, primer pontífice nacido en los Estados Unidos, ha provocado reacciones entusiastas en todo el espectro ideológico católico. Desde los fieles progresistas hasta los conservadores acérrimos, todos encuentran motivos para tener esperanza. ¿Será él el líder que finalmente pueda sanar las fracturas internas de la Iglesia Católica?
Un papa estadounidense: ¿el fin de un tabú centenario?
Durante décadas, se descartó la posibilidad de un papa estadounidense. El temor era claro: que la Iglesia otorgara aún más poder espiritual a la mayor potencia geopolítica. Pero con el Papa Leo XIV, ese estigma parece haberse disuelto. Como señala el historiador John McGreevy, “incluso siendo estadounidense, está profundamente conectado con la Iglesia global”.
Robert Prevost no es un desconocido dentro del Vaticano. Su trayectoria comenzó en Perú, donde sirvió como obispo, y luego fue convocado por Papa Francisco para liderar el influyente Dicasterio para los Obispos, encargado de designar a los prelados en todo el mundo. En resumen, Francisco lo preparó para ser su sucesor.
Un mensaje de unidad en medio de la división
Desde su primera aparición, el Papa Leo XIV lanzó un mensaje claro: la unidad será la prioridad de su pontificado. Su lema papal “Ut unum sint” (“Que todos sean uno”, Juan 17:21) subraya esta intención profundamente ecuménica.
“Todavía es una vasija vacía”, opina el teólogo Steven Millies. “Podemos proyectar en él nuestras esperanzas, pero aún debemos conocerlo mejor”.
¿Qué opinan los conservadores?
Los católicos conservadores, que a menudo se sintieron desencantados por el enfoque pastoral y social de Francisco, han visto en Leo XIV un signo positivo. Chad Pecknold, profesor de Teología Sistemática en la Universidad Católica de América, señala: “Está claro que ama a Estados Unidos, incluso a los White Sox. Eso no puede ser más que beneficioso”.
La frase puede sonar ligera, pero revela una sensación más profunda: el nuevo papa tiene una conexión cultural y espiritual con sus raíces estadounidenses, algo que podría facilitar el diálogo con una jerarquía eclesial que se volvió crecientemente crítica de Roma durante el pontificado anterior.
¿Y los progresistas?
Por otro lado, activistas progresistas dentro de la Iglesia, como Catholics for Choice, mantienen la esperanza de que Leo XIV continúe con la defensa social de Francisco, especialmente en lo relativo a la justicia social, los migrantes y el medioambiente.
Aunque reconocen que el nuevo pontífice rechaza el aborto, Chris Wimbush, presidente interino del grupo, confirmó que enviarán cartas con testimonios de católicos que discrepan. “Oramos para que sea un papa guiado por la inclusión y la justicia”, sostuvo Wimbush.
La ‘guerra litúrgica’ en EE.UU.
Durante la gestión de Francisco, la Iglesia Católica de EE.UU. vivió severas divisiones. Uno de los puntos más espinosos fue la negativa de ciertos obispos, como Salvatore Cordileone de San Francisco, a permitir la comunión a políticos pro-elección como Nancy Pelosi.
En contraste, Francisco permitió que el presidente Joe Biden recibiera la eucaristía en Roma. En este terreno, Leo XIV podría funcionar como moderador. Cordileone mismo ha admitido que el nuevo papa será “una fuerza para la unidad”.
Francisco y su ‘heredero ideológico’
No cabe duda de que la elección de Robert Prevost, ahora Papa Leo XIV, fue establecida por el mismo Francisco. No solo lo promovió a cargos trascendentales, sino que le confió la cuidadosa selección de una nueva generación de obispos más pastorales y menos ideologizados.
“La élite episcopal aún es conservadora”, dice Millies, “pero en las filas inferiores ya se nota el cambio”. Muchos de estos nuevos obispos tienen una visión más alineada con la Doctrina Social de la Iglesia que con la política partidaria.
Migración, cambio climático y justicia social
Leo XIV no parece tener intenciones de modificar las prioridades globales que definieron a su predecesor. Como indica el periodista Austen Ivereigh, “quien crea que Leo tomará una línea distinta a Francisco en migración o ecología, se llevará una gran sorpresa”.
La Encíclica Laudato Si' sobre el medioambiente sigue siendo un documento clave del magisterio contemporáneo. Y todo indica que Leo XIV profundizará su aplicación.
¿Y las mujeres?
La participación femenina en la Iglesia sigue siendo un tema delicado. Francisco amplió el rol de las mujeres en cargos vaticanos, pero mantuvo la negativa a permitir sacerdotisas o diaconisas. En este ámbito, muchos ojos estarán puestos en las decisiones de Leo XIV.
Ellie Hidalgo, líder de Discerning Deacons, que aboga por el diaconado femenino, escuchó en febrero una homilía del entonces Cardenal Prevost: “Pedía humildad en el servicio”, comentó. “Pude ver que eso lo valora profundamente”.
Por su parte, la Women’s Ordination Conference celebró el tono abierto inicial de Leo. “Es hora de que las mujeres sean reconocidas como iguales en Cristo”, proclamó el grupo, que espera que el nuevo papa no cierre la puerta definitivamente al debate sobre el sacerdocio femenino.
Una Iglesia global, con corazón americano
La relevancia de Leo XIV radica en que, aunque es estadounidense, no es nacionalista. Es, como afirmó McGreevy, “un ciudadano católico global”. Y, precisamente por ello, puede convertirse en el punto de equilibrio en un momento crítico para el catolicismo mundial.
Con 1.378 millones de fieles alrededor del mundo (según datos del Anuario Pontificio), y desafíos como el envejecimiento del clero, la secularización de Europa y el crecimiento explosivo del cristianismo evangélico en América Latina, su tarea no será fácil.
En este nuevo contexto, su liderazgo pastoral, su experiencia internacional y su herencia estadounidense podrían ser una combinación inesperadamente eficaz para encaminar el diálogo dentro de una Iglesia con múltiples rostros.
“Con el peso del papado sobre sus hombros, necesita nuestras oraciones.” — Obispo Robert Strickland
¿Promesa de cambio o continuidad estratégica?
Leo XIV no es un reformador revolucionario, pero tampoco es un conservador retrógrada. Su perfil parece el de un puente entre eras, un timonel para una Iglesia que necesita reorganizarse internamente sin renunciar a sus compromisos éticos y sociales.
¿Logrará tender puentes donde otros solo cavaron trincheras? ¿Reunificará lo que parece roto? Gran parte de la respuesta dependerá de cómo gestione sus primeros años en el trono de Pedro.
Si logra mediar entre el progresismo pastoral y el conservadurismo doctrinal, podría marcar una nueva era de consenso católico. Por ahora, como dijo un académico norteamericano, “todos proyectan sus esperanzas en él”, a la espera de que esas esperanzas se traduzcan en hechos.