Infancias al límite: la tragedia silenciosa de los niños migrantes en el Mediterráneo

Una travesía mortal que expone el fracaso político de Europa en asegurar rutas seguras y protección a los más vulnerables

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La sombra de una tragedia repetida

Una nueva tragedia ha sacudido al mar Mediterráneo. Cuatro personas, incluidos dos niños pequeños, perdieron la vida durante un desesperado intento de cruzar desde Libia hacia Europa en una precaria embarcación de goma. El suceso, informado por el grupo alemán de rescate RQESHIP, señala una realidad devastadora que se repite año tras año: el Mediterráneo sigue siendo la ruta más letal para los migrantes del mundo.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde 2014 han muerto o desaparecido más de 32,000 personas intentando cruzar esta ruta marítima. Y, en lo que va del año, al menos 565 migrantes se han sumado a esta lista macabra.

El naufragio que lo revela todo

El pasado sábado, el barco civil alemán NADIR, operado por RESQSHIP, localizó en aguas internacionales bajo jurisdicción de rescate de Malta una embarcación a la deriva con motor defectuoso. Había partido desde el oeste de Libia tres días antes. A bordo, 62 personas luchaban por sobrevivir, muchas con quemaduras en la piel por la mezcla corrosiva de agua salada y combustible.

Para cuando los rescatistas llegaron, dos niños habían muerto de sed. Un tercero fue encontrado inconsciente, pero falleció poco después. Un cuarto migrante habría muerto en altamar, según los testimonios de los sobrevivientes. Al llegar la Guardia Costera Italiana, evacuaron a seis personas en estado crítico —incluidos dos bebés y sus madres— y trasladaron al resto a Lampedusa.

“Un fracaso político inexcusable”

Esta tragedia pudo haberse evitado”, declaró RESQSHIP. “Es otro ejemplo del fracaso de las políticas migratorias europeas. En lugar de facilitar pasos seguros, Europa abandona a personas indefensas con consecuencias mortales.”

Los activistas recalcaron que permitir que niños mueran de sed, a tan sólo unas millas de territorio europeo, no es una crisis humanitaria inevitable, sino un fallo político deliberado. Las decisiones de cerrar puertos, criminalizar a organizaciones de rescate y limitar las entradas legales han convertido al mar en una tumba salada.

Un patrón de negligencia estructural

El caso no es aislado. En 2023, se registraron más de 3,000 muertes en esta misma ruta, la mayoría por naufragios o embarcaciones sin salvamento oportuno. La mayoría de los botes utilizados por los migrantes salen de Libia o Túnez en condiciones deplorables, muchas veces bajo amenazas de traficantes y sin suficiente agua, combustible o chalecos salvavidas.

La Guardia Costera Libia —apoyada por la Unión Europea con equipamientos y fondos desde 2017— ha estado envuelta en acusaciones por violaciones de derechos humanos. Migrantes devueltos a Libia han denunciado torturas, extorsión y violencia sistemática en centros de detención.

El Mediterráneo: la frontera asesina de Europa

Los números hablan por sí solos:

  • 32,000 muertos o desaparecidos desde 2014 (OIM).
  • Más de 3,000 muertes solo en 2023.
  • Al menos 1 de cada 20 migrantes que intenta cruzar desde Libia muere o desaparece.
  • Este año, más de 65,000 personas han llegado a Europa por el Mediterráneo.

Pero detrás de las cifras hay nombres, hay historias, hay niños que no sobrevivieron. Y hay gobiernos plenamente conscientes de esta crisis.

Alternativas ignoradas: rutas legales y corredores humanitarios

Las organizaciones humanitarias e incluso la ONU han planteado en múltiples ocasiones la importancia de establecer rutas legales seguras y corredores humanitarios desde países en crisis. Esto no solo reduciría el poder de las redes de tráfico, también salvaría vidas. Sin embargo, la implementación ha sido prácticamente nula.

En lugar de ello, los países europeos han invertido millones de euros en operaciones de control fronterizo, tecnología de vigilancia y devoluciones en caliente. Como destaca un informe de Amnistía Internacional de 2022: “Europa construye murallas políticas mientras el Mediterráneo se convierte en un salón de la muerte”.

El papel de los observadores pasivos

Países como Francia, Alemania e incluso Estados Unidos se mantienen como observadores en muchas reuniones multilaterales sobre migración, pero rara vez se comprometen con acciones vinculantes. El caso de Malta, país responsable de rescatar en la zona donde se encontró la balsa, ilustra esta inacción: tardó casi cuatro horas en responder.

Las organizaciones ResQship, Sea-Watch o SOS Méditerranée denuncian constantemente la falta de coordinación y apoyo de las autoridades europeas.

¿Y los niños?

El hecho de que dos niños de 3 y 4 años hayan muerto de sed en el mar debe ser un punto de inflexión. Según ACNUR, casi el 18% de los migrantes que cruzan el Mediterráneo son menores de edad, muchos no acompañados. Estos menores enfrentan riesgos físicos extremos y vulnerabilidad ante abusos sexuales, trata y abandono.

Estamos fallando a los niños una y otra vez”, dijo en 2023 Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF. “Y cada vez que uno muere en una ruta migratoria, no es un accidente. Es una consecuencia directa de nuestras políticas.”

Las voces del mar

No quiero morir en Libia”, había dicho una mujer nigeriana de 24 años, madre de uno de los bebés muertos. “Prefería morir en el mar que volver a ese infierno.”

Los testimonios se acumulan: mujeres que han sido violadas en centros de detención en Trípoli, hombres que trabajaron meses como esclavos sin comida ni paga, adolescentes gravemente quemados por gasolina derramada en botes de juguete.

¿Qué deberíamos hacer?

Dejar de fingir que no vemos. Implementar un programa comunitario de asilo que distribuya responsabilidades entre todos los países europeos. Crear corredores humanitarios desde Níger, Sudán y Libia. Desarrollar mecanismos ágiles para la reunificación familiar. Y, ante todo, respetar la vida humana.

Mientras la política migratoria europea continúe viendo a estas personas como estadísticas, las tragedias seguirán acumulándose. Hasta que los recuerdos de dos pequeños rostros perdidos en el mar impongan la conciencia sobre la indiferencia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press