Prabal Gurung: caminar como una niña, crear como un revolucionario
Del dolor en Nepal a la pasarela de Nueva York: el diseñador desafía convenciones y convierte su vida en una vibrante oda a la resiliencia
De Katmandú a Manhattan: el inicio de un viaje impensable
Prabal Gurung no solo diseña ropa; diseña historias. En su nuevo libro Walk Like a Girl, el célebre diseñador de moda nepalí-americano se desnuda emocionalmente para contar una historia que va desde la adversidad de una infancia marcada por el abuso hasta los destellos del éxito en la moda de alto perfil en Nueva York. Gurung nació en Singapur, creció entre Nepal e India, e inevitablemente el destino lo llevó a Parsons School of Design en Nueva York, donde su carrera despegó.
“No sabía exactamente qué me deparaba el futuro, pero tenía la intuición de que mi historia no iba a terminar ahí en Katmandú”, afirma Gurung en su libro, reflexionando sobre su migración.
La figura incansable de su madre
Una de las heroínas visibles de la historia de Gurung es su madre, Durga Rana. Venciendo las adversidades de un matrimonio abusivo, ella crió a tres hijos por su cuenta, fundó negocios exitosos y se involucró en la política local en Nepal. Sus enseñanzas no fueron abstractas; fueron acciones, resiliencia personificada.
“Ella es el plano de mi fortaleza. Verla cargar el mundo con tanta elegancia fue inspirador”, dice Gurung.
Durga alentó a su hijo a explorar su creatividad, incluso cuando el entorno sociocultural de Nepal no validaba la expresión femenina en cuerpos masculinos. “Wonder Woman” fue su primera heroína; el maquillaje, sus primeras herramientas para la autoexploración.
El bullying, la identidad y la frase que lo marcó
“Walk like a girl” solía ser un insulto lanzado por compañeros de clase. Hoy es el título de su libro. Gurung decidió reapropiarse de esas palabras con orgullo. La portada del libro, donde emula el gesto icónico de Rosie the Riveter, rinde homenaje a mujeres icónicas y al poder transformador de la feminidad.
“Pensaban que era un insulto decir que caminaba como una niña. Yo lo tomaba como un cumplido”.
Ese acto de reescribir el significado de la frase es parte de una narrativa más amplia sobre cómo redefinió su masculinidad y su lugar en un mundo que no siempre lo aceptó.
La moda como activismo
Desde que inició su marca en 2009, Gurung ha vestido a Michelle Obama, Kate Middleton, Zoe Saldaña y Sarah Jessica Parker. Pero su legado va más allá del lujo: también radica en su audacia por usar la moda como una arma política.
Antes de que se pusiera de moda, Prabal ya hablaba sobre los derechos de las mujeres y la diversidad. En un momento donde la industria prefería callar, él alzaba la voz:
“Recibía mensajes diciendo ‘quédate en tu línea, eres diseñador, no político’. Pero no podía quedarme callado”.
En pasarelas dominadas históricamente por modelos blancos y figuras esqueléticas, él presentó cuerpos de diferentes tallas, razas y edades. Su casting era disruptivo, su mensaje claro: la belleza existe en todos los rostros. En palabras de Cindi Leive, exeditora en jefe de Glamour y Self, quien lo apoyó desde el inicio:
"Era evidente que no solo se interesaba en la moda, sino en las mujeres que llevaban esa moda".
Activismo con base espiritual
Su amigo y colega Bibhu Mohapatra, con quien comparte raíces surasiáticas, lo define como alguien con una «rebeldía natural» y una profunda conexión espiritual que se traduce en su trabajo.
“Su legado no es solo estético. Es político, social y espiritual”, expresa Mohapatra.
Gurung combina la estética occidental con las técnicas artesanales y los colores vibrantes del sur de Asia. Cada bordado es un grito por la justicia, cada drapeado, una reflexión de su historia. Su autenticidad cala porque proviene de cicatrices reales, de memorias difíciles, de una profunda necesidad de narrar lo íntimo en lo colectivo.
Nueva York: crisol de culturas, trampolín de sueños
Desde el momento en que aterrizó en Nueva York, se sintió en casa. Describía la ciudad como una sinfonía imperfecta donde todas las voces tienen cabida. Pero también se sintió descorazonado al ver cómo la diversidad era representada superficialmente en las alturas de la cultura y la moda.
No dudó en usar el Met Gala como plataforma política. Ya no diseñaba solo para que sus prendas adornaran cuerpos: diseñaba para estremecer. De alguna manera, simbolizaba a cada niño delgada voz proveniente del “Sur Global” que un día soñó con cambiar el mundo.
El papel de la moda como espejo cultural
El caso de Gurung confirma una verdad muchas veces ignorada: la moda no es frívola si se usa con propósito. Es una forma de contar historias, de denunciar injusticias, de rescatar lo que otros intentaron invisibilizar.
Su trabajo retrata una visión cosmopolita desde una lente nepalí, con fusiones entre textiles ancestrales y siluetas modernas. No solo diseña ropa; diseña posibilidades para ser más humanos, más libres, más diversos.
La memoria como motor creativo
El proceso de escritura de Walk Like a Girl fue doloroso. Volver a los episodios de abuso infantil y acoso escolar removió heridas profundas. Sin embargo, encontró una fuerza inesperada en esa vulnerabilidad.
“Lo más duro no fue recordar; fue comprender que ese niño sigue viviendo en mí. Quiero decirle ahora: vas a estar bien”, confesó entre lágrimas.
No se trata solamente de catarsis, sino de demostrar que nuestras historias importan. “Quiero que la gente sepa que su narrativa tiene valor, que no necesitan esconderse más”, sentencia.
Un legado vigente y en continua expansión
Hoy, Gurung es referente de moda inclusiva, orgullo inmigrante y activismo textil. Sus diseños son usados por figuras internacionales, pero más importante aún, sus ideales visten a una generación entera ansiosa de cambios.
En plena era de superficialidad digital y repeticiones estéticas, el mensaje de Gurung insiste en la autenticidad y la compasión como formas de resistencia. Y su libro no es tanto una autobiografía como una carta abierta a quienes alguna vez se sintieron “demasiado diferentes” para ser aceptados.
Porque en sus páginas, Prabal Gurung nos enseña que caminar como una niña puede ser el acto más poderoso de todos.