Tory Lanez, de fenómeno musical a símbolo de una justicia polémica

El caso del rapero canadiense, condenado por dispararle a Megan Thee Stallion y ahora víctima de una brutal agresión en prisión, reabre heridas en el corazón del hip-hop y en el sistema judicial estadounidense

Una agresión que sacude de nuevo al caso Lanez

El mundo del hip-hop vuelve a estremecerse con las noticias que llegan desde la Prisión Estatal de California en Tehachapi. El rapero Tory Lanez, cuyo nombre real es Daystar Peterson, fue brutalmente atacado dentro del centro penitenciario el pasado lunes 12 de mayo de 2025, mientras cumple una condena de 10 años por disparar contra la estrella de rap Megan Thee Stallion en julio de 2020.

Según un parte oficial del Departamento de Correcciones y Rehabilitación del estado de California, Lanez recibió 14 puñaladas en la espalda, el tórax, la cara y la cabeza, resultando en el colapso de ambos pulmones. A pesar de lo alarmante del ataque, Lanez está con vida y, de acuerdo con un comunicado desde su cuenta oficial de Instagram, se encuentra en “buen estado de ánimo” y “agradecido con Dios por estar saliendo adelante”.

Un encarcelamiento envuelto en polémica

Lanez cumple su condena desde diciembre de 2022, tras ser hallado culpable de tres delitos: asalto con arma semiautomática, tenencia de arma cargada no registrada en un vehículo y uso negligente de un arma de fuego. El caso ganó una prominencia extraordinaria no sólo por los nombres involucrados, sino por el contexto cultural y social que expuso: la misoginia en el hip-hop, el racismo sistémico en la justicia, la lealtad ciega de los fanáticos y la violencia de género.

El episodio ocurrió luego de una fiesta en Hollywood Hills organizada por Kylie Jenner. Al salir del lugar en una camioneta SUV junto a Megan Thee Stallion y otras personas, Lanez habría tenido una discusión con la rapera, tras la cual disparó contra sus pies, según declaraciones en juicio. “Me dijo que bailara mientras me disparaba”, testificó Megan.

Megan Thee Stallion: el centro de una tormenta

En los meses posteriores al incidente, la artista texana vivió una de las etapas más difíciles de su carrera. Aunque inicialmente no identificó a Lanez como su agresor —en parte, aseguró, por el miedo a represalias de la policía en medio del movimiento Black Lives Matter—, eventualmente rompió el silencio. En entrevista con GQ, afirmó: “Intenté protegerlo, y aún así me atacaron a mí”.

Desde entonces, Megan ha enfrentado una avalancha de críticas en redes sociales, acusaciones de mentir y campañas de acoso coordinadas por seguidores de Lanez. El caso encendió un amplio debate sobre la misoginia dirigida específicamente a las mujeres negras en la industria musical, también conocida como misogynoir.

Una comunidad dividida

El juicio no solo fue seguido por millones de personas en todo el mundo, sino que también dividió a la comunidad del hip-hop. Lanez contó con el respaldo incondicional de numerosas figuras influyentes, incluyendo a su padre, quien llegó a ser expulsado de la sala por acusar a los fiscales de estar en una “conspiración manipulada por Roc Nation” (la empresa que representa a Megan y fue fundada por Jay-Z).

Por su parte, Megan recibió el respaldo de artistas como Beyoncé, Rihanna y Cardi B, y en 2021 ganó el Grammy como Mejor Artista Nueva. Su colaboración con Beyoncé en “Savage (Remix)” llegó al número 1 del Billboard Hot 100, consolidando su estatus como estrella global. Paradójicamente, en medio del mayor éxito de su carrera, también enfrentaba la deshumanización más descarnada.

Un juicio con consecuencias más allá de lo legal

Para muchos activistas y observadores del caso, la condena de 10 años para Lanez representó un símbolo ambivalente. Defensores de los derechos de las mujeres la vieron como un cambo necesario en una industria históricamente misógina y permisiva con la violencia contra las mujeres afroamericanas. Sin embargo, ciertos sectores del público y del entorno del rapero lo denunciaron como víctima de un sistema legal que no perdona a los hombres negros.

Lanez siempre ha sostenido su inocencia. Sus abogados han apelado sin éxito el fallo, y actualmente siguen intentando conseguir un nuevo juicio. Mientras tanto, Megan ha alegado que Lanez continúa acosándola desde la cárcel por medio de terceros, razón por la cual un juez renovó la orden de alejamiento hasta 2030.

¿Qué significa este último ataque?

El hecho de que haya sido apuñalado dentro de una prisión de máxima seguridad plantea nuevas preguntas. ¿Fue un ataque planeado? ¿Fue por enemistades internas o por su notoriedad externa? ¿Qué nivel de protección recibe un famoso en la prisión? La Prisión Estatal de Tehachapi alberga a más de 1,700 internos de niveles medio y máximo de seguridad, y según expertos en criminología, la visibilidad mediática puede incrementar los riesgos para cualquier recluso.

En otras palabras, las prisiones, en vez de ser espacios de rehabilitación, a menudo se convierten en escenarios de violencia donde los famosos enfrentan desafíos extremos. El ataque a Lanez recuerda el trágico destino de otros artistas encarcelados, como Tupac Shakur o Lil Boosie, quienes también vivieron incidentes de violencia tras las rejas.

La música como vía de redención (¿o revancha?)

A pesar de estar encarcelado, Tory Lanez ha mantenido una presencia activa en su carrera. Desde su reclusión ha lanzado nuevos temas y mantiene su perfil en redes actualizado mediante su equipo. En más de una ocasión ha prometido contar “toda la verdad” en música, insinuando que ha sido víctima de una manipulación y que su historia aún no ha terminado.

En el imaginario del hip-hop, no son pocos los artistas que encontraron en la prisión un trampolín creativo: Tupac terminó su álbum Me Against the World mientras estaba en prisión; Lil Wayne escribió Gone 'Til November desde Rikers Island. Cada verso escrito desde la celda se convierte en un grito de resistencia y, con frecuencia, en una herramienta para moldear su posterior narrativa pública.

¿Qué podemos aprender del caso Lanez?

Más allá de los personajes, el caso de Tory Lanez y Megan Thee Stallion revela profundas grietas en las dinámicas culturales, raciales, mediáticas y legales de Estados Unidos. Es un caso que reúne temas como:

  • Violencia de género y la incredulidad hacia las víctimas —especialmente cuando son mujeres negras.
  • Un sistema penitenciario que no garantiza la seguridad a quienes encarcela, sin importar su fama.
  • La construcción de narrativas en redes sociales que pueden influir tanto como los hechos presente en una sala judicial.
  • La necesidad de una reforma judicial y social más sensible a los matices de raza, clase y género.

Queda por ver cómo se recuperará Lanez de esta agresión —física, pero también simbólica—, y si habrá espacio para una redención cultural o personal en un país que alterna entre el castigo ejemplar y la rápida cancelación.

Mientras tanto, Megan Thee Stallion sigue firme en su carrera, utilizando su plataforma para hablar claro sobre salud mental, violencia de género y empoderamiento. “Sobreviví al infierno”, escribió en una publicación reciente. Y para millones de sus seguidores, su verdad ya no necesita ser validada por ningún tribunal.

Este es un caso que no ha terminado. Es una historia aún abierta, no tanto en lo legal, sino en lo cultural, donde la música, el poder y el sistema siguen entrelazados en una pugna sin fin.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press