Los intocables del béisbol: ¿merecen una segunda oportunidad después de la muerte?

Con la nueva postura de la MLB hacia figuras como Pete Rose y Shoeless Joe Jackson, se reabre el debate sobre ética, justicia y legado en el deporte

Un giro histórico desde las oficinas de la MLB

El comisionado Rob Manfred sorprendió al mundo del béisbol al anunciar que figuras históricas como Pete Rose y Shoeless Joe Jackson, previamente desterradas del deporte de forma permanente, podrán ver sus vetos levantados… después de la muerte. Este inesperado movimiento no solo revive la memoria de varios de los personajes más polémicos del béisbol, sino que pone sobre la mesa un debate de décadas: ¿puede una mancha quedar limpia con el paso del tiempo?

Un camino que empezó en 1920: El caso Black Sox

Todo comenzó con el escándalo de los Chicago Black Sox en 1919. Ocho jugadores fueron acusados de aceptar dinero para perder la Serie Mundial contra los Cincinnati Reds. Aunque un jurado los declaró inocentes el 3 de agosto de 1921, el entonces comisionado Kenesaw Mountain Landis tomó una postura férrea:

“Independientemente del veredicto de los jurados, ningún jugador que pierda un partido intencionalmente, que escuche propuestas para hacerlo o que no denuncie conversaciones al respecto podrá volver a jugar béisbol profesional”.

Así quedaron desterrados jugadores como Eddie Cicotte, Lefty Williams, Buck Weaver y el emblemáticamente trágico Shoeless Joe Jackson. Para muchos, el castigo a Jackson resulta aún más doloroso: el jardinero firmó una Serie Mundial extraordinaria (12 hits en 32 turnos, promedio .375) y se argumenta que ni siquiera entendía completamente los términos del arreglo.

Una lista larga y polémica

La historia del béisbol está poblada por nombres que, por distintos tipos de faltas, fueron marginados de por vida:

  • Gene Paulette (1921): por aceptar un préstamo sospechoso con vínculos a las apuestas.
  • Benny Kauff (1921): tras ser acusado de robo de autos, aunque fue absuelto, no fue reintegrado.
  • Phil Douglas (1922): por escribir una carta sugiriendo que se dejara perder un juego.
  • Jimmy O’Connell y Cozy Dolan (1924): intentaron sobornar a un rival con $500.
  • William D. Cox (1943): dueño de los Phillies, admitió haber apostado en juegos de su propio equipo.
  • Pete Rose (1989): declarado máximo líder en hits pero investigado por apuestas mientras era mánager de los Reds.
  • Tucupita Marcano (2024): el caso más reciente, acusado de realizar 387 apuestas, incluyendo 231 relacionadas a la MLB.

Pete Rose: el eterno debate

Con más de 4,256 hits en su carrera, Pete Rose es considerado uno de los más grandes jugadores en la historia del béisbol. Sin embargo, su caída comenzó cuando en 1989 aceptó un acuerdo con el comisionado Bart Giamatti para ser excluido de por vida por apostar en partidos, incluyendo varios de su equipo, los Cincinnati Reds.

Desde entonces, Rose ha estado en una campaña pública interminable para ser exonerado y ser considerado para el Salón de la Fama. En una entrevista con NBC en 2015, dijo:

“Nunca aposté contra mi equipo. ¿Fue un error? Claro. Pero ya pagué más que cualquiera otro por ello”.

Según una encuesta de ESPN realizada en 2022, el 61% de los fanáticos opinan que Pete Rose ya debería estar en el Salón de la Fama. La división se mantiene, pero la marea parece moverse de su lado, sobre todo ahora que se permite que su legado se reconsidere tras su fallecimiento.

Una política que deja preguntas éticas

El cambio de postura de Manfred sugiere que la muerte limpia las culpas. Pero, ¿qué implica esto moralmente? ¿Por qué Pete Rose podría ser elegible post mortem si en vida está condenado al ostracismo?

El Salón de la Fama de Cooperstown tiene una política que excluye automáticamente a cualquier jugador en la lista de vetos permanentes. Sin embargo, si esa inhabilitación se extingue tras la muerte, el museo podría incluir nombres antes vetados… sin generar presión política inmediata.

Según afirmó Manfred en su anuncio:

“Reconocemos que el tiempo transforma la percepción. Este ajuste no es una absolución, pero sí una reconsideración de la historia sin los actores presentes.”

Para algunos, eso suena a una solución cínica, más orientada a lo comercial o estratégico que a la justicia histórica, permitiendo que se honre el legado sin afrontar protestas contemporáneas de patrocinadores, medios o activismo ético.

¿Y qué hay del ejemplo?

El béisbol, como todos los deportes, tiene un compromiso con el ejemplo que da a nuevas generaciones. Apostar en partidos, alterar resultados o permitir contactos con apuestas pone en peligro la esencia competitiva.

En ese contexto, permitir que figuras como Rose o Jackson sean elevadas a los altares de la historia, podría interpretarse como minimizar los actos por los que fueron castigados.

Incluso con el paso del tiempo, las consecuencias de estas acciones no solo marcaron carreras individuales, sino la entera credibilidad de una liga. Fue el escándalo de los Black Sox el que llevó a la creación de la figura del comisionado, precisamente para “proteger la integridad del juego”.

Comparaciones con otros deportes

En la NFL, figuras como Calvin Ridley han sido suspendidas por apuestas, aunque luego reintegrados. En el ciclismo, Lance Armstrong fue despojado de sus títulos por dopaje, y su elegibilidad en eventos históricos sigue vetada. En el olimpismo, los comités suelen emplear amnistía parcial después de muchísimos años… pero con criterios establecidos, no post mortem.

La apuesta de Manfred es singular y discutible. Cambia “borrón y cuenta nueva” por “borrón póstumo”.

¿Revisión o reescritura?

El deporte es también una forma de historiografía. ¿Estamos dispuestos a manipular los recuerdos colectivos para conformar una historia más amable? ¿Qué dice esto de nosotros como sociedad?

La memoria deportiva se alimenta de mitos y redenciones. Shoeless Joe Jackson ha sido representado en teatro, cine (Field of Dreams) y literatura como un mártir más que como un culpable. Y la realidad, como siempre, se mezcla con la leyenda.

Pero quizás este sea el corazón del asunto: si los jugadores vetados fueron, al menos en parte, víctimas de circunstancias sociales, administrativas o políticas, entonces el perdón (aunque simbólico y tardío) puede leerse como una rectificación. No una absolución, pero sí una narrativa más compleja.

Un futuro incierto... y una pregunta que persiste

El precedente está sentado. Y ahora, los ojos estarán puestos en cada nueva figura sancionada. ¿Será Tucupita Marcano eventualmente votado para el Salón cuando no esté entre nosotros? ¿Se abrirá una puerta para revisar otras sanciones? Nadie lo sabe todavía.

Lo que está claro es que mientras el béisbol celebra sus 150 años de historia y se abre al futuro con nuevas reglas, cronómetros y estrategias, también se ve obligado a mirar atrás y preguntarse si los fantasmas del pasado merecen ser recordados… o homenajeados.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press