Elecciones presidenciales en Polonia: ¿un giro hacia el liberalismo o un regreso al nacionalismo conservador?
Cuatro candidatos, una nación dividida: así se perfila la contienda por la presidencia de Polonia en 2024
Polonia se encuentra en un momento político decisivo. Con la salida del presidente Andrzej Duda tras completar su segundo y último mandato, el país se prepara para una elección presidencial profundamente simbólica y práctica. Cuatro figuras se perfilan como protagonistas principales en una contienda marcada por ideologías enfrentadas, escándalos, deseos de renovación y un electorado dividido entre modernidad y tradición.
Un sistema político con un presidente influyente
Aunque el poder ejecutivo reside generalmente en el Primer Ministro y el Parlamento, el presidente de Polonia no es una figura meramente decorativa. Su papel como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, su influencia en la política exterior del país y su derecho a vetar leyes otorgan a la presidencia una relevancia sustancial. Por eso, el resultado de estas elecciones podría marcar profundamente el rumbo que tomará la nación en los próximos años.
Rafał Trzaskowski: el liberal proeuropeo en un país conservador
Con algo más del 30% de intención de voto, Rafał Trzaskowski, el alcalde liberal de Varsovia, se posiciona como uno de los principales contendientes. Apoyado por el actual Primer Ministro Donald Tusk, es visto como el rostro del europeísmo dentro de Polonia. Trzaskowski ha promovido la modernización de la capital a través de inversiones en infraestructura y cultura, ganándose una base sólida en los centros urbanos.
Sin embargo, Polonia sigue siendo un país mayoritariamente conservador y mayoritariamente católico. Las posturas progresistas de Trzaskowski —como su participación en marchas del Orgullo y su apoyo a los derechos LGBTQ+— generan rechazo en regiones más rurales. Además, su gobierno local ha sido criticado por supuestos manejos ineficientes y gastos excesivos.
Esta es su segunda contienda presidencial. En 2020 perdió en segunda vuelta contra Duda por un márgen muy estrecho. A pesar de liderar las encuestas, su mayor desafío será vencer el abstencionismo de una izquierda desencantada por las promesas incumplidas de la coalición de Tusk, especialmente en temas como la despenalización del aborto.
Karol Nawrocki: el nuevo rostro del viejo nacionalismo
El conservador Karol Nawrocki, de 42 años, representa la apuesta del partido Ley y Justicia (PiS) por renovar su imagen tras perder el poder parlamentario en 2023. Aunque no es miembro oficial del partido, su perfil como historiador nacionalista lo convierte en el candidato ideal para mantener la identidad ideológica de la formación.
Actualmente dirige el Instituto de la Memoria Nacional, desde donde lideró la controvertida estrategia de eliminar monumentos de la era soviética. También fue director del Museo de la Segunda Guerra Mundial en Gdansk, cargo desde el cual impulsó una visión profundamente conservadora y anticomunista de la historia de Polonia.
Su trayectoria académica, sin embargo, se ha visto empañada por escándalos. En 2018 escribió un libro utilizando el seudónimo de "Tadeusz Batyr", encarnando a un gánster que él mismo elogió en televisión sin revelar la conexión. Su imagen también ha sufrido por la denuncia de que se habría apropiado de un apartamento de un anciano bajo la promesa no cumplida de cuidarlo. Si bien niega todas las acusaciones, estos hechos erosionan la narrativa de transparencia que pretende transmitir.
Sławomir Mentzen: el populista radical y cervecero
Con 38 años, Sławomir Mentzen ha captado la atención del electorado joven. Líder del partido Confederación, destaca por su carisma tecnológico y su feroz populismo de derechas. Ha sabido utilizar TikTok y YouTube con habilidad para llegar a los votantes más jóvenes, especialmente varones.
Mentzen ya ha estado en el ojo del huracán por su declaración de los cinco principios de su partido en 2019: “No queremos judíos, homosexuales, aborto, impuestos ni la Unión Europea”. Aunque luego aseguró que fue una frase sacada de contexto, la sombra de esta declaración aún lo persigue.
Su breve impulso en las encuestas disminuyó cuando propuso instaurar matrículas universitarias en un país donde la educación superior es gratuita, una medida impopular que reflejó su tendencia hacia el ultraliberalismo económico.
Además, su postura absoluta contra el aborto —incluso en casos de violación— le alienó aún más del votante moderado. Este empresario, dueño de una cervecería en Toruń, ha comercializado cervezas con nombres como “White IPA Matters” o “Hate Speech”, campañas de marketing que han provocado polémica y acusaciones de racismo.
En 2024, reveló que tiene autismo, destacando su gran capacidad de concentración. Su franqueza sobre su neurodivergencia fue bien vista por algunos votantes, aunque no cambió la percepción general de sus posturas ultraconservadoras.
Szymon Hołownia: del escenario al Parlamento
Szymon Hołownia, de 48 años, es quizás el ejemplo más inesperado de la transformación política en Polonia. Ex presentador de televisión, fue coprotagonista de la versión polaca de “Got Talent”. Fue seminarista antes de entrar a los medios de comunicación y en 2020 se lanzó a su primera campaña presidencial, donde obtuvo un respetable tercer lugar con el 14% de los votos.
Desde entonces, fundó el movimiento Polonia 2050, que más tarde se alió con el Partido Campesino Polaco para formar la coalición Tercera Vía. Esta alianza posteriormente se unió a la coalición de Donald Tusk, lo que permitió a Hołownia ser elegido presidente del Sejm (la cámara baja del Parlamento polaco).
Su estilo desenfadado y directo ha capturado la atención de nuevos segmentos del electorado, particularmente aquellos menos comprometidos con las antiguas disputas entre izquierda y derecha. Sin embargo, su alianza con Tusk ha minado su imagen de outsider y lo ha vinculado a los problemas de credibilidad del gobierno centrista.
Polonia ante una segunda vuelta casi segura
Con 13 candidatos en la boleta electoral, obtener más del 50% en la primera vuelta parece improbable. Así que todo indica que Polonia se encamina hacia una segunda vuelta el 1 de junio, probablemente entre Trzaskowski y Nawrocki.
En ese escenario, el respaldo de la derecha conservadora probablemente se agrupe en torno a Nawrocki, mientras que Trzaskowski dependerá del apoyo de los votantes centristas y progresistas, muchos de los cuales están desencantados con las políticas actuales. La clave estará en la participación: una baja asistencia electoral podría beneficiar al candidato más movilizado, presumiblemente Nawrocki.
Un país dividido entre el pasado y el futuro
Estas elecciones presidenciales revelan mucho más que una lucha partidista: reflejan una nación en conflicto sobre su propia identidad. Mientras algunos polacos anhelan una integración más estrecha con la Unión Europea, mayor apertura social y avances en derechos civiles, otros miran con nostalgia al nacionalismo católico y al mandato de “valores tradicionales”.
En cifras, Polonia ha mantenido una participación electoral promedio del 60% en elecciones presidenciales desde 1990. En 2020, la segunda vuelta entre Duda y Trzaskowski alcanzó un récord del 68.2%. ¿Se repetirá esta efervescencia ahora? ¿O dominará el desinterés ante una política cada vez más polarizada?
El mundo observa con atención. Lo que está en juego en Polonia es mucho más que la presidencia: es su dirección como miembro clave de la Unión Europea, su postura frente a las potencias del este y su capacidad para reconciliar progreso y tradición en un entorno de polarización creciente.