Los hermanos Menéndez: del juicio mediático al fenómeno del true crime moderno
Cómo el caso criminal más emblemático de los años 90 ha tomado nueva vida en la era del streaming y puede reescribir su propio destino
Un asesinato en Beverly Hills que sacudió a Estados Unidos
Lyle y Erik Menéndez eran los hijos del empresario ejecutivo José Menéndez y su esposa Kitty. El 20 de agosto de 1989, el matrimonio fue brutalmente asesinado a tiros en su mansión de Beverly Hills. El caso capturó inmediatamente la atención nacional, primero por lo impactante del crimen, luego por el perfil de los sospechosos: sus propios hijos.
Las imágenes de los dos hermanos jóvenes, bien vestidos, llorando en cámara durante el juicio fueron transmitidas en vivo a millones de hogares. Se convirtieron —junto al posterior juicio de O.J. Simpson— en el inicio de una era de fascinación mediática por los tribunales que aún continúa hoy.
Dos juicios, dos narrativas
Los juicios de los hermanos Menéndez se celebraron entre 1993 y 1996. En el primero, la estrategia de la defensa fue impactante: reconocieron que los hermanos habían cometido el asesinato, pero lo hicieron tras años de abusos sexuales cometidos por su padre, como una reacción desesperada.
Las lágrimas de Lyle en el estrado marcaron un momento crucial: "Él (su padre) me decía que eso era lo que debía hacer un buen hijo". En aquel momento, la cultura estadounidense apenas comenzaba a enfrentar el tema del abuso sexual doméstico.
Los jurados no llegaron a un veredicto unificado, dividiéndose en líneas de género: muchas mujeres inclinadas a una condena menor, los hombres exigiendo cadena perpetua.
En el segundo juicio, sin la presencia de cámaras, los hermanos fueron condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. El ambiente nacional había cambiado: era la era del "tough on crime", con políticas severas contra el crimen impulsadas por figuras políticas de ambos partidos. En palabras del fiscal Habib Balian: “Los hermanos no fueron víctimas, fueron asesinos motivados por la codicia”.
Del olvido mediático al renacer digital
Por décadas, poco se supo públicamente de los Menéndez. Fotos esporádicas de los hermanos envejeciendo en prisión eran los únicos recordatorios. La cultura popular los desterró como criminales fríamente calculadores, avariciosos e insensibles.
Eso comenzó a cambiar con el auge del true crime en la televisión y las plataformas digitales. Series como “Law & Order True Crime: The Menendez Murders” (NBC, 2017), o más recientemente, “Monsters: The Lyle and Erik Menendez Story” creada por Ryan Murphy para Netflix, revivieron el interés por el caso.
Murphy, responsable también de la dramatización de Jeffrey Dahmer, presentó a los hermanos de forma muy diferente: atractivos, carismáticos y algo vanos, pero también vulnerables. Los interpretó con tal intensidad que el público más joven empezó a verlo desde otra perspectiva.
Junto a la ficción vino el documental. En 2023, Netflix lanzó “The Menendez Brothers”, con material inédito y testimonios de cercanos como primos y amigos que apuntaban directamente a los supuestos abusos de José Menéndez.
El efecto Menudo: ¿una pieza clave para su liberación?
Un giro inesperado surgió cuando se estrenó “Menudo: Forever Young”. Un exintegrante del grupo puertorriqueño de pop reveló haber sido abusado por José Menéndez cuando tenía apenas 14 años. Aunque aún no se ha demostrado con pruebas contundentes, su testimonio ha dado nueva credibilidad a la narrativa de abuso presentada por los hermanos.
Simultáneamente, se supo de una carta que Erik escribió a una prima antes de los asesinatos, en la que hablaba de los abusos sexuales cometidos por su padre. Esa carta, que había sido considerada poco relevante en 1993, ahora tiene mayor peso ante el cambio de percepción sobre el abuso infantil.
Una nueva oportunidad: sentencias reducidas
En abril de 2024, un juez de Los Ángeles decidió reducir la sentencia de los hermanos a 50 años a cadena perpetua, lo que los hace técnicamente elegibles para la libertad condicional. Su caso será evaluado por la junta estatal de libertad condicional.
El fiscal actual Nathan Hochman se ha opuesto, pero reconoció la importancia del caso: “Debe mirarse con ojo crítico. La justicia no debe ser influida por el espectáculo”. Aun así, este paso marca posiblemente el punto más favorable para los hermanos desde los años 90.
¿Inocentes, víctimas o asesinos fríos?
El debate sobre los Menéndez ha renacido intensamente en redes sociales. Plataformas como TikTok están llenas de videos de jóvenes expresando empatía por los hermanos, muchos usando hashtags como #FreeTheMenendezBrothers. Para una nueva generación, el caso no es una simple historia criminal de los 90, sino una tragedia de abuso y desesperación oscurecida por una justicia que no los escuchó.
Linda Deutsch, veterana reportera de la Associated Press que cubrió ambos juicios, escribió en 1996: “Esta vez, el jurado rechazó completamente la idea del abuso. Eligió verlos como hijos ingratos y codiciosos. Pero la historia real, quizá, apenas comienza a emerger”.
Una visión actual de la justicia
Hoy, la justicia estadounidense vive un nuevo momento, más consciente de traumas generacionales, desbalances sociales y la necesidad de sistemas de rehabilitación más humanos. Si bien los crímenes de los Menéndez son innegables, las condiciones que los llevaron a ello exigen una revisión más compasiva.
Como dijo el defensor de derechos humanos Bryan Stevenson: “Nadie es lo peor que ha hecho. Las personas deben ser juzgadas no solo por su crimen, sino también por su contexto”.
¿El principio de su libertad? Aún queda camino
La junta de libertad condicional analizará prueba tras prueba. Escuchará expertos, fiscales, víctimas y testigos. Pero en el fondo, el debate es más profundo: ¿puede una sociedad justa redimir a quienes, tras décadas de encierro, aún claman que su mayor crimen fue no ser escuchados cuando más lo necesitaban?
Para miles, los hermanos Menéndez ya no son simples villanos. Tal vez, como ocurre a menudo en el true crime, el verdadero monstruo no sean ellos.