Trump y Medio Oriente: ¿Realismo, intervencionismo o una geopolítica contradictoria?

El expresidente visita Qatar, elogia a controvertido líder sirio y refuerza relaciones militares mientras busca redefinir la política exterior de EE. UU. en la región

Una visita cargada de simbolismo y contradicciones

El expresidente Donald Trump no es ajeno a los titulares polémicos, y su reciente visita a Qatar lo confirma. En el corazón de la Península Arábiga, donde se encuentra la base aérea de Al-Udeid, el mayor punto de apoyo militar de Estados Unidos en Medio Oriente, Trump reafirmó su estrategia para la región: reforzar alianzas con monarquías del Golfo, reducir la presencia militar directa y presionar a Irán para un nuevo acuerdo nuclear.

Los constructores de naciones terminaron destruyéndolas, intervenían en sociedades complejas que ni siquiera entendían,” declaró Trump ante líderes del Golfo en Riad, en una crítica directa al intervencionismo estadounidense post-11 de septiembre. Sin embargo, sus palabras contrastan con las acciones emprendidas durante su gira.

Al-Udeid: epicentro del poderío militar

La base de Al-Udeid, ubicada a solo 30 kilómetros de Doha, ha sido una pieza clave en las operaciones de EE. UU. en Irak, Afganistán y Yemen. Aunque su personal se ha reducido de unos 10,000 a 8,000 militares, sigue siendo considerada estratégica. El gobierno qatarí ha invertido más de $8 mil millones de dólares en su desarrollo en las últimas dos décadas.

En este contexto, Trump aprovechó para asistir a una demostración aérea con tecnología estadounidense de punta y confirmó nuevos acuerdos armamentísticos con Qatar, incluyendo drones MQ-9B Reaper.

Una figura controvertida: Ahmad al-Sharaa

Lo que más sorprendió del viaje fue el encuentro con el presidente sirio Ahmad al-Sharaa, un personaje anteriormente vinculado a al-Qaida y a la insurgencia iraquí contra tropas estadounidenses. Hasta diciembre pasado, había una recompensa de $10 millones por su captura.

Trump describió a al-Sharaa como “un tipo joven, atractivo y fuerte. Con un pasado fuerte… un luchador”. La rehabilitación de su imagen ocurre justo cuando Washington busca reducir su presencia militar en Siria, donde actualmente hay menos de 1,000 soldados estadounidenses, especialmente en apoyo a las fuerzas kurdas que aún custodian a excombatientes del Estado Islámico.

¿Realismo diplomático o cinismo geopolítico?

El reconocimiento de al-Sharaa —un antiguo enemigo declarado de EE. UU.— como interlocutor legítimo y el anuncio de que su nuevo gobierno podría asumir el control de cárceles donde se encuentran prisioneros del ISIS, marcan un drástico viraje.

Trabajamos con lo que tenemos. Los kurdos son eficaces, pero el futuro pasa por acuerdos regionales,” aseguró un asesor de seguridad nacional que acompañó la delegación. Esta lógica realista ha sido criticada por sectores republicanos e incluso por antiguos oficiales del Pentágono, quienes advierten de los peligros de legitimar a líderes con historiales cuestionables.

Relaciones bilaterales y negocios militares

Trump también reforzó vínculos con Qatar y Arabia Saudita, dos de los principales compradores de armamento estadounidense. Además de los drones mencionados, se firmaron acuerdos para ampliar las capacidades aéreas y marítimas del emirato, en medio de tensiones crecientes con Irán.

Están comprando mucha tecnología nuestra, y mañana veremos parte de ella en acción,” dijo Trump durante una rueda de prensa junto al emir qatarí, Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani.

Una gira entendida a conveniencia

La narrativa de Trump apunta a que los países del Golfo son modelos de desarrollo y estabilización, a pesar de su historial problemático en derechos humanos, represión política y, en algunos casos, financiación de grupos radicales en décadas pasadas.

Irónicamente, muchos de estos regímenes han sido acusados de haber alimentado, directa o indirectamente, las corrientes ideológicas que llevaron al surgimiento de grupos como el mismo al-Qaida.

Nuevo trato para Siria y golpe a la política kurda

La propuesta de que Siria, bajo al-Sharaa, asuma el control de los campos de prisioneros podría interpretarse como un golpe a las milicias kurdas, aliadas claves en la lucha contra el Estado Islámico. Esto sucede en un momento en que Turquía también presiona para reducir la influencia kurda en la región.

Para muchos analistas, la estrategia de Trump se basa en reducir costos y responsabilidades, dejando el “trabajo sucio” a actores locales, incluso si estos contradicen los valores democráticos que dice defender.

Una visión del poder más económica que moral

Trump ha dejado claro en múltiples ocasiones que para él la política exterior debe concretarse en ganancias tangibles y no en intentos idealistas de transformación social. Así, prioriza ventas de armas, acuerdos de cooperación energética y alianzas contra Irán por encima de derechos humanos o principios democráticos.

No tenemos por qué rehacer sociedades ni gastar nuestro dinero en lugares que nos odian”, comentó en otra ocasión. Este enfoque ha atraído seguidores, pero también críticos que lo tildan de cínico, utilitarista e incluso peligroso.

¿Hacia un nuevo equilibrio en la región?

La redefinición de alianzas podría cambiar el equilibrio de poder en Medio Oriente. Un acercamiento entre EE. UU., Qatar y Arabia Saudita con Siria (sin participación de Irán o Rusia) reconfiguraría el tablero, especialmente si implica la legalización tácita de ciertos liderazgos autoritarios.

No está claro hasta qué punto esta estrategia logrará los objetivos de seguridad y estabilidad que promete, pero pone de manifiesto un cambio de era en la diplomacia estadounidense: más pragmática y menos ideológica.

Referencias históricas: De Bush a Trump

Lo sucedido recuerda cómo tras los atentados del 11 de septiembre, George W. Bush argumentó la necesidad de democratizar Medio Oriente para erradicar las condiciones que originaron el terrorismo. Luego, Barack Obama optó por un menor involucramiento directo, aunque con intervenciones puntuales. Trump ha llevado esta lógica más lejos: externalización total y acuerdos puramente estratégicos.

Si esta política traerá beneficios duraderos o sembrará nuevas tensiones, es una pregunta que solo el tiempo podrá responder.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press