Eurovisión en medio del conflicto: ¿deben las guerras influir en el certamen musical más grande de Europa?

La polémica participación de Israel en Eurovisión 2025 reaviva el debate sobre política, música y derechos humanos

Eurovisión, el festival musical más grande y políticamente neutro de Europa, vuelve a estar en el ojo del huracán. ¿El motivo? La participación de Israel en la edición 2025 que se celebra en Basilea, Suiza, justo mientras su ejército protagoniza una ofensiva militar devastadora en la Franja de Gaza.

La guerra como telón de fondo

Mientras más de 54 personas murieron en Khan Younis por bombardeos israelíes durante la noche del miércoles y entre los cadáveres se encuentra Hasan Samour, periodista de Al Araby TV, el ambiente en Suiza es completamente otro: luces, música y banderas europeas se mezclan con silenciosos reclamos y pancartas exigiendo la expulsión de Israel del certamen.

Los ataques aéreos en la Franja de Gaza, según el Ministerio de Salud del enclave, han dejado más de 52,800 muertos. La mayor parte civiles. Y al mismo tiempo, Israel sigue como participante del festival musical, protegido por la neutralidad política que clama la Unión Europea de Radiodifusión (UER).

El caso de Yuval Raphael: voz en medio del caos

La representante israelí de este año es Yuval Raphael, una cantante de 24 años que sobrevivió personalmente al ataque del 7 de octubre de 2023, cuando militantes de Hamas atacaron un festival de música en el sur de Israel, causando más de 1,200 muertes. Su tema, “New Day Will Rise” (Un nuevo día amanecerá), tiene aires épicos y de esperanza, pero no ha logrado escapar a la crítica feroz.

Raphael ha optado por mantener un perfil bajo: pocas entrevistas y una agenda ajustada. En un gesto de preparación inusual, confesó a la BBC que ha ensayado su canción entre abucheos grabados para no desconcentrarse en el escenario. Asegura: “Estamos aquí para cantar, y voy a cantar con todo mi corazón”.

Protestas crecientes y una pregunta incómoda

En las calles de Basilea, la tensión se siente a pesar del ambiente festivo. Manifestantes marcharon en silencio el miércoles, vestidos con banderas palestinas y portando carteles como "Nemo tenía razón", en referencia al cantante suizo ganador de la edición anterior, quien se declaró abiertamente en contra de la participación de Israel por considerarla incompatible con los valores que representa Eurovisión: paz, unidad y derechos humanos.

Si Rusia fue expulsada por invadir Ucrania, ¿por qué seguimos acogiendo a Israel?”, cuestionó Lea Kobler, una manifestante de Zúrich. En 2022, la UER expulsó a Rusia tras el inicio de su invasión, marcando un precedente que muchos ahora exigen aplicar con Israel.

Eurovisión ¿realmente apolítico?

En teoría, el festival defiende una neutralidad política férrea. La UER insiste en que Israel está representado por su televisora pública, KAN, no por su gobierno. Pero cada año, se vuelve más difícil disociar la participación de un país de sus políticas.

Más de 70 exconcursantes de Eurovisión han firmado cartas abiertas pidiendo la exclusión de Israel. Además, emisoras nacionales como las de España, Islandia e Irlanda han pedido una revisión formal de su participación.

Una historia tensa con Eurovisión

Israel no es nuevo en polémicas dentro del certamen. Ha participado desde 1973 y ha ganado cuatro veces. Sin embargo, su presencia ha generado polémicas crecientes desde 2018, cuando ganó el concurso con “Toy” de Netta Barzilai, justo cuando estallaban protestas en Gaza con decenas de muertos.

En 2023, Eden Golan, la representante israelí de entonces, fue recibida con fuertes abucheos en Suecia. Pese a esto, avanzó en la competencia. Este fenómeno ha provocado que el escenario de Eurovisión se convierta, indirectamente, en un teatro de la geopolítica contemporánea.

La brecha entre arte y política

Activistas, artistas y sociólogos afirman que Eurovisión no puede seguir esquivando la discusión política. Cathrine Bublatzky, antropóloga experta en el cruce entre arte y migración, comenta: “El arte puede ofrecer una base más digestible para debates incómodos. Pero ignorar completamente la política en ciertos contextos, invalidará esa misma misión artística”.

De hecho, el propio festival surgió en 1956 como una forma de reconstrucción cultural para una Europa fracturada por la Segunda Guerra Mundial. Sus raíces están impregnadas de política, aunque la forma haya evolucionado hacia una puesta en escena musical.

Ciudad dividida: Basilea entre la música y el luto

Basilea, ciudad anfitriona, vive una aparente paradoja. Mientras que en el St. Jakobshalle se ensaya “el show del año”, a 3 kilómetros, manifestantes cargan velas y fotografían los nombres de los muertos en Gaza.

El impulso civil suizo para mantener un tono de protesta ha sido constante pero menos masivo que el vivido en Malmö en 2024. Se espera una manifestación final el sábado, coincidiendo con la gran final del concurso.

Los organizadores de la protesta ya solicitaron un permiso a la municipalidad para evitar fricciones con los cuerpos de seguridad. Los participantes de la marcha insisten en que “no están en contra del pueblo israelí, sino de su gobierno y su accionar bélico”.

¿Un nuevo capítulo para Eurovisión?

Con presión creciente, voces disidentes entre cantantes y público, y una crisis humanitaria que se intensifica en Gaza, Eurovisión 2025 podría marcar un punto de inflexión en el futuro del certamen. Los organizadores necesitarán decidir si seguirán sosteniendo la neutralidad a toda costa o si comenzarán a ajustar su política para reflejar los valores que afirman promover.

En palabras de Anne Kremers, directora del recién inaugurado Museo Fenix de Migración en Róterdam: “Mientras existamos como seres humanos, nos moveremos y migraremos. ¿Cómo puede un festival que nació de la esperanza seguir ignorando el sufrimiento con el que convive?”.

La historia sigue su curso. La nota musical aún no ha dado su tono final.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press