La silla vacía de Putin en Estambul: ¿simbolismo, estrategia o desinterés por la paz?
Mientras Ucrania acude con su máxima representación a las negociaciones en Turquía, el presidente ruso opta por no asistir, generando tensiones y dudas en la comunidad internacional.
Estambul, Turquía. Un nuevo capítulo de las complejas negociaciones por la paz en Ucrania se escribió esta semana en suelo turco, específicamente en Estambul y Ankara. Por un lado, se encontraba el presidente ucraniano Volodímir Zelenskyy, acompañado por su equipo diplomático de alto nivel; por el otro, la silla vacía de su oponente directo: Vladímir Putin.
Aunque Rusia envió una delegación encabezada por Vladímir Medinski, un estrecho colaborador de Putin, la ausencia del propio mandatario fue percibida por muchos como una señal inequívoca de su falta de voluntad para negociar seriamente el fin del conflicto que ya supera los tres años.
Turquía: anfitrión y mediador esperanzado
El ministro de Asuntos Exteriores turco, Hakan Fidan, expresó su esperanza en que las conversaciones en Estambul “abran un nuevo capítulo” hacia la paz. Turquía ha demostrado, desde los inicios del conflicto en 2022, su interés en mediar entre ambas partes. No es casualidad que fuera precisamente en Estambul donde se celebraron los primeros acercamientos diplomáticos, que lamentablemente fracasaron. Hoy, el esfuerzo se retoma en un escenario internacional aún más polarizado.
Zelenskyy desafía cara a cara
Con un tono directo, Zelenskyy lanzó un desafío claro: sentarse cara a cara con Putin. "Solo me sentaré a la mesa de diálogo si él [Putin] está frente a mí", declaró el presidente ucraniano, marcando así una postura firme. Su delegación incluyó a figuras clave como el ministro de Defensa, Rustem Umerov, y el jefe de la Oficina presidencial, Andriy Yermak.
Según fuentes diplomáticas ucranianas, el mandatario ucraniano se reunió con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdoğan, a la espera de que el líder ruso apareciera. Pero eso no ocurrió. Y la imagen que circuló internacionalmente —la silla vacía frente a la representación ucraniana— se volvió un símbolo de estancamiento diplomático.
Una silla vacía que habla
“Enfrente de los ucranianos había una silla vacía, una que debería haber ocupado Vladímir Putin”, dijo el ministro francés Jean-Noël Barrot, manifestando el sentir de muchos líderes europeos. La ministra finlandesa Elina Valtonen fue aún más tajante: “El mundo entero se ha dado cuenta de que solo hay una parte que no quiere entablar negociaciones serias, y esa es Rusia".
Estas declaraciones muestran un sentimiento cada vez más compartido en las capitales europeas: sin la presencia ni el compromiso directo de Putin, cualquier esfuerzo de paz corre el riesgo de derivar en un simple gesto diplomático sin consecuencias reales.
¿Qué buscaba Putin realmente?
Según el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, Putin sostuvo una reunión privada con los principales estrategas rusos el día anterior a las negociaciones. Estaban presentes el ministro de Defensa, Andrei Belousov, y el jefe del Estado Mayor, Valery Gerasimov, entre otros. Pero, a pesar de esa preparación, decidió no asistir a las conversaciones, delegando la gestión a Medinski —el mismo enviado de los fallidos diálogos en 2022—.
No sorprende entonces que desde Ucrania y Occidente se perciba esta actitud como un intento de dilatar el conflicto o imponer condiciones inaceptables. Como señaló uno de los asesores de Zelenskyy, las propuestas de Moscú son "más un ultimátum que una base para un acuerdo mutuo".
Trump aparece como figura incierta
Otro actor inesperado en este tablero diplomático ha sido Donald Trump. El expresidente estadounidense ha manifestado su intención de mediar exitosamente en el conflicto si regresa al poder. En público, ha presionado para que Putin y Zelenskyy se sienten a hablar, incluso mencionando Estambul como lugar ideal. Pero tras la ausencia de Putin, Trump se mostró poco sorprendido: “No pensaba que fuera posible que Putin asistiera a una reunión en la que yo no estuviera presente”, ironizó desde Doha, Catar.
La postura firme de Occidente
Mientras tanto, Estados Unidos y varios países europeos han advertido que si no se avanza en la búsqueda de la paz, habrá nuevas sanciones “masivas” contra Rusia. Marco Rubio, senador estadounidense, fue claro al respecto: “Esperamos poder encontrar los pasos que conduzcan al fin del conflicto de forma negociada y evitar futuras guerras”.
El ministro ucraniano Andrii Sybiha, presente en Antalya durante la conferencia de ministros de exteriores de la OTAN, llamó a Rusia a corresponder los gestos constructivos de Kiev. Pero añadió tajantemente: “Hasta ahora, no lo ha hecho”.
¿Una oportunidad perdida o el inicio de algo más?
Después de más de tres años, cerca de 500.000 víctimas entre muertos y heridos (según estimaciones no confirmadas oficiales), millones de desplazados y pueblos arrasados, el mundo sigue esperando una solución negociada. Sin embargo, esta nueva ronda de conversaciones parece haber reavivado viejas dudas: ¿quiere realmente Rusia terminar la guerra o simplemente ganar tiempo?
La diplomacia —como afirmaba Henry Kissinger— es el “arte de negociar lo innegociable”. Pero incluso ese arte tiene límites cuando una de las partes ni siquiera se presenta a la mesa.
*"Putin está arrastrando los pies",* concluyó el ministro Barrot. Y mientras tanto, los relojes diplomáticos siguen corriendo, al compás de una guerra que no da tregua.
El futuro de Ucrania, el orden global y la estabilidad de Europa podrían estar atados a una silla vacía.