El lado oscuro del Everest: muerte, gloria y la obsesión por conquistar la cima del mundo
Mientras Nepal disfruta su temporada alta de ascensos, dos escaladores pierden la vida en la Ruta Sur del Everest en 2025: un recordatorio brutal del precio que muchos pagan por tocar el cielo
Una montaña, dos tragedias
En plena temporada de primavera, cuando cientos de escaladores se agolpan al pie de la cima más alta del planeta en busca de gloria, la noticia sobre la muerte de dos alpinistas sirve como recordatorio del altísimo riesgo que implica alcanzar la cima del Qomolangma, más conocido como el Monte Everest. Este 2025, Subrata Ghosh, de India, y Philipp Santiago, de Filipinas, han perdido la vida en uno de los tramos más peligrosos de la expedición. Según la empresa organizadora Snowy Horizon Trek and Expedition, ambos murieron cerca o en el Campo 4, a más de 8,000 metros de altitud.
El precio de la cima: cifras que hablan por sí solas
Desde que Sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay realizaron la primera ascensión exitosa al Everest en 1953, más de 6,000 personas han alcanzado la cima, pero a un costo significativo. Más de 320 muertes han sido registradas en la montaña, muchas de las cuales ocurrieron durante el descenso, cuando el cuerpo ya ha gastado gran parte de su energía y oxígeno. El caso de Ghosh y Santiago no es la excepción.
¿Por qué mueren los escaladores en el Everest?
La respuesta es múltiple, pero entre los factores más comunes se encuentran:
- Mal de altura severo (HACE/HAPE)
- Congelamientos y hipotermia
- Fatiga extrema
- Avalanchas e impredecibles condiciones meteorológicas
A esto se suma la llamada zona de la muerte, aquellas altitudes por encima de los 8,000 metros donde la concentración de oxígeno se reduce al 30% respecto al nivel del mar. Allí, el cuerpo humano literalmente empieza a morir si permanece demasiado tiempo.
¿Vale la pena arriesgar la vida?
En 2023, más de 870 permisos fueron emitidos por el gobierno de Nepal para escalar el Everest. Teniendo en cuenta que cada alpinista suele ir acompañado de al menos un guía sherpa, la cifra real de personas en la montaña puede superar los 1,500. Esa sobrepoblación aumenta el riesgo de accidentes, especialmente en puntos como el paso Hilary o el Collado Sur, donde los embotellamientos pueden retrasar el ascenso y agotar los suministros de oxígeno. La tragedia del Everest en 2019, donde murieron once personas, es un ejemplo claro.
El periodista Jon Krakauer, autor del libro Mal de altura (Into Thin Air), ya advertía en 1997 sobre el crecimiento desmedido del turismo de aventura en el Himalaya. "La cima del Everest no es un lugar para el ego o la prisa", escribió. Décadas después, esas palabras siguen siendo ignoradas por muchos.
Los cuerpos que nunca bajan
Una de las consecuencias más escalofriantes de estas tragedias es que la mayoría de los cuerpos no son recuperados. La operación para evacuarlos cuesta entre 40,000 y 70,000 USD, y pone en riesgo la vida de quienes la intentan. De hecho, muchos cadáveres de escaladores permanecen congelados en la montaña y se han convertido en referencias macabras, como el famoso "Botas Verdes", cuya identidad aún hoy genera debate.
Un negocio multimillonario
La industria del montañismo en Nepal representa una importante fuente de ingresos. Solo en permisos a extranjeros, el gobierno recaudó más de 4.5 millones de dólares en 2023. A esto se añaden tarifas de guías, transporte, oxígeno suplementario, alojamiento y otros servicios.
Pero algunos críticos sostienen que Nepal emite permisos indiscriminadamente, sin filtrar adecuadamente la experiencia de los escaladores, lo que lleva a situaciones peligrosas para todos. "No cualquiera puede manejar un Everest. Esto no es un parque de diversiones", denunció Rajan Pokhrel, exdirector del Departamento de Turismo.
Los Sherpas: héroes invisibles en la línea de fuego
Si bien los escaladores extranjeros suelen ser los protagonistas de los titulares, hay que destacar el papel vital de los sherpas, comunidad étnica del Himalaya con amplia experiencia en alta montaña. Ellos cargan equipo, colocan cuerdas, montan campamentos y, en muchas ocasiones, participan en rescates.
Sin embargo, su paga no siempre refleja los riesgos que afrontan. Muchos sherpas han perdido la vida en avalanchas o caídas, como ocurrió en 2014 cuando una avalanchas mató a 16 de ellos durante labores de acondicionamiento de ruta.
La presión del "summit fever"
En el Everest, uno de los terminos más temidos es el "summit fever", la obsesión casi enfermiza por alcanzar la cima a toda costa. Esa mentalidad ha contribuido a numerosas muertes, pues muchos escaladores ignoran señales de advertencia en su afán por lograr la hazaña. "Estás tan cerca... no puedes parar ahora", relatan quienes sobrevivieron al impulso de seguir pese al peligro. Cientos no lo lograron.
¿Y el futuro?
Después de tragedias como las ocurridas en esta primavera de 2025, surgen voces que exigen la implementación de controles más estrictos para autorizar ascensos al Everest:
- Revisión médica y psicológica obligatoria
- Evaluación técnica en escalada de alta montaña
- Límite en el número de permisos emitidos por temporada
- Regulación de empresas organizadoras por parte de un ente internacional
Iniciativas como estas podrían hacer del Everest un entorno más seguro y, más importante aún, más respetuoso con la naturaleza y las vidas que allí se juegan.
Una cima que no perdona
La muerte de Subrata Ghosh y Philipp Santiago no es una excepción, sino una tendencia que perdura. Mientras sigamos idolatrando la cima sin considerar el camino y sus consecuencias, el Everest continuará cobrando vidas. Porque conquistar el Everest no es solo cuestión de piernas fuertes o coraje; es, sobre todo, una decisión que debe contemplar la fragilidad humana.