Sentimiento económico en picada: inflación, tarifas y préstamos estudiantiles amenazan el bolsillo estadounidense

La confianza del consumidor en EE.UU. cae al segundo nivel más bajo en décadas, mientras el país enfrenta una tormenta de políticas económicas, guerra comercial y confusión sobre préstamos estudiantiles

Un malestar económico que se siente en cada hogar

En mayo de 2025, el índice de sentimiento del consumidor de la Universidad de Michigan cayó por quinto mes consecutivo, llegando a 50.8 puntos, su segundo nivel más bajo desde que se comenzó a medir hace casi 75 años. El único registro peor fue en junio de 2022, durante los vestigios más complicados de la recuperación pospandémica. Este desplome del 2.7% con respecto a abril marca una caída de casi el 30% desde enero.

Los datos reflejan un profundo pesimismo entre los estadounidenses frente a la actual coyuntura económica, influida por el resurgimiento de la guerra comercial con China, la inflación persistente, la incertidumbre política y un sistema de préstamos estudiantiles desorganizado.

La guerra comercial regresa… y con fuerza

El expresidente Donald Trump reactivó la batalla arancelaria más intensa desde la década de 1930, imponiendo aranceles del 145% a todas las importaciones chinas. Esta medida paralizó virtualmente el comercio entre Estados Unidos y su tercer mayor socio comercial. Aunque recientemente ambos países anunciaron un acuerdo que reduce los aranceles al 30% en EE.UU. y al 10% en China, el daño ya está hecho para muchos consumidores y empresas.

Retailers como Walmart ya anunciaron aumentos de precios en productos de primera necesidad, con subidas adicionales previstas para junio y julio. Esto coincide con la temporada de regreso a clases, una época de elevados gastos familiares. Con el 90% de la población estadounidense comprando en Walmart, estos incrementos podrían amplificar la ansiedad económica de millones.

Una inflación que no da tregua

Las expectativas de inflación a 12 meses llegaron al 7.3%, el nivel más alto desde 1981, y a cinco años aumentaron al 4.6%, máximo no visto desde 1991. Estos pronósticos, aunque más altos que la inflación real (2.3% en abril), son cruciales, porque las expectativas de inflación tienden a convertirse en profecías autocumplidas. Si los consumidores creen que los precios seguirán subiendo, demandarán aumentos salariales que podrían generar un círculo inflacionario.

“Observamos un cambio de comportamiento preocupante. El temor de inflación futura está generando aumentos de precios preventivos entre empresas y presión salarial en el mercado laboral”, comentó el economista Robert J. Shiller, premio Nobel.

Polarización política: dos realidades distintas

Una característica alarmante del informe de la Universidad de Michigan es la creciente brecha política en la percepción económica. Entre los votantes demócratas, el índice cayó a 33.9, su punto más bajo desde que se comenzó a clasificar por filiación partidista en 1980. En contraste, entre los republicanos, se ubicó en 84.2, aunque también ha disminuido desde abril.

Este sesgo partidista plantea preguntas sobre la fiabilidad metodológica de los informes, especialmente después de que el estudio pasó a realizarse exclusivamente online el año pasado —una medida que algunos críticos creen podría sesgar los resultados hacia valoraciones más negativas.

El caos de los préstamos estudiantiles

A estas preocupaciones macroeconómicas se suma una crisis microeconómica que afecta a más de 40 millones de estadounidenses: los préstamos estudiantiles. Tras el bloqueo judicial de varios programas de alivio recientes, la situación ha empeorado.

  • Más de 5.3 millones de prestatarios están en default y podrían ver sus salarios embargados.
  • Los planes de pago bajo ingresos fueron pausados pero recientemente reactivados, aunque funcionan lentamente.
  • La aplicación del plan SAVE de Biden está en suspenso por disputas judiciales.

Esto ha dejado a millones de estudiantes y egresados en una especie de limbo legal y financiero. Natalia Abrams, del Student Debt Crisis Center, califica el momento como “una tormenta perfecta de incertidumbre y burocracia”.

Los planes de pago y sus laberintos

Actualmente, los prestatarios pueden acceder a planes como el Income-Based Repayment Plan (IBR), Pay As You Earn (PAYE) y Income-Contingent Repayment (ICR). Pero las solicitudes están tardando en procesarse debido al colapso del sistema tras la pausa judicial.

Incluso para quienes ya están inscritos, las recertificaciones —necesarias cada año— están demoradas y muchos prestatarios ni siquiera pueden contactar a sus administradores de préstamos después de horas en espera telefónica.

¿Qué ocurre si caes en impago?

Para quienes se encuentran en delincuencia o default, las opciones son limitadas. El Departamento de Educación ha finalizado el programa Fresh Start, que permitía salir del impago sin penalización. Ahora, los prestatarios deben optar por planes de rehabilitación, que requieren nueve meses consecutivos de pagos puntuales para remover el “default” del historial.

Kate Wood, de NerdWallet, advierte: “Una sola morosidad puede bajar la puntuación de crédito en más de 100 puntos y permanecen en tu historial durante siete años.”

Confusión generalizada, canales bloqueados y sistemas caídos

Al caos operativo se suma la falta de transparencia. Muchos prestatarios reportan que ya no pueden ver sus estados de pago en el sistema federal en línea. La recomendación de los expertos: tomar capturas de pantalla de cada transacción como respaldo inmediato.

La elección de 2024 plantea más incertidumbre

Todo este escenario se enmarca en el contexto de la elección presidencial. Trump ha manifestado su intención de cambiar por completo el programa de condonación de deuda por servicio público (PSLF) para excluir “organizaciones no aptas”, algo que aún no se ha implementado pero marca una agenda disonante respecto al gobierno de Biden.

Perspectivas sombrías y futuro incierto

Mientras la inflación continúa agregando presión y los consumidores recortan gastos, cada uno de estos elementos—guerra comercial, préstamos estudiantiles mal gestionados, encarecimiento de productos esenciales—opera como una cuerda que tira del mismo nudo: la pérdida de confianza del consumidor.

Y como apuntó recientemente Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal: “No podemos ignorar la subjetividad del sentimiento consumidor, pero si las expectativas de inflación siguen creciendo, eso podría impedir los recortes de tasas que muchos esperan”.

Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, el bolsillo del votante podría determinar más que nunca quién se sienta en la Oficina Oval. Y si no cambia esta tendencia, lo que parece un problema financiero podría convertirse en un terremoto político.

Fuentes:
- Universidad de Michigan, Índice de Sentimiento del Consumidor
- Reserva Federal
- Student Debt Crisis Center
- Student Borrower Protection Center

Este artículo fue redactado con información de Associated Press