Tráfico ilegal de orangutanes en Tailandia: el oscuro negocio que atenta contra una especie en peligro crítico
El reciente rescate de dos crías en Bangkok expone un lucrativo mercado negro que amenaza la biodiversidad global
En un operativo policial llevado a cabo en la capital de Tailandia, Bangkok, las autoridades rescataron a dos crías de orangután que estaban a punto de ser vendidas ilegalmente. El presunto traficante fue arrestado en una estación de gasolina, enfrentando cargos que podrían significar hasta cuatro años de prisión. Este caso, aunque impactante, es solo la punta del iceberg de un problema mucho más grave: el tráfico ilegal de vida silvestre y, en particular, la venta de especies en peligro crítico como los orangutanes.
Una especie acorralada
Los orangutanes son primates que habitan exclusivamente en las selvas tropicales de Sumatra y Borneo. En las últimas décadas, se ha producido un drástico declive en sus poblaciones debido a diversos factores, siendo el tráfico ilegal uno de los principales.
La Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) clasifica a los orangutanes como especie en peligro crítico de extinción. Se estima que, desde 1973, se ha perdido más del 80% del hábitat natural de estos primates. La causa más frecuente es la tala indiscriminada de bosques y, especialmente, el avance de las plantaciones de palma aceitera, muy comunes en Indonesia y Malasia.
¿Por qué Tailandia es un foco del tráfico ilegal?
Durante las últimas dos décadas, Tailandia se ha convertido en un punto neurálgico para el tráfico de animales salvajes. Aunque algunas especies tienen como destino final grandes ciudades asiáticas como Pekín o Singapur, muchas pasan por Bangkok, considerada una de las principales rutas de tránsito para especies exóticas.
Entre las razones que explican esta situación se encuentran:
- La alta demanda de mascotas exóticas en Asia y en mercados internacionales.
- Corrupción institucional y aplicación laxa de las leyes ambientales.
- Una extensa red de grupos organizados de crimen transnacional.
- Facilidad logística en el transporte aéreo y marítimo.
En el caso del tráfico de los orangutanes, las autoridades tailandesas reportaron que cada ejemplar puede venderse por hasta 300,000 baht tailandeses (aproximadamente 9,000 dólares estadounidenses) en el mercado negro. Se trata de un negocio altamente rentable para los traficantes.
Cómo funciona esta red clandestina
El modus operandi de las bandas dedicadas al tráfico ilegal de orangutanes es complejo y está lleno de crueldad. Las crías suelen ser arrebatadas de sus madres tras violentas incursiones en la selva. Si la madre se opone —algo bastante común— es asesinada por los cazadores. Las crías que sobreviven son luego transportadas en condiciones inhumanas: sedadas, escondidas en bolsas o maletas, o incluso disfrazadas.
Este ciclo de violencia comienza en las zonas rurales de Borneo o Sumatra, pero finaliza en zonas urbanas como Bangkok, donde se negocia con particulares, zoológicos clandestinos o incluso restaurantes temáticos que exhiben animales exóticos.
Los esfuerzos de conservación y repatriación
Ante esta alarmante situación, Tailandia ha llevado a cabo operativos de repatriación. En las últimas dos décadas, docenas de orangutanes han sido devueltos a Indonesia, su país de origen natural. Uno de los organismos clave en estas iniciativas es el Departamento de Parques Nacionales, Vida Silvestre y Conservación de Plantas de Tailandia.
A pesar de estos esfuerzos, la recurrencia de casos como el reciente rescate de Bangkok demuestra que los operativos son insuficientes si no van acompañados de mayor monitoreo, sanciones ejemplares y cooperación internacional.
Una amenaza global
Más allá del caso de los orangutanes, se estima que el tráfico ilegal de vida silvestre genera entre 10,000 y 20,000 millones de dólares al año, según datos combinados de la agencia ICE de EE. UU. e Interpol. Esto convierte a esta actividad en el cuarto negocio ilícito más lucrativo del mundo, solo detrás del narcotráfico, la trata de personas y el tráfico de armas.
El impacto de esta práctica no es solo ambiental. También contribuye a:
- La propagación de enfermedades zoonóticas, como se evidenció con el COVID-19.
- Debilitar gobiernos locales mediante la corrupción y la violencia.
- La pérdida de patrimonio biológico único que no puede ser reemplazado.
El rol de las convenciones internacionales
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) prohíbe expresamente el comercio transfronterizo de especies en peligro, incluidos los orangutanes. No obstante, aunque la mayoría de los países del Sudeste Asiático son signatarios, la eficacia de su implementación varía considerablemente.
La falta de recursos, formación y voluntad política hacen que estas normativas sean en muchas ocasiones letra muerta, especialmente en zonas rurales o en las fronteras más porosas.
Qué se puede hacer desde la sociedad civil
La lucha contra el tráfico ilegal de fauna silvestre no puede quedar únicamente en manos del Estado. Existen diversas vías mediante las cuales los ciudadanos pueden contribuir:
- No comprar ni compartir contenido de redes sociales que muestre animales exóticos como mascotas.
- Denunciar actividades o páginas en línea que ofrezcan especies protegidas.
- Apoyar económicamente o como voluntario a organizaciones como Orangutan Foundation o Borneo Orangutan Survival Foundation.
- Exigir a gobiernos y empresas tecnológicas una mayor responsabilidad en monitoreo de contenido ilegal.
Un reto para la humanidad
Lo ocurrido en Bangkok no es un hecho aislado. Refleja una crisis ambiental, ética y política de carácter internacional. La pérdida de especies como el orangután no solo significa la desaparición de un animal carismático, sino la fractura de ecosistemas enteros.
En palabras de la primatóloga y activista Jane Goodall: "Lo que hacemos a los animales, lo terminamos haciendo a nosotros mismos". Frenar el tráfico ilegal, como el que sufren los orangutanes en Tailandia, requiere acciones urgentes y coordinadas. No solo para salvar a una especie, sino para preservar algo mucho más esencial: el equilibrio del planeta que compartimos todos.