Zelenskyy entre dos fuegos: El delicado equilibro de Ucrania entre Trump y Putin
Mientras Putin ignora las negociaciones y Trump se muestra indeciso, el presidente ucraniano lucha por mantener el apoyo de Occidente mientras su país sigue en guerra
La guerra en Ucrania entra en una fase crítica
Desde que comenzaron las conversaciones de paz impulsadas por Estados Unidos en marzo, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy ha estado desarrollando una estrategia clara: mostrar que es un socio confiable para Washington y al mismo tiempo demostrar que el presidente ruso, Vladimir Putin, no lo es.
En el tablero de ajedrez geopolítico que se ha instalado desde la invasión rusa en 2022, Kyiv ha intentado jugar todas sus cartas para no perder el apoyo de su principal aliado internacional, Estados Unidos, especialmente bajo la administración Trump, una figura que ha demostrado tanto poder decisivo como imprevisibilidad.
¿Paz escenificada o estancamiento prolongado?
La más reciente muestra de voluntad por parte de Ucrania fue aceptar, a petición de Trump, entablar conversaciones directas con Rusia en Turquía. Sin embargo, la ausencia de Putin degradó esa sesión a una mera "reunión técnica" que no produjo resultados tangibles.
Zelenskyy fue aún más lejos: desafió públicamente a Putin a un cara a cara. Un movimiento audaz, tal vez simbólico, pero que terminó en un vacío político. Como era de esperarse, Moscú no respondió al ofrecimiento.
“Queremos paz, pero necesitamos justicia”
El mensaje no ha cambiado. Como expresó Mykola Davydiuk, politólogo ucraniano: “Hemos demostrado que estamos a favor de las negociaciones de paz y apoyamos el plan de Trump. Ahora la pelota está en su campo”.
Pero la frustración desde Kyiv es evidente. “Parece surrealista cuando Ucrania cumple todo lo que se nos exige, y Putin simplemente ignora o rechaza”, afirmó Oleksandr Merezhko, legislador del partido de Zelenskyy.
Una danza diplomática bajo fuego
A pesar de las amenazas de abandonar el proceso de paz por parte de EE.UU., la presión real contra Moscú sigue siendo tenue. Ni las sanciones devastadoras al sector energético ruso ni la reducción efectiva de su capacidad de guerra han sido implementadas.
Zelenskyy ha tomado pasos importantes para mantener la buena voluntad estadounidense, incluyendo la firma de un acuerdo sobre minerales estratégicos en abril, una de las exigencias clave por parte de Trump. Incluso aceptó la propuesta norteamericana de un cese al fuego de 30 días, que fue rápidamente rechazado por Putin quien exigía, entre otras cosas, que Ucrania renuncie a unirse a la OTAN.
The show must go on: Putin y el teatro geopolítico
El Kremlin asegura consistentemente que está abierto al diálogo, siempre y cuando se cumplan condiciones inaceptables para Ucrania. Esto incluye ceder territorios ocupados, neutralizar su ejército e inscribirse en un futuro ajeno a la OTAN. Básicamente, una rendición bajo otro nombre.
No obstante, Rusia también juega su propia narrativa. Últimamente rechazó un alto al fuego de 30 días, ofreciendo en su lugar dos pausas unilaterales breves y luego acusando a Ucrania de continuar las hostilidades. Una clásica proyección propagandística que muchos expertos han identificado como una táctica rusa recurrente.
Sin tiempo que perder
Según analistas militares, el tiempo juega contra Ucrania. Sin un suministro constante de armas y una ampliación urgente de su producción local de armamento, Kyiv no podrá resistir por mucho más.
Estudios recientes estiman entre 6 meses a 2 años de resistencia ucraniana antes de un colapso o un estancamiento irreversible.
En tierra, los soldados ucranianos ven con resignación los vaivenes políticos desde las trincheras. Para muchos, la semana de negociaciones fue, en palabras de un operador de dron de la 68.ª brigada, simplemente “un circo”.
Intercambio de prisioneros: una pequeña luz
Una de las únicas victorias diplomáticas recientes fue el intercambio de 1.000 prisioneros de guerra, el más grande hasta la fecha entre ambas partes. Una acción que podría interpretarse como un gesto mínimo de confianza o simplemente como una maniobra táctica más.
La realidad territorial sobre el terreno
Mientras tanto, la situación militar sigue empeorando. Las fuerzas rusas han intensificado los ataques en Donetsk, Zaporizhzhia y Jersón, con la aparente intención de asegurar y expandir sus ocupaciones antes del invierno.
Su objetivo, según los analistas, es consolidar el control sobre dos de las cuatro regiones que Moscú reclama como propias, alcanzando las fronteras con la región de Dnipropetrovsk.
En el frente, el sentimiento es dual: resistir al máximo a la espera de una congelación del conflicto, o un colapso militar que obligue a ceder más pronto que tarde.
Trump, el comodín
El expresidente estadounidense podría convertirse en árbitro o en catalizador del conflicto, dependiendo de cómo actúe en los próximos meses. Él mismo lo admitió con ambigüedad tras abordar el Air Force One de regreso desde Abu Dabi:
“Él y yo nos reuniremos, y creo que lo resolveremos, o tal vez no. Al menos sabremos. Y si no lo resolvemos, será muy interesante”.
Una frase que podría sacarse de un programa de ‘reality show’, pero que refleja la falta de compromiso claro desde la Casa Blanca respecto a una paz real.
El futuro inmediato: ¿más plomo o más diplomacia?
Balazs Jarabik, analista de Europa del Este, fue contundente: “Están desesperados por mantener a los americanos de su lado”. Y no es para menos. Cada decisión de Zelenskyy ahora está calibrada no sólo respecto al Kremlin, sino a cómo será percibida en Washington.
Zelenskyy ha apoyado un nuevo paquete de sanciones impulsado en el Congreso por el senador republicano Lindsay Graham, que incluiría aranceles de hasta el 500% sobre importaciones energéticas rusas. De concretarse, este punto sí podría inclinar la balanza.
¿Qué busca Moscú realmente?
La pregunta de fondo que enfrenta toda la comunidad internacional es esta: ¿realmente quiere Putin la paz? O está simplemente ganando tiempo, consolidando posiciones y esperando que Trump, su reverso político preferido en Occidente, regrese al poder de forma plena en 2025.
Por el momento, Ucrania sigue luchando, tanto en los campos de batalla como en los salones diplomáticos, aferrada a la idea de no ser abandonada, pero consciente de que el tiempo, la energía mundial y las voluntades políticas se están agotando.