¿Un Camino Hacia la Paz?: El Vaticano y su Rol Persistente en el Conflicto Rusia-Ucrania

Entre diplomacia, neutralidad histórica y el llamado del Papa Leo XIV, la Santa Sede se posiciona nuevamente como escenario para negociaciones de alto nivel

El conflicto interminable y el horizonte de Roma

Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022, la comunidad internacional ha buscado, sin éxito duradero, fórmulas que permitan el cese de hostilidades. En medio de las negociaciones fallidas, las sanciones económicas, y los constantes intercambios militares, hay un actor cuya neutralidad institucional le otorga una posición única: el Vaticano.

El reciente interés expresado por el secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, en una posible mediación vaticana para conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania ha reavivado una tradición diplomática que la Santa Sede ha cultivado a lo largo de la historia. Durante su reciente visita a Roma, Rubio mantuvo conversaciones con varias autoridades vaticanas, incluyendo al cardenal Matteo Zuppi y al secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, agradeciendo explícitamente su rol humanitario en el conflicto.

Una tradición diplomática consolidada

Desde tiempos antiguos, la Santa Sede ha ejercido un papel diplomático internacional basado en su carácter soberano y neutral. Durante la Guerra Fría, jugó un papel silente pero significativo en momentos críticos, como la crisis de los misiles en Cuba de 1962. En esa ocasión, el papa Juan XXIII intervino con cartas privadas y un famoso discurso radiofónico en el que pidió a líderes como Kennedy y Kruschev poner la paz por encima del orgullo nacional.

Más recientemente, en 2014, el papa Francisco medió en el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, una hazaña que la diplomacia internacional recuerda como una de las más exitosas del siglo XXI. Esos antecedentes validan la viabilidad del Vaticano como sede neutral para procesos de paz.

El factor Leo XIV: Un nuevo liderazgo con firmeza moral

El nombramiento de Leo XIV, el primer papa estadounidense en la historia, ha puesto un rostro nuevo a la diplomacia vaticana. Electo el 8 de mayo de 2024, Leo XIV ha declarado desde su primer mensaje dominical su firme compromiso de trabajar activamente por un "paz auténtica, justa y duradera" entre Rusia y Ucrania.

El actual pontífice no oculta su opinión: cuando era obispo en Perú, calificó el conflicto armado como una “invasión imperialista” por parte de Rusia. Ahora, como cabeza de la Iglesia Católica, mantiene ese tono firme y directo, lo que ha generado tanto expectativas como tensiones, especialmente en los círculos diplomáticos que buscan evitar desbalances en las negociaciones.

Cardenal Zuppi y su papel estratégico

Designado por el papa Francisco como mediador para el conflicto en Ucrania, el cardenal Matteo Zuppi es el punto de contacto diplomático más activo del Vaticano en esta materia. Ha trabajado fundamentalmente en iniciativas de carácter humanitario, como la reunificación de niños ucranianos llevados a Rusia y el intercambio de prisioneros, en lo que se considera un éxito parcial en medio de una guerra que rara vez conoce treguas.

Durante la reciente reunión con el secretario Rubio, Zuppi reafirmó la disposición de la Santa Sede para facilitar conversaciones directas, aún cuando aclaró que no sería un "mediador" en el sentido formal, sino más bien un "facilitador neutral" que pueda ofrecer terreno común para el diálogo.

¿Por qué el Vaticano podría ser el escenario ideal?

En diplomacia internacional, la percepción lo es todo. El Vaticano es una de las pocas entidades que gozan de un respeto casi universal gracias a su papel histórico, su independencia soberana y su vocación pacificadora. Además, tanto Rusia como Ucrania mantienen relaciones formales con la Santa Sede, lo que elimina uno de los grandes obstáculos logísticos que a menudo entorpecen los diálogos multilaterales.

De hecho, el cardenal Pietro Parolin destacó recientemente que el Vaticano sigue siendo un "lugar disponible con toda la discreción necesaria", reafirmando una oferta abierta que ha sido renovada en varias ocasiones desde que comenzó la guerra.

El revés de Estambul y el regreso al inicio

El fracaso de las más recientes negociaciones de paz en Estambul, que concluyeron sin acuerdo sobre el cese al fuego y apenas una promesa de intercambio de prisioneros de guerra (POWs), ha sido descrito como "trágico" por Parolin. "Esperábamos que pudiera iniciarse un proceso lento pero positivo hacia una solución pacífica", declaró. Sin embargo, el ambiente diplomático actual parece recargado de desconfianza mutua, haciendo más valorado aún el tipo de espacio neutral y espiritual que representa el Vaticano.

Humanitarismo, no protagonismo: la estrategia de la Santa Sede

Es importante destacar que el Vaticano no busca destacarse como una potencia política, sino como un facilitador humanitario. Según expertos en relaciones internacionales, la discreción y el acceso directo a líderes de diversos bloques ideológicos le otorgan una ventaja comunicativa difícil de igualar.

Ejemplo claro de esa labor humanitaria fue el éxito en facilitar el retorno de varios niños ucranianos que habían sido llevados forzosamente a Rusia, una acción que muchos consideran un crimen de guerra. En palabras del propio papa Leo XIV: “La dignidad de la paz debe ser restaurada y salvaguardada como el bien supremo entre los pueblos”.

El Vaticano frente a los desafíos modernos

No obstante su tradición pacificadora, la Santa Sede enfrenta ahora desafíos muy distintos. Las guerras modernas son más multifacéticas, los actores tienen perfiles distintos y los intereses geopolíticos muchas veces nublan cualquier intento de neutralidad. A esto se suma el papel omnipresente de las redes sociales y la información desenfrenada, que puede desvirtuar cualquier intento de mediación sincera.

Pero precisamente porque el mundo parece caminar hacia el cinismo y la hiperpolitización, la voz moral del Vaticano cobra de nuevo relevancia. Quizás no logren la firma de un tratado histórico en suelo papal, pero el solo hecho de reactivar canales de comunicación ya representa un avance considerable.

Entre pies besados y puertas abiertas

Vale la pena recordar un episodio que ilustró mejor que ninguna declaración diplomática el compromiso del Vaticano con la paz. En 2019, durante un encuentro con líderes rivales de Sudán del Sur, el papa Francisco se arrodilló para besar sus pies en un gesto que rogaba reconciliación y entendimiento. Esa imagen dio la vuelta al mundo y aún hoy es citada como símbolo de humildad al servicio de un fin mayor: la vida y la dignidad humana.

La historia podría ahora repetirse, aunque en un nuevo contexto. Con el papa Leo XIV al frente, y con las lecciones del pasado como brújula, el Vaticano vuelve a ponerse en disposición de reunir enemigos bajo un mismo techo, esperando que, al menos, se escuchen.

¿Y qué sigue ahora?

Según Marco Rubio, los canales seguirán abiertos y la voluntad estadounidense de colaborar con la Iglesia en iniciativas humanitarias continuará durante el liderazgo de Leo XIV. Pero los ojos del mundo estarán puestos ahora en los gestos concretos: si Moscú y Kyiv, después de más de dos años de guerra brutal, estarán finalmente dispuestos a sentarse en una mesa sagrada, no para rendirse, sino para hablar.

Como diría el papa Juan XXIII en plena Guerra Fría: "Consultemos a nuestra conciencia porque la paz exige una conciencia verdadera".

Este artículo fue redactado con información de Associated Press