Eurovisión 2024: Entre música, luces y tensiones políticas
El certamen musical más grande del mundo culmina en Basilea con espectáculos vibrantes, diversidad cultural y controversias que desafían su neutralidad
Eurovisión 2024 ha vuelto a brillar sobre el escenario, esta vez desde la ciudad suiza de Basilea, donde 26 países compitieron en una noche repleta de espectáculo, emoción y mensajes contundentes. Pero más allá de las luces, las baladas, las coreografías y los trajes excéntricos, la edición de este año también estuvo marcada por una intensa carga política y social.
Un escenario multicolor y multilingüe
Con una audiencia estimada de 160 millones de telespectadores, según la Unión Europea de Radiodifusión (UER), Eurovisión no es solo un evento musical: es uno de los procesos culturales más influyentes del continente. Lo que comenzó como un intento de unificar países europeos tras la Segunda Guerra Mundial mediante la música, hoy representa una celebración de la diversidad, la identidad nacional y, a menudo, la protesta.
Este año fueron 20 los idiomas escuchados durante la competición, algo poco común en décadas pasadas. "Antes bastaba con una canción pop pegadiza e inofensiva, generalmente en inglés," explicó el historiador de Eurovisión Dean Vuletic. "Pero ahora las canciones necesitan ser auténticas, ofrecer significados y conectar emocionalmente para sobresalir."
Los favoritos del público y de las casas de apuestas
Entre los favoritos se encontraba el trío sueco KAJ, quienes interpretaron “Bara Bada Bastu”, una alegre oda a la cultura de la sauna. Esta propuesta logró destacarse no solo por su energía contagiosa, sino también por apelar a una identidad cultural clara y reconocible.
Austria presentó al contratenor JJ con su tema “Wasted Love”, que fusiona el bel canto con el pop moderno, una combinación que le ha valido muchos elogios por su originalidad.
Otros que rindieron fuerte en la noche fueron la francesa Louane con “Maman”, una emotiva balada sobre la maternidad; el neerlandés Claude con “C’est La Vie”; y la finlandesa Erika Vikman con la divertida y provocadora “Ich Komme.” Por si fuera poco, Estonia también sorprendió con Tommy Cash y la vibrante canción “Espresso Macchiato.”
El controvertido caso de Israel
Uno de los temas más espinosos de Eurovisión 2024 fue la participación de Israel, en medio de protestas y llamados para su exclusión del evento debido al conflicto con Hamás en Gaza.
La representante israelí Yuval Raphael fue muy bien recibida por muchos con su tema "New Day Will Rise", un himno de esperanza y resiliencia. Sin embargo, grupos pro-palestinos organizaron manifestaciones, tanto dentro como fuera del recinto, alegando que Israel no debía participar mientras el conflicto en Gaza siga activo.
La UEB, responsable de la organización del evento, tuvo que emitir un comunicado reforzando el código de conducta, recordando a los participantes y al público los valores de universalidad, diversidad, igualdad e inclusión, así como la neutralidad política del certamen.
Un evento que ya no puede evitar la política
El miembro de KAJ, Axel Åhman, declaró que aunque la política se intenta dejar fuera del escenario, “el mundo siempre se cuela de alguna manera.” Muchos analistas consideran que Eurovisión se ha convertido en un poderoso escenario de expresión política y social.
No es la primera vez: en 2014, la victoria de Conchita Wurst por Austria con "Rise Like a Phoenix" fue celebrada como una declaración sobre la diversidad sexual. En 2022, la canción ucraniana "Stefania" del grupo Kalush Orchestra se convirtió en un símbolo de resistencia en plena invasión rusa.
Los cambios que dejó la controversia del año pasado
Tras las tensiones de 2023 en Malmö, en donde el neerlandés Joost Klein fue descalificado por un incidente fuera del escenario, la organización endureció las reglas y vigila estrictamente los comportamientos dentro y fuera de las cámaras.
Además, el veto a las banderas extranjeras de 2024 fue revertido este año en Suiza. El público pudo llevar cualquier bandera permitida por la ley local, incluidas las palestinas y del orgullo LGTBI+, aunque los artistas solo pudieron utilizar la de sus respectivos países.
Mucho más que cantantes y trajes exóticos
Eurovisión también ha demostrado ser un fenómeno social. Las entradas se agotan en minutos, el turismo se activa en la ciudad anfitriona y las plataformas digitales se inundan de memes, reacciones y votaciones intensas entre los fanáticos.
En plataformas como TikTok y Twitter, hashtags como #Eurovision2024, #TeamKAJ o #YuvalForTheWin lograron millones de impresiones durante la final. Para muchos europeos, Eurovisión no es solo una competencia de música, sino una oportunidad para reafirmar identidad y pertenencia.
Los datos detrás del megashow
- Más de 30.000 luces y efectos visuales iluminan el escenario principal.
- Cada interpretación musical dura exactamente 3 minutos.
- Múltiples idiomas representados: además del inglés, se escucharon canciones en ucraniano, maltés, islandés, estonio, sueco, albanés, letón y más.
- Eurovisión genera anualmente cerca de €200 millones en ingresos totales, según cifras del portal Eurovision.tv.
El futuro del certamen: ¿menos pop y más mensaje?
Dean Vuletic lo explicó con claridad: "Ya no basta con una melodía y un estribillo fuerte. Para ganar Eurovisión en 2024 se necesita autenticidad." Algo que también han sabido capitalizar países como Italia en recientes ediciones, llevando al escenario temas con fuerte carga emocional o social.
Esto hace preguntarse si el certamen seguirá evolucionando hacia una plataforma aún más política y comprometida, o si volverá a una fórmula más ligera y menos polémica. Lo cierto es que Eurovisión 2024 reafirma que la música sigue siendo una poderosa herramienta de expresión, identidad y, en ocasiones, resistencia.
Y después de Basilea... ¿quién será el siguiente?
A medida que se apagan las luces de Basilea, comienza la especulación sobre cuál será la sede en 2025. Tradicionalmente, el país ganador acoge la siguiente edición, lo cual convierte también en una apuesta geopolítica la lucha por el primer lugar.
Eurovisión es un espejo de Europa —y de un mundo cada vez más globalizado— en sus contradicciones, esperanzas y diversidad.