Gaza: El hambre como arma de guerra y la indiferencia del mundo

Mientras miles mueren por desnutrición y falta de atención médica, la comunidad internacional contempla pasiva una catástrofe humanitaria sin precedentes

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Una tragedia evitable: madre lactante cae desmayada por inanición

Una mujer llega inconsciente a la sala de emergencias de un hospital en Gaza. Acaba de desmayarse mientras amamantaba a su bebé recién nacido. No había comido en días. Esta desgarradora escena fue relatada por la nutricionista Rana Soboh, quien encontró a la mujer en un estado esquelético, “cubierta apenas por su piel”. El bebé, un niño de 1 año, pesaba 5 kilogramos, menos de la mitad de lo que se considera normal a esa edad. No tenía dientes. Apenas si podía llorar.

"Es el peor sentimiento del mundo: querer ayudar pero no poder", confiesa Soboh, quien admite que, ante la imposibilidad de responder a todas las necesidades, ha regalado parte de su propia comida. Hoy también pasa hambre. “Ojalá la tierra me tragara”, dice al borde del colapso emocional.

El bloqueo: una catástrofe humanitaria causada por los hombres

Lo que sucede en Gaza no es un desastre natural, ni un efecto colateral no intencionado. Es una catástrofe provocada. Trabajadores humanitarios con décadas de experiencia afirman que nunca habían presenciado algo tan desesperante. Desde hace más de once semanas, Israel mantiene una política de cerco total sobre la Franja: detiene la entrada de alimentos, combustible, medicinas y cualquier otro tipo de ayuda esencial.

La Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria (IPC) advirtió la semana pasada de una hambruna inminente si no se levanta el bloqueo. Según sus datos, la práctica totalidad de los 2,3 millones de habitantes de Gaza sufre desnutrición aguda, y uno de cada cinco está literalmente al borde de la inanición.

Israel anunció que permitiría la entrada de una cantidad “básica” de alimentos. Pero no aclaró cuánto, ni cuándo, ni cómo. Mientras tanto, más de 170.000 toneladas de ayuda humanitaria esperan bloqueadas en cruces fronterizos dentro del mismo territorio israelí.

El uso del hambre como arma política

Israel justifica el bloqueo como presión para lograr la liberación de rehenes en manos de Hamas. Sin embargo, distintos grupos de derechos humanos, incluido Human Rights Watch, califican esta estrategia como una violación del derecho internacional y una forma de "hambruna táctica".

Rachel Cummings, coordinadora de emergencia de Save the Children, apunta con claridad: “Estamos ante un ataque sistémico y deliberado contra los niños de Gaza”.

Cocinas comunitarias: última línea de defensa

En ausencia de un sistema de abastecimiento funcional, las cocinas comunitarias son el único sustento para miles de familias. O al menos lo fueron. Más del 60% han cerrado por falta de ingredientes. Las pocas que quedan, reparten unas 260.000 comidas al día para una población de millones.

En Khan Younis, el cocinero Nihad Abu Kush relató que su cocina sirve para 1.000 personas. Cada mañana, se presentan más de 2.000. “No hay filas, solo una marea humana empujando y gritando con sus ollas vacías. Soy uno más de los que a menudo no reciben plato”, cuenta.

Condiciones inhumanas en hospitales sin recursos

La desnutrición no mata sola. La falta de oxígeno, antibióticos y herramientas quirúrgicas hace que amputaciones, fracturas y partos se conviertan en sentencias de muerte. En el hospital Al-Awda ya no hay oxígeno. Los respiradores se operan manualmente con bombas de mano durante horas. “Tuvimos que hacer turnos entre médicos para bombear aire a un paciente durante 72 horas”, declara su director, Mohammed Salha. El paciente murió.

En el hospital Nasser, utilizan gelatinas vencidas para detener hemorragias craneales. No hay placas de titanio, ni cemento quirúrgico. Muchos niños perderán la capacidad de hablar por no poder reemplazar implantes cocleares dañados.

La nueva estrategia de distribución: ayuda bajo control armado

Israel y Estados Unidos presionan a la ONU y a ONGs para aceptar un nuevo sistema de distribución en Gaza. La propuesta limitaría la entrega de ayuda a unos pocos puntos, controlados por empresas privadas armadas, con el pretexto de evitar el robo por parte de Hamas.

La comunidad humanitaria lo rechaza tajantemente. Consideran que esta medida viola el principio humanitario de neutralidad y acceso imparcial. Además, puede forzar a miles de palestinos a desplazarse a zonas específicas, en una especie de ingeniería demográfica encubierta.

Mohammed al-Saqqa, coordinador de seguridad alimentaria de Oxfam, lo resume con crudeza: “Es una forma de usar la comida para humillar y controlar”.

Más allá de la guerra: el éxodo silencioso

La guerra lleva meses sin cese. Pero más peligroso aún es el deterioro progresivo del tejido social, sanitario, humanitario y económico de Gaza. Lo que no destruyen los bombardeos, lo demuelen el hambre y la enfermedad. El 97% del agua está contaminada. La electricidad ha desaparecido de facto. Enfermedades como diarrea, tifus o infecciones cutáneas están fuera de control.

Padres alimentan a sus hijos con agua con azúcar, harina podrida o incluso comida sacada de la basura. Cada elección diaria implica el riesgo de infección o muerte.

Una niña, un pedazo de pan, un mundo rendido

Una imagen circula en redes sociales: una niña con la cara polvorienta mira directamente a la cámara mientras sostiene con fuerza un pequeño mendrugo de pan. Personas detrás se agolpan, acuchillando con la vista ese trozo que simboliza la vida. La niña no sonríe. Solo agarra el pan. Es una imagen paralizante.

¿Cuántas imágenes más necesita el mundo para actuar?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press