JJ conquista Europa con ópera pop y orgullo queer: Una nueva era para Eurovisión

El contratenor filipino-austríaco gana el 69º Festival de Eurovisión con 'Wasted Love', una mezcla innovadora de ópera y techno, en un certamen marcado por tensiones políticas y diversidad cultural

Una victoria histórica para Austria (y mucho más)

El Festival de la Canción de Eurovisión 2025 culminó en una noche repleta de emociones, voces prodigiosas y matices políticos. Pero entre los neones y la diversidad de estilos, una voz se elevó por sobre todas: la del austriaco JJ, quien ha hecho historia al ganar para su país con la canción “Wasted Love”.

Con tan solo 24 años, Johannes Pietsch, conocido artísticamente como JJ, se convirtió en una fuerza vocal que conquistó a Europa. Cantante contratenor de formación clásica en la Ópera Estatal de Viena, JJ presentó una pieza audaz: una fusión entre la ópera tradicional y el pulso frenético del techno. Un cóctel impredecible que tocó el alma de millones de espectadores.

“Esto es más de lo que jamás soñé. Es una locura”, dijo JJ al recibir el trofeo con forma de micrófono. Pero su victoria trasciende lo musical. JJ es el primer ganador filipino en la historia de Eurovisión y también se describe abiertamente como queer, lo que convierte su triunfo en un símbolo de apertura y progreso para una Europa cada vez más diversa.

Del repertorio clásico a la cultura pop europea

JJ no es un desconocido en los círculos más exigentes de la música clásica. Su voz, capaz de cubrir registros tradicionalmente femeninos gracias a su rara tesitura de contratenor, lo ha llevado a interpretar arias en producciones de Mozart y Händel. Pero su incursión en Eurovisión fue un salto inmenso en términos de visibilidad y arriesgada combinación sonora.

“De La Flauta Mágica al Festival de Eurovisión, esta es la clase de historia que solo puede pasar en Austria”, bromeó Bogdan Roscic, director de la Ópera Estatal de Viena.

La canción “Wasted Love” aborda el dolor del amor no correspondido con una estructura operática, hábilmente mezclada con sintetizadores, bajos contundentes y estallidos rítmicos que podrían pertenecer a una pista de club.

Un festival entre la música y el conflicto

La edición número 69 de Eurovisión, celebrada en Basilea, Suiza, fue un reflejo de la belleza artística, pero también de las tensiones sociopolíticas que marcaban el ambiente europeo. La participación de Israel fue motivo de intensas protestas, tanto dentro como fuera del recinto, debido al contexto de la guerra contra Hamas en Gaza.

La representante israelí Yuval Raphael, sobreviviente del ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023 durante un festival de música, fue recibida con una mezcla de aplausos y abucheos. Su balada “New Day Will Rise” acumuló una gran cantidad de votos del público, colocándola en un segundo lugar.

Sin embargo, las tensiones se colaron al escenario. Durante la actuación de Raphael, dos personas intentaron subir al escenario con pintura, y un miembro del equipo fue herido. La seguridad reaccionó rápido, pero el hecho dejó una marca en el ambiente general.

Una gala exuberante y diversa

Con 26 finalistas compitiendo por el trono del pop europeo, la gala de Eurovisión 2025 atrajo a más de 160 millones de espectadores (según datos de la EBU), reafirmando su posición como el espectáculo musical en vivo más grande del planeta.

Entre los favoritos estuvieron artistas de Francia (Louane), Países Bajos (Claude) y Suecia, cuyo grupo KAJ apostaba todo con la divertida “Bara Bada Bastu”, un himno sobre las saunas que culminó en la cuarta posición.

El tercer lugar fue para Tommy Cash, de Estonia, cuya absurda y pegadiza “Espresso Macchiato” representó el humor característico del Báltico, mezclado con auto-parodia e ironía.

La mezcla ecléctica incluyó desde glam rock hasta baladas épicas, pasando por elementos folclóricos, electrónica pura y performances teatrales exacerbadas. Exactamente como se espera de un festival que conjuga el kitsch, el talento y la política en dosis casi iguales.

Más que un festival: un reflejo europeo

La EBU (European Broadcasting Union) ha fortalecido este año su código de conducta, haciendo hincapié en el respeto, la inclusión y la neutralidad política. Pero los eventos en el mundo real se colaron inevitablemente en escena.

Aun así, Martin Green, director de Eurovisión, expresó satisfacción con el comportamiento de las 37 delegaciones, calificándolo como “impecable”.

“Queríamos reestablecer un sentido de unidad, calma y unión en un mundo difícil”, afirmó Green en rueda de prensa.

Aplausos desde el gobierno austríaco

La celebración en Austria no se hizo esperar. El presidente Alexander van der Bellen elogió al cantante en X, escribiendo: “¡Qué voz! ¡Qué espectáculo! ¡Qué éxito!”

El canciller Christian Stoecker también se sumó con entusiasmo: “¡JJ escribe hoy historia para la música austriaca!”

La emoción también se apoderó de las ciudades austriacas, varias de las cuales han manifestado su deseo de albergar la próxima edición del certamen en 2026. Innsbruck, Wels y Oberwart se postulan como alternativas a Viena, ciudad favorita del propio JJ para la próxima gala, quien confesó que le encantaría co-presentar el evento junto con su mentora Conchita Wurst, ganadora en 2014.

Un mensaje poderoso en tiempos de división

El trasfondo de la canción ganadora, “Wasted Love”, va más allá del desamor romántico. En palabras de JJ:

“El amor es la fuerza más poderosa en el planeta Tierra, y el amor ha prevalecido. Espaltemos amor, chicos”.

Su frase fue seguida de una ovación, quizás no solo por la victoria artística, sino por lo que representa su figura para la comunidad LGBTQ+, para el arte como medio de resistencia y para el orgullo de las minorías étnicas en plataformas de alcance global.

En un continente donde las voces emergentes luchan por abrirse camino entre viejas estructuras, JJ se ha convertido en un ícono inesperado de una Europa que evoluciona entre notas musicales, himnos diversos y una lucha constante por entenderse a sí misma.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press