Elon Musk, la política y la derrota en Wisconsin: ¿un punto de inflexión o solo una pausa?

El multimillonario anuncia que reducirá su participación en campañas políticas tras un estrepitoso fracaso en una elección clave. ¿Es el ocaso de su influencia o simplemente una reconfiguración estratégica?

Un objeto político identificado… y rechazado

Durante años, Elon Musk fue visto como el gurú futurista cuya fortuna e influencia parecían impermeables a los vaivenes del mundo político. Dueño de empresas revolucionarias como Tesla, SpaceX y Neuralink, Musk trascendió el rol de empresario para convertirse en una figura polarizadora en el plano público. Sin embargo, su inmersión directa y agresiva en la política estadounidense podría estar viviendo —momentáneamente— su punto más bajo.

La elección de abril de 2025 para la Corte Suprema de Wisconsin será recordada no solo por su importancia legal y política, sino también porque marcó el principio de una retirada estratégica de Musk del activismo electoral. Tras invertir una suma millonaria y hacer campaña presencial, el candidato respaldado por él fue derrotado ampliamente, llevando a muchos a preguntarse: ¿perdió Musk su toque dorado?

Un respaldo costoso: ¿inversión o despilfarro?

Musk no escatimó en gastos. Según Wisconsin Democracy Campaign, gastó personalmente más de 3 millones de dólares en la campaña, mientras que sus entidades afiliadas —como America PAC y Rebuilding America’s Future— desembolsaron cerca de 19 millones más, llevando el total de inversión muskiana a más de 22 millones USD. Esto convirtió la carrera en la elección judicial más cara en la historia del país.

Lejos de limitarse a la financiación en las sombras, Musk optó por una exposición mediática sin precedentes. Usó su propio podcast para promocionar al conservador Brad Schimel, asistió a eventos con gorra de queso, símbolo de afición local a los Packers de Green Bay, e incluso ofreció pagos individuales de hasta un millón de dólares a votantes que recolectaran firmas. La estrategia fue clara: convertir la elección en un referéndum sobre la visión política de Musk —y, colateralmente, de Donald Trump—.

Pero la población votante de Wisconsin respondió con contundencia: el candidato de Musk perdió el condado de Brown County (donde se ubica Green Bay) por 3 puntos porcentuales y fue derrotado a nivel estatal por más de 10 puntos.

El factor emocional: "People vs. Musk"

La narrativa construida por el Partido Demócrata de Wisconsin fue efectiva. La campaña “People vs. Musk”, denunciando la interferencia de los ultrarricos en la política local, logró enmarcar la elección como una lucha entre la ciudadanía y los intereses oligarcas. Ben Wikler, presidente del Partido Demócrata estatal, afirmó después del resultado: “El pueblo ha ganado. El mayor financiador del Partido Republicano ha decidido llevarse sus juguetes e irse a casa”.

En contraste, algunos estrategas republicanos ven la situación como una posible pausa, no un retiro definitivo. Brandon Scholz, veterano asesor del partido en Wisconsin, declaró: “¿Lleva con él mucho equipaje? Posiblemente. Pero con el tiempo, tal vez no tanto”. Aun así, la palabra «tóxico» empezó a circular para describir el efecto de Musk en esa campaña.

Un desplome en popularidad

Los efectos colaterales no tardaron en llegar. Una encuesta de la AP-NORC realizada dos semanas después de la elección reveló que solo el 33% de los adultos tenían una opinión favorable sobre Musk, una caída significativa desde el 41% registrado en diciembre de 2024. Este descenso en imagen pública viene acompañado de su anuncio de que invertirá mucho menos en política electoral de ahora en adelante.

Pero, ¿qué motivó esta retirada? Si bien Musk no ha hecho declaraciones extensas, las pérdidas económicas y el daño reputacional parecen haber sido determinantes. “Voy a centrarme en mis negocios”, habría dicho, tras mencionarse su frustración por la eficacia limitada del Department of Government Efficiency (DOGE), un brazo administrativo creado en conjunto con el gobierno de Trump para reducir el gasto federal y cerrar agencias.

Musk como símbolo del giro autoritario

Más allá de la inversión electoral, Musk también fue señalado como el rostro visible de medidas cuestionadas como los recortes a programas de diversidad en universidades y la deportación de estudiantes internacionales involucrados en protestas. En universidades como Columbia y Harvard, sus presiones políticas tuvieron efectos legales y sociales significativos. Estas posturas, sin embargo, chocaron de frente con la opinión pública joven, especialmente dentro de comunidades como los asiático-americanos, isleños del Pacífico y nativos hawaianos (AAPI), según una encuesta de AAPI Data.

Hasta el 90% de jóvenes AAPI menores de 30 años se oponen a recortes en programas de equidad y diversidad. Además, la mayoría ve con preocupación medidas como la deportación de manifestantes extranjeros en campus. Este antagonismo generacional visibiliza las diferencias de visión dentro del electorado estadounidense y sugiere que la estrategia de Musk podría estar desconectada de realidades sociales emergentes.

¿Qué sigue para Musk?

Todo apunta a que Musk no desaparecerá de la política, pero es probable que reconfigure su rol. Pasará de figura central a apoyador en la sombra, operando a menor perfil. Como lo expresó el senador estatal Kelda Roys: “Hay muchos otros multimillonarios que probablemente tomarán su puesto”.

Y sin embargo, el rol protagónico que asumió en Wisconsin quizás sirva de lección: la saturación de imagen puede ser contraproducente, especialmente si los mensajes polarizan. En palabras del también republicano Scholz: “Se convirtió en la campaña. Se convirtió en la historia”.

Mirando hacia 2026

La decisión de Musk de reducir su implicación acontece justo cuando una nueva carrera por la Corte Suprema de Wisconsin se perfila en 2026. La jueza Chris Taylor anunció que se postulará contra un conservador alineado con Trump, reviviendo un escenario donde Musk y Trump podrían figurar, esta vez en un segundo plano.

¿Es esta la señal de que la era de los multimillonarios como agentes visibles del poder político está menguando, o simplemente se trata de una táctica de repliegue temporal? La respuesta probablemente dependa del desenlace de las elecciones presidenciales de 2028 y del nivel de movilización ciudadana ante el dinero político.

Por ahora, Elon Musk regresa a su trinchera tecnológica, quizás herido, pero no vencido. Su influencia política puede estar en revisión, pero no debe subestimarse su capacidad para reinventarse. Ya lo ha hecho en otros sectores; la pregunta sigue siendo si podrá hacerlo en el ecosistema turbulento de la democracia estadounidense.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press