La libertad de prensa bajo asedio en Hong Kong: auditorías fiscales como herramienta de represión
Periodistas y medios independientes enfrentan presión tributaria sin precedentes en medio de un ambiente sofocante para la libertad de expresión
Represión disfrazada de auditoría fiscal
En un ambiente cada vez más restrictivo para el ejercicio del periodismo, Hong Kong enfrenta hoy uno de los desafíos más graves a su reputación como bastión de libertad en Asia. La Asociación de Periodistas de Hong Kong (HKJA, por sus siglas en inglés) denunció recientemente que al menos 20 personas —entre ellas periodistas, exdirectivos de medios y sus familiares— han sido objeto de auditorías fiscales sin evidencias suficientes.
Selina Cheng, presidenta de la HKJA, denunció públicamente esta nueva forma de hostigamiento burocrático durante una rueda de prensa en Wan Chai, ciudad de Hong Kong. “Estas auditorías no solo generan presión financiera, sino también psicológica. Esto afecta el funcionamiento diario de medios y profesionales de prensa”, afirmó Cheng.
Argumentos increíbles y prácticas injustificadas
Algunos de los casos documentados parecen rozar lo absurdo. Según Cheng, un periodista fue acusado de operar una empresa que jamás había registrado y a la que se le exigía el pago de impuestos por ganancias inexistentes. En otro caso, el Departamento de Hacienda solicitó la revisión de las cuentas de una empresa correspondiente a un año anterior a su fundación legal.
La autoridad tributaria respondió en un comunicado que las auditorías siguen “procedimientos establecidos” y que la ocupación del contribuyente “no influye” en las decisiones del departamento. Sin embargo, la coincidencia del tipo de personas auditadas —todas con alguna relación con el periodismo o la crítica al gobierno— sugiere lo contrario.
Un patrón intimidatorio desde 2019
La presión no es nueva. Desde las protestas masivas de 2019 contra el gobierno local y la interferencia de Pekín, Hong Kong ha experimentado un deterioro progresivo de las libertades civiles. La promulgación en 2020 de la Ley de Seguridad Nacional marcó un antes y después, llevando al cierre de medios como Apple Daily y Stand News, cuyos líderes fueron arrestados y procesados.
En 2021, dos editores de Stand News fueron condenados bajo una ley de sedición heredada de la época colonial británica. Uno de ellos cumplió 21 meses de prisión, mientras que el otro fue liberado por razones médicas. Incluso el fundador de Apple Daily, Jimmy Lai, aún enfrenta cargos por seguridad nacional que podrían resultar en cadena perpetua.
Auditorías como instrumento de censura indirecta
La diferencia con acciones anteriores es que, esta vez, la presión se aplica desde una esfera aparentemente técnica y administrativa. Esto dificulta su denuncia, ya que opera bajo el aparente manto de legalidad. La persecución a través de auditorías fiscales encarna una estrategia más sutil de represión, una que comunica a los periodistas: "si te atreves a informar, te haremos la vida imposible".
Selina Cheng señaló que han sido al menos ocho las organizaciones periodísticas afectadas, entre ellas Hong Kong Free Press y la propia HKJA. Incluso familiares directos de periodistas, como los padres de Cheng, han sido auditados, lo que eleva a más de 20 las personas afectadas.
Impacto en la operación de medios
La incertidumbre que generan estas auditorías ralentiza procesos internos, dificulta el pago de salarios, retrasa contrataciones y, sobre todo, impide que los medios cumplan con su función: fiscalizar al poder. En palabras de Cheng: “La libertad de prensa no solo es que los periodistas puedan operar seguros físicamente… también es que el entorno empresarial permita su actividad”.
Esta versión modernizada del hostigamiento estatal podría considerarse una forma de censura financiera. En países donde el autoritarismo no puede mostrarse abiertamente, el boicot económico puede lograr lo mismo sin titulares internacionales.
Una caída alarmante en los índices de libertad de prensa
La organización Reporteros Sin Fronteras reflejó este retroceso en su último Índice de Libertad de Prensa, donde Hong Kong bajó al puesto 140 de 180, en comparación con un ya preocupante 80 en 2021. Por primera vez, la categorización de la región fue “situación muy grave”.
Este declive es especialmente perturbador considerando que, hasta hace pocos años, Hong Kong era considerado el entorno más favorable para la prensa en Asia. Su modelo “un país, dos sistemas” prometía libertades desconocidas en la China continental, pero la realidad actual desmiente completamente esa premisa.
Hostigamiento generalizado a periodistas
En septiembre del año pasado, la HKJA ya alertaba sobre el acoso a decenas de periodistas, familiares y personas cercanas. Desde interrogatorios policiales hasta seguimiento físico, las tácticas de intimidación han asumido muchas formas. Las auditorías fiscales, lejos de ser un hecho aislado, parecen la evolución más reciente de esta estrategia sistemática.
Más aterrador aún es que estos ataques se producen con total impunidad. El gobierno local insiste en que “no hay restricciones a la libertad de prensa si las informaciones se basan en hechos”. Pero ¿quién decide qué hechos son “aceptables”? En un ambiente de autocensura, la línea entre el periodismo y la supervivencia laboral se vuelve difusa.
Entre la justicia tributaria y la persecución
Por supuesto, es posible que algunos casos aislados justifiquen una auditoría. Pero la coincidencia en el perfil de los auditados, los errores flagrantes cometidos por el Departamento de Impuestos y la negativa de las autoridades a reconocer el patrón revelan algo más que un simple mal manejo burocrático.
Y es que, como bien resume Human Rights Watch, “la represión en Hong Kong ya no necesita arrestos masivos para funcionar: basta con el miedo y la erosión progresiva del tejido institucional”.
¿Quo vadis, Hong Kong?
La pregunta que ahora se hacen observadores internacionales, organizaciones de derechos humanos y periodistas es: ¿Cuánto más puede deteriorarse la situación sin un costo político real? La comunidad internacional ha condenado estas medidas, pero difícilmente se traducen en acciones concretas.
En este contexto, las universidades y escuelas de periodismo también enfrentan su encrucijada: ¿formar reporteros para un entorno donde ejercer su profesión les convierte en blanco político? La respuesta será clave para el futuro del periodismo local.
Mientras tanto, el mensaje es claro. En Hong Kong, donde alguna vez flamearon los estandartes de libertad, hoy se auditan esperanzas y se amonestan verdades.