¿Puede Estados Unidos ser saludable otra vez? Una mirada crítica al informe MAHA de la administración Trump-Kennedy
Entre alarmas sobre pesticidas, vacunas y comida ultraprocesada, el polémico plan de salud pública busca reescribir las prioridades sanitarias del país
Por: Redacción Vida y Salud
¿Qué es el informe «Make America Healthy Again»?
El pasado jueves, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, liderado actualmente por Robert F. Kennedy Jr., sacudió el mundo de la salud pública presentando el informe “Make America Healthy Again” (MAHA). Se trata de un documento de 69 páginas que aboga por una revisión profunda de temas tan delicados como el cronograma de vacunación infantil, el uso de pesticidas en la agricultura estadounidense y el consumo masivo de alimentos ultraprocesados por parte de niños y adolescentes.
El informe no tiene fuerza de ley, pero en palabras del propio Kennedy: “Vamos a salvar vidas abordando de frente la epidemia de enfermedades crónicas; vamos a ahorrar mucho más dinero, incluso a corto plazo”. La declaración se enmarca dentro de un plan que, durante los próximos 100 días, buscará construir una estrategia de implementación que defina el resto del mandato presidencial de Donald Trump.
Una mirada crítica: ¿científico o ideológico?
Lo primero que llama la atención de cualquier lector informado es que el informe MAHA parece más un manifiesto ideológico que un compendio de recomendaciones basadas en consenso científico. Kennedy, bien conocido por su escepticismo hacia las vacunas, vuelve a insistir en su narrativa contraria al sistema de inmunizaciones infantil, que ha sido ampliamente respaldado por décadas de evidencia científica global.
El informe cuestiona la obligatoriedad de las vacunas escolares y sugiere mayor número de ensayos clínicos, incluso con placebos, algo que muchos expertos califican como innecesario y poco ético. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), las vacunas han reducido enfermedades infecciosas como el sarampión en más del 99% desde que fueron implementadas a nivel nacional a mediados del siglo XX.
La comida ultraprocesada: el verdadero enemigo silencioso
Una de las secciones más fuertes del documento MAHA está dedicada a la denuncia del alto consumo de alimentos ultraprocesados por parte de niños, niñas y adolescentes en el país. Según los datos citados, los ultraprocesados representan dos tercios de la dieta infantil en EE.UU., un dato corroborado por estudios como el del Journal of the American Medical Association (JAMA), que en 2020 publicó que el 67% de las calorías en las dietas de adolescentes provienen de estos productos industriales.
¿Qué son los ultraprocesados? Son alimentos fabricados industrialmente con ingredientes difíciles de pronunciar, altos niveles de azúcares añadidos, grasas saturadas, sal refinada y muchos aditivos artificiales. Ejemplos comunes: cereales azucarados, bebidas energéticas, snacks empaquetados, carnes procesadas y comidas congeladas.
El informe hace una fuerte crítica no solo a estos productos, sino también a la pobre ingesta de alimentos reales, como frutas, vegetales, legumbres, nueces, semillas y pescados. El Dr. Dariush Mozaffarian, experto en nutrición de la Universidad de Tufts, afirmó: “MAHA es una representación bastante precisa de la crisis nutricional del país”.
Pesticidas bajo la lupa (y bajo fuego político)
Otra bomba ideológica contenida en MAHA es la preocupación por los pesticidas, en especial el glifosato, ampliamente utilizado en el agro estadounidense. El informe hace referencia a estudios que asocian este químico con problemas graves de salud, incluyendo cáncer. Sin embargo, el informe también enfrenta resistencia incluso dentro del propio gabinete de Trump. La Secretaria de Agricultura Brooke Rollins sostuvo categóricamente: “El suministro de alimentos de EE.UU. es 100% seguro”.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA) ha insistido históricamente en que el glifosato es seguro cuando se utiliza tal como está indicado, aunque recientemente está enfrentando más presión por parte de investigaciones independientes que contradicen esas afirmaciones.
¿Sobreprescripción médica o negligencia sistémica?
El informe también aborda el aumento de la prescripción de medicamentos entre menores, especialmente antibióticos y psicotrópicos. Esto se enmarca dentro de una preocupación por el “niño sobre-medicalizado y desnutrido”, como lo describe textualmente el documento. El Center for Disease Control señala que cerca del 15% de los niños estadounidenses entre 3 y 17 años reciben algún tipo de medicamento psiquiátrico con regularidad.
La situación se agrava con la reducción abismal de presupuestos para monitoreo de salud pública. La Comisión MAHA pide estudios de gran escala sobre nutrición y salud, mientras la administración de Trump ha propuesto recortar 18 mil millones de dólares del presupuesto de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
¿Qué hay detrás del informe MAHA?
Lo más preocupante no es lo que dice el informe, sino lo que omite o sugiere entrelíneas. Deja fuera factores fundamentales como el consumo excesivo de sal, o la crisis de salud mental por la pandemia. Además, la presentación de dicho informe ocurre al mismo tiempo que se anuncian despidos masivos: más de 20,000 empleos eliminados en el sector público de salud por órdenes de la Oficina de Eficiencia Gubernamental.
Más aún, quienes redactaron el informe no han sido revelados. Kennedy se negó a decir los nombres de los autores, adjudicando la decisión al “carácter plural y multifacético de la comisión”. Pero esto levanta sospechas: ¿quién redacta planes nacionales de salud sin dejar constancia de su identidad ni experiencia técnica?
Una narrativa peligrosa: ciencia vs. populismo sanitario
En el fondo, el informe MAHA es una manifestación clara de los tiempos políticos que vive EE.UU., donde la ciencia y las políticas de salud pública se ven constantemente amenazadas por ideologías partidistas, narrativas polarizadas y agendas personales.
El movimiento antivacunas, otrora marginado, ahora ocupa el podio gubernamental. La crítica a la industria alimentaria es conveniente, pero pierde fuerza cuando no se acompaña de planes concretos de reforma al etiquetado o programas de subsidios para alimentos saludables. Y mientras se pide mejor ciencia, se le recorta el financiamiento a los organismos que hacen ciencia.
¿Cómo se puede implementar un plan de salud sin personal médico, sin investigaciones, sin datos y sin transparencia?
¿Hacia dónde va la salud pública estadounidense?
Si algo deja claro el MAHA es que hay un esfuerzo por mover las conversaciones de salud de su base técnica y científica hacia un terreno más ideológico. Esto podría tener efectos duraderos en la política sanitaria del país, sobre todo si elementos del documento se convierten en acciones gubernamentales.
Con un presupuesto adicional propuesto de 500 millones de dólares y un mandato hasta 2028 si Trump es reelegido, la posibilidad de que el MAHA transforme la política de salud es tangible. Y para sus críticos, también profundamente peligroso.
Como dijo Skye Perryman, abogada de Democracy Forward, refiriéndose a políticas federales recientes que afectan programas de justicia social: "La terminación repentina e ilegal de estas subvenciones de seguridad pública pone a nuestros vecindarios en mayor riesgo...". La misma frase podría aplicarse al recorte de subvenciones de salud pública.
Solo el tiempo dirá si el MAHA se traduce en reformas profundas o si será recordado como otro episodio más de polarización sanitaria en Estados Unidos.