Adiós al centavo: ¿un cambio necesario o una pérdida cultural?

La reciente decisión de Estados Unidos de dejar de producir el penny genera ahorros multimillonarios, pero también despierta tensiones entre tradiciones monetarias y eficiencia económica.

Un adiós anunciado: fin de la producción del penny

El gobierno de los Estados Unidos ha tomado una decisión que marcará el fin de una era monetaria: dejará de producir el centavo, la moneda de un centavo de dólar conocida popularmente como penny. La Casa de la Moneda del país ha recibido su último pedido de discos metálicos —llamados blanks— para producir estas monedas, lo que da inicio a la fase final de su elaboración. Una medida que se esperaba desde hace años finalmente se convierte en realidad: el fin del penny como moneda en circulación regular.

El motivo es económico: según datos del Departamento del Tesoro, la producción de cada penny cuesta actualmente casi 4 centavos, es decir, cuatro veces su valor nominal. Solo en costos de materiales, su eliminación permitirá ahorrar 56 millones de dólares al año. Aunque el penny sigue siendo técnicamente una moneda de curso legal, su utilidad real ha decaído notablemente en la era digital y de los pagos electrónicos.

La economía detrás de una moneda

Históricamente, el penny ha sido una de las monedas más comunes en circulación en Estados Unidos. En 2023, la Casa de la Moneda produjo 3.200 millones de estas monedas, representando más de la mitad de toda la producción monetaria del año. Sin embargo, este nivel de producción conlleva un alto costo, no solo por el trabajo que requiere, sino también por el aumento en los precios del zinc y del cobre, los principales componentes de la moneda.

La paradoja es clara: se gasta más en hacer la moneda que lo que vale. Como apuntó el expresidente Donald Trump cuando ordenó cesar su producción: “¡Esto es un derroche!”. Desde 2006, el penny cuesta más de lo que vale. El Departamento del Tesoro ha intentado reducir costos usando diferentes aleaciones e investigando nuevos materiales, pero ninguna solución ha logrado revertir completamente esta dinámica de pérdida.

Entre nostalgias numismáticas y eficiencia fiscal

La desaparición del penny ha desencadenado un debate que va más allá de la economía. Para muchos estadounidenses, este centavo de cobre con el busto de Abraham Lincoln representa una valiosa tradición cultural, un elemento simbólico de la historia de los Estados Unidos desde su introducción en 1909. Se recuerda como la primera moneda estadounidense en llevar el retrato de un presidente. Desde entonces, ha protagonizado frases clásicas como “A penny for your thoughts” o el costumbrismo infantil de arrojarlo a fuentes para pedir deseos.

Los defensores del penny resaltan también su rol en campañas de beneficencia, como la colecta “Penny Drive”, donde miles de niños y organizaciones recolectan estas monedas para causas altruistas. Además, en términos de economía doméstica, aseguran que redondear precios sin el penny podría afectar a los consumidores con menor poder adquisitivo.

El Congreso, encrucijada entre tradición y lógica económica

Aunque la orden ejecutiva puede retirar al penny de la producción oficial, corresponde al Congreso tomar la medida definitiva para su eliminación legal. En este sentido, se han introducido dos propuestas bipartidistas en la legislatura: el “Common Cents Act” y el “Make Sense Not Cents Act”. Ambos proyectos buscan retirar formalmente la moneda del sistema monetario estadounidense.

Sin embargo, propuestas similares han fracasado en ocasiones anteriores. En 2001 y 2011, las iniciativas para eliminar el centavo fueron rechazadas, incluso con estudios que demostraban sus desventajas económicas. El motivo: el apego simbólico del público y el miedo de algunos legisladores a parecer desconectados del ciudadano común.

Comparación internacional: ¿quién más ha dicho adiós a sus centavos?

La desaparición de la moneda de menor denominación no es un fenómeno exclusivamente estadounidense. Ya son varios países los que han optado por eliminar sus monedas de menor valor, entre ellos:

  • Canadá: Eliminó su penny en 2013. El redondeo de precios al cinco más cercano no causó alteraciones significativas.
  • Australia: Abandonó su centavo en 1992, seguido por el de dos centavos en 1993.
  • Países del euro: Aunque el eurocentavo de 1 y 2 céntimos sigue existiendo, varios países como Finlandia, Bélgica y los Países Bajos ya no lo usan en transacciones cotidianas, redondeando los precios.

La experiencia muestra que estas transiciones, correctamente implementadas, no generan inflación generalizada ni afectan de manera significativa al consumidor promedio.

¿Podría ser el centavo un verdadero artículo de colección en el futuro?

Con el fin de su producción, muchas personas especulan que los pennies podrían convertirse en objetos codiciados por coleccionistas. Algunos ejemplares raros, como el “1943 Lincoln Copper Penny”, ya han alcanzado precios de hasta $1.7 millones en subastas. Los expertos numismáticos sugieren guardar algunas monedas, especialmente aquellas con errores tipográficos, fechas especiales o poco comunes.

El interés por las monedas históricas va en aumento a medida que más billetes y monedas quedan obsoletos por el avance de los pagos electrónicos. Así, lo que hoy se considera una simple chatarra monetaria, podría valer mucho más dentro de algunas décadas.

¿Qué sigue ahora? El futuro sin penny

La transición será paulatina. Mientras se agotan los últimos blanks en circulación, millones de pennies seguirán circulando durante años. No habrá un retiro obligatorio, pero los bancos y comercios comenzarán a reportar una disminución gradual en su disponibilidad.

En la práctica, la mayoría de las transacciones ya no dependen del penny, gracias a los pagos electrónicos, plataformas móviles y tarjetas. Según un estudio de Pew Research Center en 2022, el 41% de los estadounidenses afirmaron usar pagos digitales la mayoría de las veces, y solo el 14% dijo pagar principalmente en efectivo.

¿Qué pasará con otras monedas de bajo valor?

El nickel (moneda de cinco centavos) también ha sido objeto de críticas, ya que su costo de producción ronda los 14 centavos. A diferencia del penny, sus defensores sostienen que tiene mayor valor funcional, aunque la presión para rediseñar o retirar monedas ineficientes crece.

En un contexto donde el dólar pierde valor por inflación, los debates monetarios ya no giran únicamente en torno al diseño estético o su valor cultural: también abordan su sostenibilidad fiscal. ¿Tendremos un rediseño más profundo del sistema de monedas en la próxima década?

¿Una decisión política disfrazada de pragmatismo?

El fin del penny también posee una carga política. Donald Trump utilizó este anuncio para subrayar su agenda de reducción de costos gubernamentales. Su mensaje en la red Truth Social llamó a esta acción como símbolo de eficiencia: “Hemos estado acuñando un centavo que cuesta más de dos centavos. ¡Es un sinsentido!”.

Sus opositores han acusado a su administración de usar esta decisión como una cortina de humo en medio de políticas más controversiales, como recortes presupuestarios a programas sociales o cambios regulatorios agresivos en otros ámbitos.

No obstante, incluso sectores progresistas han apoyado propuestas similares en el pasado. En muchos sentidos, retirar el penny trasciende líneas partidistas y apunta hacia un consenso más técnico que ideológico.

¿Y usted, extrañará al penny?

Como ocurre con muchas transformaciones monetarias, la decisión de dejar de producir el penny tendrá sus fans nostálgicos y sus detractores. Pero como demuestran los antecedentes internacionales, estos cambios rara vez generan grandes turbulencias si están bien implementados. Lo que está claro es que una era concluye, y con ello, se cierra un capítulo del simbolismo económico estadounidense.

Quizás, dentro de unos años, un penny hallado entre los cojines del sofá o en una vieja alcancía no solo evoque recuerdos, sino también historias. Porque al final, las monedas también cuentan —literal y figuradamente— la historia de un país.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press