Crisis arrocera en Japón: más allá de la escasez, un reflejo de sus problemas estructurales
Entre precios que se duplican, renuncias ministeriales y supermercados desabastecidos, Japón enfrenta una crisis del arroz que revela las grietas en una política agrícola obsoleta
El arroz en el alma de Japón
En Japón, el arroz no es solo un alimento, es un símbolo cultural, una presencia cotidiana y una tradición milenaria. Desde el mítico Koshihikari hasta los campos en terrazas rurales, el arroz es el corazón palpitante del Japón rural y urbano. Sin embargo, desde el verano pasado, el país se ha topado con una situación insólita: escasez persistente, precios desorbitados y supermercados con estanterías vacías.
Esta crisis no es solo alimentaria, sino también política y estructural. La renuncia reciente del ministro de Agricultura, Taku Eto, tras un desafortunado comentario sobre "no tener que comprar arroz", ha sacudido al gobierno del Primer Ministro Shigeru Ishiba justo antes de unas elecciones nacionales claves este julio. ¿Cómo llegó Japón hasta aquí?
Un mercado desbalanceado: causas del desequilibrio
Para entender la crisis actual, primero debemos diseccionar las múltiples causas que confluyen en este momento:
- Políticas de reducción de cultivo: Desde hace años, el gobierno incentiva a los agricultores a reducir el área dedicada al arroz para evitar excedentes y mantener los precios.
- Pánico por desastres: El verano de 2023, una advertencia sobre un posible mega terremoto desató una ola de compras de pánico que agotó reservas e infló precios.
- Malas cosechas: El clima extremo y las plagas redujeron notablemente el rendimiento del arroz, acentuando la escasez nacional.
- Aumento del turismo y el consumo fuera del hogar: Con la reactivación post pandemia, la demanda de arroz en restaurantes ha crecido sustancialmente.
- Encarecimiento de otros alimentos: El alza de precios del trigo, causado por la guerra en Ucrania, llevó a muchos japoneses a volver al arroz como alternativa más asequible, presionando aún más la oferta.
Escasez visible: supermercados sin arroz
Durante décadas, Japón disfrutó de una autosuficiencia casi total en arroz. Sin embargo, las reservas actuales han caído a niveles preocupantes. Según datos del Ministerio de Agricultura, las existencias comerciales han bajado en 400,000 toneladas respecto al año pasado, un desplome importante que agrava el malestar de los consumidores.
En paralelo, los precios se han disparado: una bolsa de 5 kg de arroz Koshihikari puede alcanzar los 5,000 yenes (unos 35 dólares), el doble del precio promedio. La situación ha forzado a supermercados como Aeon Co. a empezar a importar arroz Californiano de tipo Japonica, algo casi tabú en un país que valoriza los granos domésticos por encima de todo.
La renuncia de Eto: un síntoma político
El ahora ex Ministro de Agricultura, Taku Eto, fue objeto de controversia tras declarar que “nunca tuvo que comprar arroz” porque recibía suficiente de sus simpatizantes. Esta frase, percibida como arrogante en un momento de tensión alimentaria, obligó al Primer Ministro Ishiba a aceptar su dimisión para mitigar la crisis de imagen.
En su reemplazo, el cargo ha sido asumido por Shinjiro Koizumi, hijo del ex primer ministro Junichiro Koizumi y una figura vista con esperanza por quienes anhelan una reforma dentro del poderoso y conservador sector agrícola japonés.
¿Dónde está el arroz? El gran misterio del suministro
La pregunta que resuena en todo el país es: ¿dónde está el arroz? A pesar de que el gobierno liberó reservas de emergencia, solo el 10% de ese arroz ha llegado a las góndolas. Esto ha desatado especulaciones sobre retención intencional por parte de algunos mayoristas que buscan mantener la rentabilidad mediante la escasez artificial.
Además, se ha señalado un obstáculo logístico clave: la falta de infraestructura de molienda suficiente para procesar el arroz marrón almacenado en reservas y convertirlo en el arroz blanco preferido por los consumidores. Según el Canon Institute for Global Studies, las políticas actuales fallan al priorizar la estabilidad de precios por encima de la seguridad alimentaria.
"Los recortes de superficie de cultivo son una política ruinosa para la seguridad alimentaria", sostuvo Kazuhito Yamashita, director de investigación del Instituto. “Japón debería permitir cultivar más arroz y exportar el excedente si lo hay”.
Problemas estructurales profundos
Más allá de esta crisis puntual, el mayor dilema está en la estructura agraria japonesa. La edad promedio de los agricultores es de 69 años, y la población agrícola ha disminuido en un 50% en los últimos 20 años, quedando en apenas 1.1 millones de personas en 2024. Esto plantea serias dudas sobre el futuro del abastecimiento doméstico del arroz.
Además, el entramado burocrático y político de la JA (Japan Agricultural Cooperatives) impone rigideces que dificultan la trazabilidad del arroz, su comercialización eficiente, e incluso reformas necesarias en el sector agrícola.
Cómo responden consumidores y supermercados
Ante la crisis, muchos consumidores han reducido o limitado su consumo de arroz. Supermercados como Aeon, por ejemplo, han aplicado límites de compra para evitar el acaparamiento. Otros han optado por importar arroz desde Estados Unidos: en junio, Aeon anunció que pondrá a la venta arroz Calrose 100% importado en 600 tiendas de ciudades principales.
El objetivo es evitar que los japoneses abandonen el consumo de arroz, una tendencia que podría acelerarse si el producto sigue siendo inalcanzable económicamente.
“Nos preocupa que la escasez actual y los precios tan altos aceleren una tendencia a dejar de consumir arroz... y no queremos que eso suceda”, dijo Hirokazu Satou, representante de Aeon.
¿Qué opciones tiene Japón?
La nueva administración de Koizumi ha anunciado que empezará a controlar más directamente los contratos voluntarios entre el gobierno y los agricultores, y que podría levantar los límites a las futuras ventas de arroz para flexibilizar el mercado.
Sin embargo, las soluciones deben ir más allá de lo coyuntural. Japón necesita:
- Una política agrícola adaptada al siglo XXI.
- Infraestructura suficiente para el procesamiento del arroz almacenado.
- Nuevos sistemas de trazabilidad y transparencia en la distribución.
- Programas de atracción y subsidios para nuevos agricultores.
- Impulso a la diversificación del mercado con variedades de arroz y puntos de venta más flexibles e innovadores.
La crisis del arroz es una llamada de atención para un país que ha postergado modernizar uno de sus sectores más simbólicos. No se trata solo de granos que faltan en las góndolas: se trata del alma alimentaria de Japón, y de cómo reinventarla frente a los desafíos del futuro.