El fenómeno del perrhijo: cómo Buenos Aires se convirtió en la capital de los perros consentidos

Con pasteles de cumpleaños, spas y hasta funerales, los perros han reemplazado a los niños en muchos hogares argentinos

Buenos Aires está en medio de una revolución peluda. Cada vez son más los vecinos que, ante la incertidumbre económica y la caída de la natalidad, optan por criar perros en lugar de tener hijos. Así, los barrios de la capital argentina se llenan de cafeterías caninas, spas, cementerios para mascotas y celebraciones de cumpleaños perrunas que parecen salidas de una película de Disney.

De mascotas a hijos: el surgimiento del 'perrhijo'

En las últimas décadas, el concepto de familia en Argentina ha mutado considerablemente. Ya no se limita a padres e hijos humanos; ahora incluye a compañeros de cuatro patas que reciben un trato similar al de un hijo. Tanto es así que el idioma lo refleja con una palabra nueva: 'perrhijo', una fusión de perro e hijo, que simboliza a los canes tratados como hijos.

Victoria Font, fundadora del Barto Café —una pastelería dedicada exclusivamente a perros— lo expresa sin titubeos: “Venus es como mi hija”. Y eso queda claro cuando se organiza un cumpleaños canino con pastel de carne, velitas (que obviamente apaga Font) y amigos humanos y caninos.

Estadísticas que ladran: más perros que niños

El fenómeno no es anecdótico. Según datos del gobierno porteño, Buenos Aires cuenta con más de 493,600 perros, una cifra superior a los 460,600 niños menores de 14 años. Una encuesta del Pew Research Center indica que casi el 80% de los hogares en Buenos Aires tiene al menos una mascota, superando ampliamente el promedio de las ciudades estadounidenses.

¿Por qué tantos perros y tan pocos niños?

A simple vista, parecería una cuestión de preferencia personal, pero diversos especialistas apuntan a factores sociales y económicos. El doctor Marcos Díaz Videla, psicólogo especializado en vínculos humano-caninos, lo explica así:

“Es más difícil acceder al crédito o tener una vivienda propia; ya no existe una manera estándar de formar una familia. Los animales se integran emocional y funcionalmente como miembros del hogar”.

El país ha vivido crisis económicas cíclicas, un fenómeno que ha moldeado las decisiones familiares de muchos argentinos. En 2023, la tasa de natalidad cayó un 6.5% respecto al año anterior, y un impactante 41% si se compara con una década atrás. Esto ha provocado, incluso, problemas de matrícula en jardines de infantes.

Celebraciones y servicios VIP para 'perrhijos'

Los servicios pensados exclusivamente para “hijos no humanos” están proliferando por toda la ciudad: hoteles boutique caninos, cafeterías pet-friendly, cementerios, modistas, tatuadores especializados en retratar mascotas y hasta buses escolares perrunos.

Un ejemplo claro de este mimo extremo es la peluquería canina Guau Experience, donde por el equivalente a 120 dólares (aproximadamente una cuarta parte del salario mensual promedio argentino), un perro recibe baño, corte, exfoliación, limpiado de patas, aromaterapia y perfume personalizado.

Nicole Verdier, propietaria de Chumbis, la primera panadería gourmet para perros en Argentina, lo resume así: “Son seres que no viven mucho tiempo. En ese tiempo hay que darles lo mejor”.

El impacto urbano y político del amor perruno

El fenómeno ha modificado también el paisaje urbano y político. Las calles de Buenos Aires ahora exhiben más correas que cochecitos. Algunos legisladores proponen medidas para adaptar la ciudad a los miles de canes que viven dentro de hogares: desde permitir el ingreso a transporte público hasta crear un registro obligatorio de paseadores caninos, que incluiría capacitación en RCP y comportamiento animal.

El legislador local Emmanuel Ferrario lo pone en términos ambiciosos:

“Veo una oportunidad para que Buenos Aires se convierta en la ciudad más pet-friendly de la región”.

Sin embargo, no todos ven con buenos ojos esta transición. La vicealcaldesa Clara Muzzio advierte: “Los rankings de tenencia de mascotas son alarmantes... Buenos Aires tiene demasiados perros y muy pocos niños. Un mundo con menos niños es un peor mundo”.

El presidente y sus perros clonados

Uno de los “papás perrunos” más prominentes es nada menos que el presidente Javier Milei. Conocido por sus excentricidades, se mudó a la Casa Rosada acompañado de cuatro mastines ingleses a los que llama sus “hijos de cuatro patas”.

Sus nombres —Murray, Milton, Robert y Lucas— son un homenaje a sus economistas libertarios favoritos: Rothbard, Friedman y Lucas. Pero lo que más llama la atención es que los perros son clones de Conan, su primer y difunto perro, al que aún se refiere en presente.

El gobierno ha emitido una resolución que prohíbe cualquier mención oficial sobre sus perros. Esto solo ha alimentado la especulación sobre cuántos canes vive realmente en la residencia presidencial.

La muerte también es con gloria

Cuando el tiempo compartido con los perrhijos llega a su fin, los argentinos los despiden con la misma solemnidad con la que se honra a un humano. El cementerio Jardines del Alma, ubicado a las afueras de Buenos Aires, ha visto un auge notable de servicios funerarios caninos, ofreciendo cremación, lápidas y misas.

Alicia Barreto, administradora del cementerio, cuenta:

“Antes podían pasar dos meses sin ningún entierro, ahora tenemos al menos uno o dos por semana”.

Diversas lápidas muestran fotos, cartas manuscritas, baldes de agua y flores frescas. Muchas con nombres clásicos y cariñosos como “Negro”, “Coco” o “Toby”.

Barreto aún llora la muerte de Mariano, su primer rescatado: “Cuando muera, me voy a reencontrar con él”.

¿Tendencia global o particularidad argentina?

Si bien el fenómeno de humanizar a las mascotas se observa en otras partes del mundo —como Japón, los EE.UU. o partes de Europa—, la magnitud del cambio en Argentina es particularmente notoria. Según expertos en demografía, el país podría convertirse en uno de los ejemplos más extremos del reemplazo simbólico de la maternidad/ paternidad humana por vínculos afectivos con mascotas.

El sociólogo Roberto Rozemblum señala:

“En una sociedad estructuralmente precaria, los vínculos emocionales más predecibles son los que expulsan la incertidumbre. Un perro no te abandona, no emigra, no se convierte en amenaza”.

A esto se suma la extensión de fenómenos como los tatuajes conmemorativos, jardines con recuerdos y hasta la transmisión en vivo de partos caninos. Sí, Argentina está escribiendo una nueva historia: una en la que el mejor amigo del hombre también se convierte en su única familia.

El futuro: ¿una ciudad de perros?

¿Qué nos depara esta tendencia? ¿Podría Buenos Aires transformarse en la primera 'ciudad perro-centrista' del mundo? Con iniciativas legislativas, servicios personalizados y una cultura adaptada a los animales, no parece una locura plantearlo.

En definitiva, la capital argentina se ha convertido en un santuario canino donde los perros no solo caminan erguidos sobre sus patas, sino también sobre el afecto y la devoción de sus dueños convertidos en “padres” orgullosos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press