Jafar Panahi en Cannes: el arte de resistir a través del cine
Tras más de 15 años de censura y prisión, el cineasta iraní presenta en Cannes su obra más audaz: 'It Was Just an Accident', un grito fílmico contra la represión y el olvido.
Por primera vez en más de una década, el director iraní Jafar Panahi ha asistido a la premiere de una de sus películas en persona. Y no fue un simple regreso: fue una declaración. Su nueva película, It Was Just an Accident, presentada en el Festival de Cannes 2025, es un testamento cinematográfico de dolor, memoria y resistencia.
El cine como forma de lucha
Panahi, uno de los grandes nombres del cine iraní contemporáneo junto a Abbas Kiarostami y Asghar Farhadi, fue duramente castigado por el régimen iraní desde 2009. Tras asistir al funeral de un estudiante asesinado durante las protestas del Movimiento Verde, se le prohibió realizar películas, viajar y comunicarse con medios internacionales. Pese a ello, continuó creando.
Desde entonces, realizó películas en condiciones clandestinas, algunas filmadas en su casa y otras grabadas íntegramente en un taxi, como Taxi (2015), que ganó el Oso de Oro en Berlín. También destaca This Is Not a Film (2011), realizada con un iPhone y una cámara doméstica durante su arresto domiciliario, la cual fue sacada del país escondida en un pastel USB.
Un regreso con significado político
En 2023, después de ser encarcelado por intentar obtener información sobre su compañero y también cineasta encarcelado, Mohammad Rasoulof, Panahi inició una huelga de hambre que le valió la liberación. Apenas en 2024 se levantó formalmente la prohibición de viajar.
Este 2025, Panahi se presentó en Cannes con su nueva película It Was Just an Accident, una obra profundamente política que emerge de su experiencia personal en prisión y las historias de otros detenidos. Según Panahi:
“Fue la experiencia de todos los que conocí en prisión, mezclada con mi propia percepción y vivencias. Por ejemplo, el hecho de no ver nunca el rostro de tu interrogador es una constante.”
Sin rostro, pero con memoria
It Was Just an Accident narra la historia de Vahid, un hombre que cree haber reconocido, por el sonido característico de una pierna ortopédica, a su torturador de la cárcel. Decide secuestrarlo y, dominado por dudas, recurre a otros ex prisioneros para buscar confirmación. Lo que sigue es un viaje físico y emocional hacia el dilema moral de la revancha o el perdón.
La película no sólo es un reflejo de la crudeza del sistema penitenciario iraní, sino también una meditación sobre la justicia, la culpa y la memoria. Su ambientación austera, marcada por desiertos y paisajes vacíos, funciona como una extensión del aislamiento emocional de los personajes.
El riesgo constante
Como en otras ocasiones, la presencia de Panahi en Cannes no está exenta de peligro. El propio director lo reconoce:
“Sí, este es un riesgo constante. Pero la situación en Irán es impredecible. Cambia cada día. Nuevas políticas, nuevas represiones. Veremos qué pasa cuando regrese.”
Sin embargo, rechaza la idea de exiliarse. A diferencia de su colega Rasoulof, que cruzó clandestinamente la frontera y ahora vive en Alemania, Panahi planea volver pronto a Teherán.
“No puedo vivir en otro país. No tengo la capacidad para adaptarme a una nueva cultura. Lo mío es seguir aquí, haciendo cine desde dentro.”
Cine subversivo en la era digital
El trabajo clandestino de Panahi es una lección de creatividad frente a la censura. Él mismo admite que lo difícil fue al principio, pero con el tiempo aprendieron cómo sortear la vigilancia.
“Cuando sabes que es lo único que puedes hacer, encuentras los medios. Al principio fue más duro, pero fuimos pioneros en esta forma de hacer cine escondido.”
El caso Panahi ha sido emblemático a nivel internacional: símbolo de disidencia cultural, su nombre ha estado presente en festivales europeos con una silla vacía como protesta simbólica. Hoy, su presencia física en Cannes es mucho más que un lujo artístico: es el regreso de una voz que se negaba a silenciar incluso en la celda más oscura.
“Una película con el alma rota”
El crítico francés Michel Ciment lo resumió mejor:
“It Was Just an Accident es una película con el alma rota. Cada toma supura impotencia y dignidad, como si cada imagen fuera un acto de resistencia.”
Y es cierto. La cinta, en competición por la Palma de Oro, es posiblemente la más política de Panahi. Filmada sin permisos, cargada de emociones viscerales, y profundamente atada a los estertores de las protestas tras la muerte de Mahsa Amini en 2022, símbolo moderno de la brutalidad del régimen iraní hacia las mujeres.
De forma simbólica, el protagonista, como Panahi, no busca venganza exacta, sino reconocimiento. Memoria. Y quizá, justicia poética.
La libertad no se ruega, se filma
En una época donde cada desplazamiento artístico corre el riesgo de convertirse en politizado, Panahi convierte su arte en arma. No una herramienta de confrontación violenta, sino de salvación histórica. Como apuntó otro colega cineasta en Cannes:
“Jafar no filma películas. Documenta el alma de un pueblo prohibido de hablar.”
Mientras la mayoría de las producciones iraníes requieren aprobación institucional antes de filmar en espacios públicos, Panahi sigue rodando en secreto. Su cine, lleno de límites, aprovecha con maestría las metáforas, los silencios y los espacios vacíos para narrar lo que las palabras no pueden. Gracias a ello, su voz resuena internacionalmente sin que haya salido una palabra por radio estatal.
Su nueva película ya tiene distribución en Norteamérica de manos del sello independiente Neon. Pero más allá del circuito de festivales, lo crucial sigue siendo la afirmación de Panahi: “Al menos lo intentaré”.
En ese “intentar” está la esencia del activismo: no desistir, incluso cuando nadie está mirando, cuando no hay cámaras, cuando la represión gana. Panahi seguirá haciendo cine. Aunque sea, como dice su título, por accidente.
Cobertura completa del Festival de Cannes 2025