Kamala Harris entre el Capitolio y Sacramento: ¿Gobernadora de California o futuro olvidado?
La vicepresidenta enfrenta dilemas políticos clave: reconstruir su perfil en su estado natal o insistir en la presidencia ante un partido dividido
La vicepresidenta Kamala Harris se encuentra en una encrucijada política cuyo resultado impactará no solo su futuro, sino el rostro del Partido Demócrata en los próximos años. Derrotada por Donald Trump en su segundo intento de llegar a la Casa Blanca, y con el 2028 en la mirilla, numerosas voces—aliadas y críticas—le sugieren un giro estratégico: abandonar sus aspiraciones presidenciales y postularse como gobernadora de California.
Un currículum inigualable en California
Harris no es una desconocida en el Estado Dorado. Su ascenso político se forjó allí desde sus inicios como fiscal de distrito en San Francisco, luego como procuradora general del estado y posteriormente como senadora estadounidense. Su actual cargo como vicepresidenta la ubica como una de las figuras políticas más experimentadas de California. En otras palabras, su potencial candidatura para gobernadora estaría respaldada por una hoja de vida que ningún otro posible contendiente puede igualar.
¿Por qué saltar al cargo de gobernadora?
Más allá del prestigio nacional y la simbología del cargo estatal, existen motivos tácticos y estratégicos. A diferencia de las primarias presidenciales, plagadas de contendientes de alto calibre y con un partido dividido, en California Harris entraría como favorita indiscutible. El gobernador actual, Gavin Newsom, enfrenta sus últimos meses de gestión debido al límite de mandatos, lo que abre una ventana de oportunidad atractiva.
Además, en palabras del propio Newsom durante el pódcast “Next Up with Mark Halperin”: “Para postularse a gobernador, tienes que tener un ardiente ‘¿por qué?’ Y si no puedes articular eso, la respuesta es no. ¿Por qué demonios querrías este trabajo?” La pregunta es retórica, pero también existencial. Y Harris deberá responderla pronto, pues se espera una definición—presidencia o gubernatura—antes del final del verano.
La sombra del fracaso presidencial
Perder dos elecciones presidenciales consecutivas es un lastre pesado. Pocos candidatos han logrado recuperarse después de eso. Joe Biden, irónicamente aliado y símbolo de esa recuperación, lo logró tras intentos fallidos en los 80 y 2008. Pero hoy el desgaste del presidente se está reflejando sobre Harris tanto como excompañera de fórmula como posible sucesora natural, reflejo de un partido que aún busca una nueva figura que pueda neutralizar el auge del movimiento MAGA.
Bill Burton, exsecretario de prensa nacional de la campaña de Barack Obama en 2008, advierte: “El interrogante mayor para los demócratas será: ¿Quién es la persona con la fuerza suficiente para derrotar al trumpismo?” Aunque Harris posee bases de apoyo, red de donantes y experiencia mediática, no todos dentro del partido la consideran la mejor opción. Adam Green, cofundador de Progressive Change Campaign Committee, es tajante: “Ya tuvo su oportunidad. Los votantes quieren forasteros auténticos que desafíen al sistema político roto y una economía amañada.”
Las ventajas de liderar la quinta economía mundial
California no es simplemente un estado: sería la quinta economía del mundo si fuera una nación independiente. Con sectores de alta tecnología, entretenimiento, agricultura e innovación verde, gobernarla representa un liderazgo global. Harris podría construir desde allí una segunda plataforma para relanzar su figura nacional, presentándose en el futuro como una gestora eficaz y moderna frente a las amenazas del autoritarismo conservador.
¿Competencia fuerte? Solo al inicio
Las figuras que suenan para reemplazar a Newsom incluyen a la exrepresentante Katie Porter, el exalcalde de Los Ángeles Antonio Villaraigosa, y el exsecretario de Salud y Servicios Humanos Xavier Becerra. Sin embargo, la entrada de Harris al ruedo probablemente disuadiría a varios de sus rivales internos. Porter, por ejemplo, tiene una historia de conexión directa con Harris, quien la nombró supervisora bancaria independiente del estado en 2012 durante un acuerdo hipotecario a nivel nacional.
Una figura polarizante y un sistema impredecible
A pesar de sus credenciales, Harris no es popular entre todos. Como señala el analista demócrata Eric Jaye, “es una figura altamente polarizante”. A ello se añade una complicación electoral específica: el sistema de primaria abierta de California. Conocido popularmente como “jungle primary”, todos los candidatos—de cualquier partido—figuran en la misma papeleta y avanzan a la general los dos más votados.
Este sistema ha generado sorpresas estratégicas. En la carrera senatorial reciente, el demócrata Adam Schiff promovió campañas contra sus rivales demócratas para beneficiar al republicano Steve Garvey, considerado más débil en una eventual segunda vuelta. El riesgo para Harris es claro: en una contienda repleta de demócratas, bien podría enfrentarse a otro demócrata crítico de su historial, como tendría en una primaria presidencial.
¿Querría Harris lidiar con la crisis de Sacramento?
Ser gobernadora no sería un camino libre de obstáculos. El estado enfrenta un déficit fiscal de $12 mil millones, una crisis prolongada de personas sin hogar, incendios forestales recurrentes, aumento de los costos de vida y una cobertura mediática que satiriza sus políticas liberales y precios altos. Además, políticas recientes como la expansión del sistema de salud estatal a inmigrantes sin estatus legal han polarizado aún más a la opinión pública.
¿Aceptar liderar ese polvorín político-administrativo? Es una duda que probablemente Harris se plantea. Más aún sabiendo que la narrativa republicana usará su cargo en California para cargarle la mochila de los problemas del estado en futuras campañas presidenciales.
Lecciones del pasado: Nixon, el regreso fallido
La historia le recuerda a Harris que este tipo de decisiones tienen sus riesgos. Luego de perder contra John F. Kennedy en 1960, Richard Nixon intentó reconstruir su carrera política como gobernador de California en 1962… y fracasó. Aunque después lograría la presidencia en 1968, su derrota fue dolorosa y pública. La comparación no es casual. Uno no puede evitar pensar: ¿será Harris la Nixon de esta era?
Los próximos pasos
La vicepresidenta dijo públicamente durante un acto en el Condado de Orange: “Nos vemos allá afuera. No me voy a ninguna parte.” Pero ese tipo de declaraciones solo aumentan la ansiedad política. Los próximos movimientos de Harris serán seguidos con lupa por medios, donantes, estrategas y votantes. ¿Se decantará por el pragmatismo estatal o luchará por reformular su imagen nacional en el caos demócrata? Su decisión influirá también en figuras como Gavin Newsom, quien podría lanzarse a la presidencia si Harris opta por Sacramento.
Lo único claro es que Kamala Harris está lejos de ser una figura acabada. Pero si quiere mantenerse relevante, el tiempo de ambigüedad se acaba.
“A veces hay que saber cuándo cambiar de caballo a mitad de río”, dice el refrán. Y la pregunta que hoy enfrenta Harris es: ¿es más sabio apretar el paso hacia el centro del río político o construir una nueva embarcación desde casa?