Pee-wee Herman sin máscara: una mirada íntima al hombre detrás de la leyenda

El nuevo documental ‘Pee-wee as Himself’ revela el alma de Paul Reubens en su interpretación más honesta: la de sí mismo

Un ícono que escondía al hombre

Paul Reubens fue, durante décadas, sinónimo de Pee-wee Herman. El hombre que creó una de las personalidades más peculiares y amadas de la televisión infantil se mantuvo siempre oculto detrás de su alter ego. Sin embargo, ahora, en el documental “Pee-wee as Himself”, dirigido por Matt Wolf, por fin conocemos al hombre que estuvo siempre detrás de la caricatura.

Estrenado en HBO y HBO Max, el documental de dos partes no solo se centra en la carrera de Pee-wee Herman, sino que profundiza en la compleja personalidad de Reubens, su control obsesivo sobre su imagen y la lucha por separarse de su creación. Con 40 horas de entrevistas, muchas grabadas poco antes de su fallecimiento debido a un cáncer en 2023, el filme se convierte en una obra póstuma de autodefinición.

Un niño criado por la televisión

“Quería meterme en la televisión y vivir en ese mundo”, dice Reubens, evocando su infancia consumiendo programas como “Howdy Doody”, “The Mickey Mouse Club” e “I Love Lucy”. Su familia se mudó a Sarasota, Florida, bastión de la cultura circense, lo que también influenció fuertemente el estilo excéntrico de su personaje más famoso.

En uno de los momentos más entrañables del documental, Reubens revela que el nombre "Pee-wee Herman" nació de un encuentro fortuito con una armónica diminuta que decía “Pee-wee” y un compañero de infancia de apellido Herman. “Era un montón de cosas que nunca se habían conectado, conectándose”, resume.

La creación del mito en los escenarios de Los Ángeles

El nacimiento de Pee-wee Herman como personaje se da en los años 70, cuando Reubens se une a The Groundlings, un legendario grupo de comedia en Los Ángeles. Ahí forjó una estética entre lo infantil y lo surrealista que más tarde llevaría al Roxy Theater, a programas como “The Gong Show”, a sus múltiples apariciones con David Letterman, y finalmente a la icónica película “Pee-wee’s Big Adventure” (1985), dirigida por Tim Burton.

“Sentía que estaba sacando al personaje al mundo salvaje”, narra Reubens. Una vez que Pee-wee Herman tomó vida propia, Reubens casi nunca salía de ese personaje, ni siquiera en eventos públicos. Esta inmersión en su propio universo tuvo un costo alto: se volvió un hombre privado y solitario, y sacrificó relaciones personales y creativas, como la que tuvo con Phil Hartman.

Oscuridad tras el brillo: escándalos y aislamiento

En 1991, la imagen pública de Reubens se vio sacudida por un arresto por conducta indecente en un cine para adultos. El golpe fue brutal, especialmente porque para la mayoría del público, Reubens era Pee-wee Herman. Lo que siguió en 2002 fue aún más traumático: fue arrestado en un caso relacionado con pornografía infantil, aunque los cargos fueron retirados. Ambas situaciones estuvieron marcadas por fuertes prejuicios, incluyendo homofobia, ya que Reubens, que permanecía en el clóset, fue víctima del escarnio público y mediático.

Durante el documental, con evidente incomodidad, Reubens toca estos momentos con una mezcla de evasión y honestidad. “No quiero lágrimas de payaso”, dice, negándose a victimizarse. Sin embargo, su última llamada al director Matt Wolf un día antes de morir es reveladora: “Quería que la gente supiera quién era realmente y ver lo doloroso que fue que me etiquetaran como algo que no soy”.

Una dirección tensa, pero necesaria

Matt Wolf, conocido por documentales como “Recorder” (sobre Marion Stokes) y “Spaceship Earth”, logra sacar una versión profundamente humana de Paul Reubens, pese a las tensiones. El actor dejó de participar durante un año en las grabaciones, reacio a abordar temas que consideraba sensibles. Incluso, en varias ocasiones, expresó que prefería dirigir el documental él mismo.

Esta dinámica aporta una tensión latente que enriquece la narrativa. “Nada en el documental es más poderoso que Reubens siendo simplemente él mismo”, señala Wolf. Y tiene razón. Las “talking heads” (entrevistas en cámara) desacreditadas tantas veces en producciones modernas, aquí tienen una potencia única gracias a la presencia singular y contradictoria de Reubens.

Pee-wee en el espejo de la cultura pop

El legado de Pee-wee Herman hoy se siente hasta en producciones contemporáneas que exploran lo absurdo, lo infantil y lo metatextual. Series como “Adventure Time” o artistas como Eric André y Tim Heidecker recogen elementos que Reubens popularizó desde los años 80.

Pero mientras Pee-wee fue una figura icónica e inolvidable, Reubens fue también un símbolo del artista que lucha por reconciliar su arte con su existencia. Fue un pionero queer —aunque nunca se identificó abiertamente como tal— en un entorno que no toleraba matices. Su decisión de vivir recluido, escondido bajo la máscara de su invención, puede ser vista como una estrategia de supervivencia en un mundo hostil.

La importancia del revisionismo documental

“Pee-wee as Himself” cumple una función que va más allá del simple homenaje. Se trata de una reivindicación. En una época donde proliferan documentales que convierten figuras complejas en productos de consumo sentimental, esta producción permite a Reubens hablar con su propia voz. No todo es cómodo, ni cerrado, ni definitivo. Pero es honesto.

Con una duración de 205 minutos, esta producción de Warner Bros. es una meditación sobre el derecho de una persona famosa a ser por fin una persona real. Reubens, con su humor autocrítico, su imaginación desbordante y una vulnerabilidad palpable, nos muestra que detrás de ese traje gris, esa corbata roja y esa risa aguda, había un ser humano profundamente sensible, complejo y brillante.

“Pee-wee as Himself” no es solo un documental. Es una despedida que nunca tuvimos la oportunidad de dar. Una conversación íntima con un fantasma que finalmente quiso ser visto.

Disponible en HBO y HBO Max.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press