Apple, Trump y el iPhone Más Caro del Mundo: ¿Es Realista Fabricar en EE.UU.?

Entre tarifas, soberanía tecnológica y guerra comercial: ¿realmente veremos un iPhone hecho en América?

El iPhone bajo fuego: ¿una guerra arancelaria o una estrategia geopolítica?

La icónica relación entre Apple y la producción en Asia está siendo nuevamente sacudida, esta vez por el regreso de Donald Trump al ojo mediático y su firme posición respecto a la deslocalización industrial. El expresidente y actual candidato amenaza con imponer un arancel del 25% a los iPhones si Apple no traslada su producción a Estados Unidos. Esto se enmarca dentro de una política más amplia de presión económica a gigantes tecnológicos para repatriar empleos y cadenas productivas.

Pero, ¿es factible construir un iPhone en suelo estadounidense sin repercutir cataclísmicamente en el precio o viabilidad del producto?

Los números no mienten: ¿cuánto costaría un iPhone made in USA?

Actualmente, fabricar un iPhone en India o China tiene un costo integrado y optimizado gracias a décadas de especialización. Analistas de Wedbush Securities advierten que llevar esa cadena de valor a EE.UU. dispararía los precios. Un iPhone que hoy cuesta $1,200 podría ascender a entre $1,500 y $3,500 si se produjera en territorio norteamericano, dependiendo del modelo y configuración.

Dan Ives, analista senior del mercado tecnológico, es tajante: “La idea de producir iPhones en EE.UU. es un punto muerto (…) Veríamos una disrupción total en la estrategia de precios de Apple.”

Un ecosistema de proveedores imposible de replicar

Tras décadas operando en China, Apple ha cimentado no solo fábricas, sino toda una infraestructura de proveedores, técnicos e ingenieros altamente capacitados. En palabras de Tim Cook, CEO de Apple, “en EE.UU. podrías reunir a los ingenieros de herramientas de precisión en una sala. En China, llenas varios campos de fútbol.”

China y ahora India no solo ofrecen bajo costo en mano de obra, también ofrecen volumen, escalabilidad y modernización sofisticada de sus plantas. Replicar eso en EE.UU. no sería solo costoso: podría tardar más de una década en consolidarse.

India, la nueva China de Apple

Ante la imposición de aranceles en la administración Trump 1.0, Apple comenzó a diversificar su producción, trasladando parte de ella a India. Hoy, según declaraciones recientes de Cook, “la mayoría de los iPhones que se venderán este trimestre fiscal en EE.UU. se ensamblarán en India.”

India es atractiva por su mano de obra calificada y barata, pero también por la voluntad del gobierno indio de garantizar incentivos fiscales y estabilidad fiscal para atraer inversiones masivas. Desde 2020, Apple ha invertido más de $2.5 mil millones en plantas y cadenas de suministros en suelo indio.

¿Y Trump? El eterno negociador regresivo

Trump ha sido consistente en su retórica: traer la manufactura de vuelta a EE.UU., una idea que casa bien con cierta narrativa nacionalista y de recuperación industrial. En 2019, Trump recorrió una planta de Mac Pro en Texas y, sin saber que fue un proyecto iniciado durante el mandato de Obama en 2013, se jactó de haber abierto una “planta nueva”.

“Hoy abrí una gran fábrica de Apple en Texas”, escribió en su cuenta de Twitter, pese a haber sido simplemente una visita política.

Fiscalidad y rentabilidad: la otra cara del problema

A pesar de evitar fabricar sus productos insignia en EE.UU., Apple ha intentado suavizar la relación con Washington mediante inversiones indirectas: hace poco se comprometió a invertir $500 mil millones y crear 20,000 empleos en suelo estadounidense para 2028. Eso incluye centros de datos en Houston enfocados en inteligencia artificial, pero no plantas de fabricación.

Según Forrester Research, una razón por la cual Apple puede soportar temporalmente estas tensiones es gracias al ingreso masivo por servicios: en el último año fiscal obtuvo más de $96 mil millones a través de iCloud, el App Store, Apple Music y más. Esta área no se ve afectada directamente por los aranceles.

¿Una transición que nunca llegará?

Howard Lutnick, Secretario de Comercio de EE.UU., declaró en abril que los aranceles estaban diseñados para “forzar” la producción doméstica. Su frase fue clara y ambiciosa: “El ejército de millones de humanos que insertan tornillos en los iPhones llegará a EE.UU.”

Sin embargo, la realidad choca con la teoría. Cook ya dijo en 2017 que EE.UU. no tiene suficientes técnicos para semejante tarea, ni en cantidad ni en especialización. Y la transición tecnológica no se construye con voluntarismo político.

iPhone, símbolo global atrapado en la política local

Más allá del debate económico, lo que está en juego es la transformación del iPhone como símbolo de una globalización tecnológica que ahora se ve amenazada por los nacionalismos comerciales de la era Trump.

La guerra comercial con Europa y China, las amenazas de tarifas del 50% a productos de la UE, la presión sobre otras naciones del sudeste asiático y las tensiones logísticas postpandemia han levantado una pregunta urgente: ¿pueden empresas globales como Apple sobrevivir si están atadas a los caprichos de una sola nación?

Rumores de aumento de precios: ¿docilidad o resistencia?

Hasta ahora, Apple ha optado por ajustar silenciosamente su cadena de suministro y evitar aumentos de precios drásticos. Pero si los aranceles aumentan y las tensiones perseveran, es solo cuestión de tiempo antes de que el consumidor sienta el impacto.

Apple mantiene márgenes saludables en sus servicios, pero eso tiene un límite. Algunos expertos ya especulan que una nueva generación de iPhones, posiblemente el iPhone 17, podría inaugurarse con un precio base de $1,699 en algunos mercados, si la presión arancelaria se mantiene o escala.

¿Y si Apple dice adiós?

Una hipótesis poco comentada es que Apple podría simplemente cerrar mercado si los márgenes colapsan. No sería la primera vez que lo hace. Años atrás abandonó el mercado de routers, impresoras y hasta de servidores. Si los costos de producir y vender se vuelven insostenibles por las políticas arancelarias, ¿renunciaría Apple a parte del mercado estadounidense?

Muchos lo dudan, pero datos recientes muestran que el 40% de sus ingresos ya provienen de fuera de EE.UU., especialmente de Asia y Europa. La dependencia no es tan absoluta como antes.

En resumen:

  • Fabricar un iPhone en EE.UU. costaría de 2 a 3 veces más.
  • Apple trasladó parte de su producción a India para evitar aranceles.
  • Trump busca repatriar trabajos, pero hay escasez de técnicos en EE.UU.
  • Apple equilibra la balanza gracias a servicios digitales con márgenes muy altos.
  • El futuro dependerá de la estabilidad política y económica pos-2025.

“El problema no es tecnológico: es político, económico y cultural”, concluye Ives. “Apple está atrapada entre la eficiencia de Asia y las demandas ideológicas de Occidente.”

Y mientras tanto, el consumidor, ese que anhela cada nueva generación del iPhone, podría terminar pagando los platos rotos de una batalla donde el teléfono más popular del mundo se ha convertido en el rehén perfecto de una visión industrial que parece mirar más al pasado que al futuro.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press