Del cielo al infierno: ¿Qué está pasando con la seguridad aérea en 2025?

Una oleada de accidentes aéreos siembra dudas en los viajeros, mientras expertos intentan calmar los temores: ¿estamos ante una crisis real o una percepción distorsionada?

Una cadena trágica de sucesos en el aire

Desde inicios de 2025, los titulares sobre desastres aéreos parecen no cesar. El más reciente, el 22 de mayo, fue el impactante accidente de una avioneta en un barrio residencial de San Diego, que cobró al menos tres vidas y obligó a evacuar a un centenar de personas. La escena fue apocalíptica: llamas consumiendo casas, humo negro elevándose al cielo y partes del avión repartidas por la calle.

Pero este no es un hecho aislado. Sumado a este accidente se encuentra una alarmante lista de tragedias ocurridas tan solo en los primeros cinco meses del año. ¿Se trata de una anomalía estadística o estamos ante un aumento real que debería preocuparnos? Esta opinión crítica busca analizar la situación de la seguridad aérea actual, confrontar datos y reflexionar sobre el impacto que estos eventos están generando en la confianza pública.

Una racha mortal: los números no mienten

Según la Junta Nacional de Seguridad del Transporte de EE.UU. (NTSB), 2024 cerró con una reducción en accidentes fatales en comparación con 2023. Sin embargo, en lo que va de 2025, ya se han registrado al menos siete incidentes fatales con aeronaves pequeñas y comerciales en Estados Unidos y el extranjero. Entre los más relevantes están:

  • 10 de abril – Nueva York: Helicóptero turístico cae en el río Hudson. Mueren seis personas, incluidas tres de una familia española.
  • 11 de abril – Boca Ratón, Florida: Avioneta choca cerca de una autopista, tres muertos.
  • Febrero – Marana, Arizona: Choque aéreo entre dos avionetas. Dos muertos, una aeronave logró aterrizar.
  • Febrero – Alaska: Avión comercial se desploma. Diez muertos. El peor accidente en el estado en 25 años.
  • Marzo – Denver, Colorado: Avión de American Airlines se incendia tras aterrizar por problema en el motor. 12 personas hospitalizadas.

La secuencia es perturbadora. Si sumamos las víctimas fatales hasta mayo de 2025, superaríamos las 40 personas fallecidas en territorio estadounidense y más de 60 a nivel global en accidentes relacionados con aeronaves pequeñas y medianas. A esto se añaden múltiples incidentes no letales pero igualmente preocupantes, como colisiones en pista y aterrizajes forzosos.

¿Están los cielos más peligrosos, o solo más cubiertos?

El transporte aéreo siempre ha estado sometido a escrutinio. Cualquier percance recibe cobertura mediática instantánea. «Volar sigue siendo increíblemente seguro», asegura John Hansman, profesor de aeronáutica y astronautica en el MIT. Y los datos lo respaldan. Según la IATA, el índice de accidentes fatales por millón de vuelos fue 0.23 en 2023, lo que representa un accidente mortal por cada 4.35 millones de vuelos.

Sin embargo, lo que ha cambiado radicalmente es la sensación pública de inseguridad. La saturación en redes, los videos virales y la cobertura noticiosa convierten cada incidente en un fenómeno viral. Como resultado, la percepción de que “los aviones están cayendo del cielo” se multiplica, aunque la aviación siga siendo estadísticamente el medio de transporte más seguro.

Pilotos en apuros y recursos limitados

Uno de los factores que más se discute entre expertos es el agotamiento del personal aéreo. Las aerolíneas enfrentan una escasez crítica de pilotos, técnicos y controladores aéreos. Esta falta de personal forzado a trabajar turnos extensos podría estar contribuyendo a más errores humanos.

«Lo que más miedo da hoy en día no es la tecnología, es el factor humano», afirma David Soucie, exinspector de la FAA. Varios incidentes recientes involucraron maniobras peligrosas que no necesariamente fueron culpa de un sistema defectuoso, sino de decisiones humanas bajo presión.

La sombra de Boeing y la desconfianza en fabricantes

La marca Boeing, ícono de la industria aeronáutica, está bajo fuego nuevamente. Su modelo 737 MAX, tras dos accidentes catastróficos entre 2018 y 2019 que cobraron 346 vidas, fue suspendido y analizado meticulosamente. Volvió al aire en 2021, pero los cuestionamientos no paran. Aunque los vuelos actuales son seguros, como ratifican autoridades, la confianza de muchos pasajeros sigue dañada.

Recientemente, se ha cuestionado incluso el sistema de mantenimiento de las aerolíneas, especialmente cuando se externaliza a talleres fuera de EE.UU. o se recorta personal técnico debido a ajustes presupuestarios pospandemia.

Particularmente vulnerables: avionetas y vuelos regionales

De todos los accidentes registrados en 2025, la gran mayoría tuvo como protagonistas a aeronaves pequeñas privadas o vuelos regionales. Este tipo de aviones recibe mucha menos supervisión reguladora y opera muchas veces desde aeropuertos sin controladores aéreos permanentes.

Por ejemplo, la tragedia en Alaska, uno de los destinos más dependientes de estos servicios, reveló fallos en los sistemas de comunicación del piloto, además de condiciones meteorológicas peligrosas. No es coincidencia que aproximadamente el 94% de los accidentes aéreos en EE.UU. involucren a vuelos generales o privados, según datos de la NTSB.

Choques en pista y errores de cálculo

Además de los desastres aéreos propiamente dichos, los “casi accidentes” también están en aumento. Pilotos que abortan aterrizajes por aviones cruzándose en la pista erróneamente, helicópteros que ingresan en espacio aéreo restringido, o alas que chocan durante el taxiado. En febrero, un avión de Southwest debió frenar su aterrizaje en Chicago para evitar colisionar con un jet de negocios que invadió la pista sin autorización. Hubo incidentes similares en Virginia y Toronto.

El número de eventos de “riesgo severo” aumentó un 25% en 2024, según el último informe interno de la FAA, algo que está derivando en una revisión de protocolos internos y una probable mayor inversión en radar y personal especializado.

¿Cómo enfrentar esta crisis de confianza?

Aunque las cifras aún sitúan al transporte aéreo como el más seguro, las aerolíneas deben enfrentar ahora una crisis de percepción. Ante cada incidente, inevitablemente surgen nuevas dudas: ¿Está mi avión bien mantenido? ¿Está capacitado mi piloto? ¿Qué ocurrió en cabina realmente?

La FAA y otras agencias deben reforzar la comunicación transparente, reconocer errores cuando sea necesario y entregar garantías tangibles (auditorías, publicaciones de reportes, capacitaciones extras). Expertos como el ingeniero aeronáutico Richard Aboulafia sugieren que la industria implemente un enfoque de “cero tolerancia a riesgos” similar al aplicado en la industria nuclear. «Es momento de revisar complacencias que se normalizaron durante décadas en las operaciones regionales», afirmó en una entrevista para Aviation Week.

Conclusión no oficial: un futuro turbulento, pero no en caída libre

La acumulación de incidentes no es menor. Pero tampoco lo es la solidez técnica de la aviación moderna. Lo que está en juego ahora no es solo la integridad de las aeronaves, sino la reconstrucción de la confianza del pasajero global.

Así como tras el 11-S la industria cambió radicalmente en procedimientos de seguridad, esta nueva oleada de accidentes puede convertirse, paradójicamente, en el catalizador de mejoras estructurales en vigilancia, mantenimiento y priorización del factor humano.

Volar sigue siendo seguro. Pero, después de lo ocurrido en 2025, ya no se puede volar igual.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press