El Capitolio bajo oración y presión: Mike Johnson, fe, política y el futuro de Estados Unidos
En plena batalla legislativa por el proyecto emblemático de Trump, el actual Presidente de la Cámara recurre a la oración como guía espiritual y liderazgo político
Un guía político “de rodillas”
Eran las 3:00 de la madrugada en el Capitolio de Washington cuando algo inusual ocurrió. No se trató de una maniobra política, un voto histórico o una presencia mediática masiva. El Presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, pidió a un periodista que lo acompañara a un lugar casi desconocido para el público: el cuarto de oración del Congreso.
“Esto es como una catedral por la noche”, dijo Johnson al abrir una puerta secreta con código digital. Allí, acompañado de una imagen de George Washington de rodillas en una vidriera, Johnson confesó haber estado "mucho aquí esta semana" orando en busca de guía.
Johnson: entre la cruz y la política
Mike Johnson, congresista republicano por Luisiana, ha emergido como una figura clave en el nuevo capítulo político de Estados Unidos. Elegido como líder de la Cámara Baja tras múltiples crisis internas de los republicanos, este cristiano conservador ha basado buena parte de su liderazgo en una visión espiritual del rol del poder político.
En medio del impulso de lo que llama el “proyecto grande y hermoso” de Donald Trump, un paquete legislativo masivo que incluye reformas fiscales, recortes en asistencia social y nuevas regulaciones laborales, Johnson se ha aferrado a su fe como brújula moral.
“En tiempos de grandes desafíos, nuestros fundadores oraban de rodillas. Eso es lo que hago yo”, ha dicho más de una vez.
Un proyecto con impacto social masivo
El proyecto legislativo que Johnson defiende con fervor religioso no está exento de polémicas. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), más de 8.6 millones de personas podrían perder acceso a cobertura médica bajo el proyecto, y unos 3 millones mensuales quedarían excluidos del SNAP (el programa de asistencia alimentaria federal).
Los críticos, incluyendo buena parte de la bancada demócrata, lo han apodado el “proyecto grande y feo”. En palabras del líder demócrata Hakeem Jeffries: “Es indecente arrancar comida de la boca de niños y estadounidenses cotidianos.”
¿Una visión compasiva o punitiva?
Parte esencial de la reforma incluye una imposición de requisitos laborales de 80 horas mensuales o actividades comunitarias, enfocados en adultos sin hijos hasta los 64 años. También se extenderían a padres con niños mayores de siete años.
Para Johnson, sin embargo, esta medida no es castigo, sino herramienta para la dignidad. “Es bueno para el propio sentido de propósito del hombre sano trabajar. Es una situación de ganar, ganar, ganar”, expresó.
Aunque ofrece excepciones y mecanismos de evaluación, los demócratas sostienen que la iniciativa ignora realidades sociales y económicas, como la dificultad que muchos adultos mayores o personas con educación limitada enfrentan para reinsertarse en el mercado laboral.
La religión como brújula del poder
El uso constante de referencias religiosas por parte de Johnson ha generado críticas dentro y fuera del Congreso. Algunos ven en esto un reflejo de lo que podría considerarse un desequilibrio entre la fe y la función pública, mientras otros lo consideran un ejemplo de liderazgo guiado por principios sólidos.
Jeffries, también creyente, sostuvo su posición al citar el Evangelio según Mateo 25:35-40 para denunciar la moralidad del proyecto: “No se puede ir a la iglesia a rezar el domingo y venir a D.C. a depredar al pueblo estadounidense el resto de la semana.”
Una Cámara en conflicto: ¿diálogo o cruzada?
Bajo la gestión de Johnson, la Cámara de Representantes vive uno de sus momentos más polarizados. El enfoque “divino” de su liderazgo ha coincidido con una estrategia legislativa casi inflexible, lo que ha generado roces no solo con demócratas, sino también con miembros moderados del propio Partido Republicano.
A pesar de dudas y tensiones, Johnson siguió adelante. Se autoimpuso una fecha límite cercana y poco realista: el Día de los Caídos (Memorial Day). Su mantra: mantener el rumbo con “paciencia”.
El poder espiritual como parte del poder político
El cuarto de oración del Congreso, creado en los años 50 y ubicado discretamente cerca de las oficinas del “Speaker of the House,” se ha vuelto un símbolo del tipo de liderazgo que Johnson personifica: uno que mezcla invisiblemente lo sagrado con lo estratégico.
“Soy un líder servidor”, ha dicho, citando conceptos del liderazgo evangélico. “No tengo miedo. Sé que debemos cumplir esta misión para salvar el país.”
Los límites del idealismo cristiano en política real
En un país marcado por la diversidad de credos, etnias y visiones del mundo, la fusión estrecha entre creencia religiosa e ideología política puede tensar aún más las ya frágiles estructuras del consenso democrático. El caso de Johnson evidencia tanto el poder movilizador de una fe sincera como los riesgos de legislar bajo dogmas en una nación pluralista.
“Estamos intentando restaurar los principios fundacionales de este país”, ha insistido el congresista. Pero muchos se preguntan: ¿cuáles principios exactamente? ¿La compasión del Sermón del Monte? ¿O la rigidez de un código religioso reinterpretado al servicio de una agenda conservadora?
Un país en el espejo del Capitolio
Lo que ocurre en el Capitolio no se queda en el Capitolio. La oposición de Johnson ha encontrado respaldo en las calles, en comunidades afectadas por los recortes y en organizaciones que denuncian el desmantelamiento de salvaguardas sociales básicas.
Mientras el presidente de la Cámara continúa sus reuniones poco públicas, sus oraciones silenciosas y su impasible paso legislativo, América se pregunta cuál es el costo espiritual de la política y cuál es el precio político de legislar desde la oración.
Para muchos como Johnson, la religión es una fortaleza moral —la fuente de su compromiso. Para otros, es una cortina de humo para decisiones que afectan la vida, salud y dignidad de millones.
Sea como sea, el nuevo rostro del poder republicano en Washington tiene Biblia en mano y mirada fija hacia lo que llama una restauración nacional. Pero sus detractores, también creyentes muchos de ellos, están listos para resistir, también desde la fe, pero con una lectura distinta: una que no se arrodilla ante dogmas ni cae rendida ante grandes promesas políticas vestidas de cruz.