Graciela Iturbide: La fotógrafa que convirtió la realidad en arte mágico

La mexicana ganadora del Premio Princesa de Asturias 2025 por su obra visual que emociona, sacude y transforma

Una artista cuyo lente va más allá del encuadre

Graciela Iturbide no solamente toma fotografías: invoca realidades escondidas entre luz y sombras. Con su estilo distintivo en blanco y negro y una sensibilidad inigualable para capturar la esencia de pueblos indígenas, mujeres y simbolismos culturales, la fotógrafa mexicana se ha convertido en una de las artistas visuales más influyentes del mundo. El Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025 así lo ha reconocido, celebrando una trayectoria artística que ha sido a la vez testimonio social y mirada poética.

Iturbide nació en Ciudad de México en 1942, en una familia tradicional de clase media. Aunque inicialmente estudió dirección cinematográfica en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, muy pronto derivó hacia la fotografía, atraída, en parte, por el influyente maestro Manuel Álvarez Bravo, quien se convirtió en su mentor.

“Nuestra Señora de las Iguanas” y el poder del símbolo

Una de sus fotografías más emblemáticas es sin duda “Nuestra Señora de las Iguanas”, tomada en 1979 en Juchitán, Oaxaca. En la imagen aparece una mujer zapoteca con varias iguanas vivas sobre la cabeza, en una pose que emula una corona reptiliana. El contraste entre lo ancestral, lo surreal y lo cotidiano ha convertido esta imagen en un ícono no solo del arte mexicano contemporáneo, sino también de la representación dignificante de lo indígena y femenino.

Sobre esta fotografía, Iturbide comentó en una ocasión:

“La belleza no está necesariamente en lo estético, sino en lo que representa. Esa mujer tenía una fuerza silenciosa, majestuosa.”

Fotografía como documento y como transformación

El jurado del Premio Princesa de Asturias afirmó que sus obras poseen “una faceta documental que muestra un mundo hipnótico que parece situarse en el umbral entre la realidad más cruda y la gracia de la magia espontánea.” Y es que si bien sus fotos tienen un fuerte contenido testimonial, no se limitan al registro: también interpretan, transforman y sugieren dimensiones simbólicas complejas.

Muchos de sus ensayos visuales se han nutrido de sus recorridos por diversas comunidades de México, capturando la vida cotidiana de los seris en Sonora, escenarios de la muerte en Oaxaca, y ritos populares en múltiples regiones del país. Sin embargo, su lente no quedó confinado a México: ha fotografiado también en India, Madagascar, Hungría, Alemania, EE.UU. entre otros tantos lugares, siempre en búsqueda de almas, no de paisajes.

La influencia de lo femenino: narrar desde la mujer

Un tema recurrente en su obra ha sido el papel de las mujeres dentro de las comunidades tradicionales. Su enfoque no es condescendiente ni ajeno: se trata de una mirada que surge desde la empatía, la convivencia y el respeto. Iturbide vivió extensos periodos entre las comunidades que fotografiaba, generando lazos que permitieron un retrato con dimensión humana.

En palabras de la artista:

“Yo no llego a imponer nada. Escucho, observo y dejo que la foto llegue a mí. Todo surge del respeto.”

Más allá de la cámara: exposiciones, libros y legado

La obra de Graciela Iturbide ha sido exhibida en las instituciones de arte más prestigiosas del planeta. Entre ellas:

  • El Centre Pompidou en París
  • El MoMA en Nueva York
  • El San Francisco Museum of Modern Art

Ha publicado múltiples libros que reúnen sus trabajos más emblemáticos, algunos de ellos en colaboración con escritores, poetas o antropólogos. Su estilo ha influenciado a generaciones enteras de fotógrafos, especialmente dentro del ámbito latinoamericano.

Entre sus libros más conocidos se encuentran:

  • Juchitán de las Mujeres (1989)
  • Los que viven en la arena (1992)
  • El baño de Frida (2009)

Años de reconocimiento, pero sin perder el pie en la tierra

Iturbide ha sido galardonada con múltiples reconocimientos internacionales a lo largo de su carrera. Entre ellos:

  • El Premio W. Eugene Smith de Fotografía Humanista
  • El Premio Internacional de la Fundación Hasselblad en 2008
  • La Medalla de Bellas Artes en México

Y ahora suma a su larga lista el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025, dotado con 50,000 euros. Esta distinción refuerza no solo el valor artístico de su trabajo sino también su impacto cultural y social.

Una mirada eterna hacia lo invisible

Graciela Iturbide no retrata los rostros para inmortalizarlos, sino para desvelar el alma que en ellos habita. Su obra nos obliga a mirar desde una profundidad olvidada por el mundo moderno, esa donde las tradiciones aún tienen voz, donde el dolor se encuentra con la belleza, y donde las mujeres, los rituales y los paisajes no son objetos de consumo visual, sino protagonistas con historia.

En una época donde la imagen se produce en masa y la inmediatez sustituye la contemplación, el trabajo de Iturbide nos conmina a volver a sentir la fotografía como una conversación larga y silenciosa con lo humano.

“La fotografía para mí”, afirmó en una entrevista, “ha sido una forma de conocimiento, más que de expresión.”

¿Qué sigue para Graciela Iturbide?

A sus más de 80 años, Iturbide sigue activa, enseñando, creando y participando en proyectos artísticos. Su legado está en curso y su obra continúa inspirando no solo a fotógrafos y artistas visuales, sino a pensadores, antropólogos y poetas.

El lente de Iturbide no se conforma con mostrar el mundo: lo redescubre, lo reordena y lo eleva.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press