Trump sacude el Consejo de Seguridad Nacional: ¿reestructuración necesaria o purga política?

El presidente Trump impulsa una drástica reorganización del NSC, eliminando cargos y deportando funcionarios de carrera. ¿Reforma administrativa o venganza ideológica?

Trump y una nueva sacudida institucional

En lo que parece ser uno de los movimientos más agresivos de su segundo mandato, el presidente Donald Trump ha ordenado una reestructuración sin precedentes del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) de los Estados Unidos. Fuentes cercanas al proceso afirman que la reorganización conllevará una reducción drástica del personal actual, devolviendo a decenas de funcionarios de carrera a sus agencias originales y destituyendo a varios nombramientos políticos.

La medida ha sido calificada por algunos como una "liquidación" del NSC, que muchos expertos señalan como más política que técnica. El motivo, según los allegados a Trump, es asegurar la lealtad total del organismo hacia el presidente y su visión del sistema de seguridad nacional. Las consecuencias inmediatas son claras: un recorte masivo de personal, tensiones internas y un replanteamiento del equilibrio de poder dentro del aparato de inteligencia y defensa de EE. UU.

Un Consejo siempre en turbulencia

El NSC, fundado en 1947 bajo la presidencia de Harry S. Truman, ha sido históricamente un órgano neurálgico de coordinación entre agencias federales relacionadas con la seguridad y la política exterior. Durante años, ha servido para integrar la información de múltiples agencias—como la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado—para asesorar al presidente.

Pero desde el regreso de Trump a la Casa Blanca, el organismo ha trabajado bajo una “niebla” constante. Apenas días después de su toma de posesión, unos 160 funcionarios (detailees) fueron apartados de sus funciones mientras se realizaba una revisión interna. La movida generó alarma especialmente en sectores de inteligencia que dependen del NSC para la coordinación interinstitucional.

Cambios de personal y lealtades cuestionadas

Meses después, la situación se intensificó con la destitución de Mike Waltz, quien había sido designado asesor de seguridad nacional apenas semanas antes y posteriormente nominado para representar al país ante las Naciones Unidas. En su lugar asumió el Secretario de Estado, Marco Rubio, alguien leal a Trump desde su campaña de reelección.

El despido de Waltz ocurrió apenas un día después de que la activista ultraconservadora Laura Loomer expresara a Trump, de manera directa, su preocupación sobre la “lealtad” de ciertos funcionarios dentro del Consejo. Tal coincidencia ha generado sospechas sobre una reorganización impulsada más por razones ideológicas que estructurales.

De regreso a las agencias madre

Una característica inédita de esta reestructuración es la cantidad de "detailees"—funcionarios de carrera asignados temporalmente al NSC—que han sido enviados de vuelta a sus agencias originales. Esta decisión debilita el tejido colaborativo que permite al NSC funcionar como puente entre las distintas ramas del gobierno federal.

“El NSC funciona bien cuando hay diversidad de perspectivas profesionales y procedencias institucionales. Si se convierte en un órgano exclusivamente leal al presidente, perdemos calidad técnica y aumentamos el riesgo de decisiones unilaterales,” señaló un ex director del organismo en anonimato a medios estadounidenses.

Una tradición en peligro

Desde su creación hace más de 75 años, ningún presidente había impulsado una intervención tan invasiva en la estructura operativa del NSC. Aunque algunos mandatarios como Richard Nixon y George W. Bush hicieron reorganizaciones administrativas importantes, nunca lo hicieron destituyendo en masa a funcionarios de carrera.

Durante la presidencia de Barack Obama, el organismo aumentó desde unos 100 hasta casi 400 empleados, reflejando una tendencia hacia una mayor burocratización. Trump, en su primer mandato, ya había reducido esa cantidad a aproximadamente 230, y ahora proyecta llevarla aún más abajo.

¿Restructuración o revancha personal?

Expertos y legisladores se encuentran divididos. Desde la Casa Blanca, se argumenta que la medida apunta a “alinear agendas” y recortar la duplicación de funciones, haciéndolo más eficiente. Pero los críticos denuncian una purga ideológica peligrosa, particularmente tras las declaraciones públicas de Trump contra organismos de inteligencia que ha calificado como parte del “estado profundo”.

“No se trata de eficiencia, se trata de control. Trump no confía en nadie que no haya demostrado una lealtad personal total. Esto va más allá de la política pública,” opinó en entrevista el ex embajador Nicholas Burns.

Implicaciones de seguridad nacional

Esta remodelación del NSC llega en un momento tenso en la política mundial: conflicto en Medio Oriente, creciente competencia con China en todos los frentes, y una guerra en Ucrania que sigue sin resolverse. El Consejo de Seguridad Nacional, en circunstancias normales, jugaría un papel central en evaluar y coordinar la respuesta del gobierno.

¿Qué pasa cuando se descabeza a ese cuerpo? Históricamente, las decisiones tomadas desde el Despacho Oval sin asesoría integral han resultado problemáticas; basta recordar la infame invasión de Bahía de Cochinos durante el gobierno de Kennedy, gestada con información defectuosa. La falta de diversidad técnica puede tener consecuencias catastróficas.

Una obsesión con el poder interno

Esta última acción presidencial se enmarca dentro de una serie de movimientos destinados a reconfigurar el equilibrio de poder en las instituciones estadounidenses. Desde el nombramiento de jueces hasta disputas con fiscales y los medios de comunicación, Trump parece querer convertir a cada órgano del Estado en una leal extensión de su administración.

En ese sentido, el NSC es sólo el último organismo atacado.

Voces de advertencia

La reorganización ha sido criticada por múltiples figuras dentro del establishment de seguridad del país. El ex asesor de Seguridad Nacional John Bolton, quien sirvió bajo Trump, advirtió que “una NSC politizada pone en riesgo a todo el gobierno estadounidense.” Incluso el conservador Senador Mitt Romney expresó preocupación en declaraciones recientes, señalando que “a largo plazo, esto socava la capacidad de respuesta institucional.”

Quienes apoyan la medida, sin embargo, celebran lo que consideran una “desburocratización” de la seguridad nacional. Argumentan que muchos funcionarios de carrera han usado el aparato del Estado para frenar la agenda presidencial, y que restablecer el control desde la Casa Blanca es coherente con el mandato electoral del presidente.

El futuro: ¿instituciones leales o desvinculadas?

Este movimiento puede sentar un precedente preocupante. Si el Consejo de Seguridad Nacional se vuelve exclusivamente funcional a los deseos del presidente de turno, sin contrapesos internos o voces técnicas independientes, ¿cuál es el margen de error? ¿hasta dónde puede llegar la fe ciega como política de Estado?

Mientras tanto, la reorganización sigue en marcha. No está claro cuántos funcionarios permanecerán, ni si esto llevará a una parálisis temporal. Lo que sí es seguro es que el NSC de hoy no se parece en nada al organismo estratégico multipolar para el que fue creado en 1947.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press