Adopciones forzadas en Corea del Sur: el desgarrador caso de Choi Young-ja y una verdad incómoda

Una madre busca justicia tras casi 50 años de silencio y engaños en uno de los programas de adopción internacional más controversiales de la historia

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Un caso que sacude corazones: la historia de Choi Young-ja

En 1975, en las agitadas calles de Seúl, un niño de apenas tres años desapareció mientras jugaba. La madre, Choi Young-ja, lo buscó incansablemente durante décadas. Lo que no sabía en ese momento era que su hijo no se había perdido… había sido adoptado internacionalmente, enviado a Noruega sin su consentimiento ni conocimiento.

Hoy, con 72 años, Choi no solo ha reencontrado a su hijo, sino que también ha iniciado un proceso judicial histórico contra el gobierno surcoreano, la agencia de adopción Holt Children’s Services y un orfanato ubicado en la ciudad de Suwon. La demanda no solo busca una compensación económica —de unos 550 millones de wones (aproximadamente $403,000 dólares)— sino visibilizar las graves fallas institucionales y éticas que han marcado la historia de las adopciones internacionales en Corea del Sur.

Un patrón sistemático de separaciones forzadas

La historia de Choi no es un incidente aislado. De hecho, la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Corea del Sur concluyó en marzo de 2024, tras una investigación sin precedentes, que los gobiernos militares del país facilitaron y promovieron un sistema de adopciones masivas sin las garantías legales ni éticas necesarias, en gran parte para reducir los gastos en políticas de bienestar infantil.

Entre las décadas de 1970 y 1980, Corea del Sur lideró el mundo en adopciones internacionales, con prácticamente 200,000 menores enviados al extranjero, principalmente a Estados Unidos, Noruega, Francia y otros países occidentales. Muchas de estas adopciones fueron resultado de documentos manipulados. Niños secuestrados, con padres vivos o informados falsamente como huérfanos, terminaron en hogares internacionales bajo nuevas identidades.

Solo entre 1950 y 1990, Corea envió un número estimado de 165,000 niños al extranjero, una cifra que supera ampliamente a cualquier otro país con un historial de adopciones internacionales. Pese a que la intención aparente de los gobiernos era ofrecer un mejor futuro para los niños, los métodos utilizados y la falta de transparencia han puesto en duda toda la arquitectura institucional detrás de esas acciones.

El giro judicial: madres alzan la voz

Choi no está sola. En octubre de 2023, Han Tae-soon, otra madre septuagenaria, también interpuso una demanda contra el gobierno surcoreano y Holt por la adopción de su hija, enviada a Estados Unidos en 1976 tras ser secuestrada con tan solo cuatro años. El crecimiento de estos casos refleja el impacto que tuvo la publicación del informe de la Truth and Reconciliation Commission, donde se recomendaban cambios estructurales al sistema de adopciones del país.

Sin embargo, ni el gobierno ni Holt han respondido favorablemente a las demandas o recomendaciones. Según los abogados de Choi, el orfanato y la agencia falsificaron información sobre su hijo, registrándolo como huérfano abandonado a pesar de las pruebas de que Choi lo estaba buscando activamente.

“Mi cliente visitó las oficinas de Holt en múltiples ocasiones”, declaró Jeon Min Kyeong, abogada de Choi. “Su hijo incluso tenía la edad suficiente para decir su nombre y contar que tenía padres. Pero nadie lo escuchó, nadie quiso corroborar la información”.

Holt Children’s Services: centro de la polémica

Fundada en 1956, Holt es considerada la agencia más antigua de adopciones internacionales en Corea del Sur. Irónicamente, fue creada con la intención de ayudar a niños de guerra nacidos de madres coreanas y padres soldados estadounidenses. Con el paso del tiempo, se convirtió en el principal vehículo para el masivo éxodo de menores coreanos hacia Occidente.

Pero los archivos, según denuncian varios activistas, muestran prácticas gravemente negligentes. Documentación incompleta, nuevos nombres adjudicados sin permisos, y fotografías sustituidas para impedir el rastreo de las familias biológicas son solo algunas de las acusaciones vertidas sobre Holt.

En 2019, Adam Crapser fue el primer adoptado coreano en demandar al gobierno y a Holt. Fue entregado a una familia abusiva en Estados Unidos, jamás recibió la ciudadanía y acabó deportado en 2016. Aunque en primera instancia una corte dio la razón a Crapser, el Tribunal Superior de Seúl exoneró a Holt y al gobierno en enero de este año.

Datos duros y contexto histórico

  • Corea del Sur ha sido responsable del 14% de todas las adopciones internacionales a nivel mundial desde los años 50. (Fuente: UNICEF)
  • En algunos años de las décadas de 1970 y 1980, se enviaban hasta 10,000 niños por año al extranjero.
  • De los 200,000 niños adoptados, se cree que al menos 30-40% podrían haber tenido familias vivas que los estaban buscando activamente.
  • Más de 350 quejas fueron recopiladas durante la investigación de la Truth and Reconciliation Commission, pero solo 56 fueron oficialmente reconocidas como violaciones de derechos humanos.

La carencia de una disculpa oficial por parte del gobierno surcoreano ha sido un punto de tensión adicional. La presidenta de la Comisión de la Verdad, Park Sun Young, prometió revisar el lenguaje del informe después de críticas de adoptados como Yooree Kim, enviada a Francia sin consentimiento parental. Sin embargo, los cambios nunca llegaron antes del cierre del informe final.

¿Puede haber justicia tras medio siglo?

El caso de Choi Young-ja y su hijo ahora adulto —quien se ha mantenido lejos de los focos mediáticos tras su emotiva reunión en 2023— plantea preguntas difíciles. ¿Puede compensarse la pérdida de casi 50 años con dinero? ¿Es reparable el trauma institucional y familiar causado por una estructura pensada más en eficiencia burocrática que en derechos humanos?

Activistas por los derechos de adopción y reunificación familiar piden una nueva comisión independiente y un proceso reparatorio similar al de países como Australia o Canadá, que han reconocido oficialmente y reparado a víctimas de internamientos o adopciones forzadas.

Como lo señaló en su momento la directora del centro de estudios de adopciones internacionales de la Universidad de Seúl, Lee Jin-sook: “La adopción debe ser una herramienta de amor, nunca una excusa para el olvido institucional”.

La presión internacional como catalizador

Países como Noruega, Francia y principalmente Estados Unidos ya registran un creciente número de denuncias por parte de adoptados coreanos que afirman haber sufrido abuso, negligencia o abandono en sus hogares adoptivos, además del trauma por haber perdido conexión con sus raíces culturales.

Organizaciones como Adoption Truth and Transparency Worldwide Network han organizado campañas globales presionando a Corea del Sur para que adopte un sistema de archivo abierto, permita el acceso directo a expedientes de adopción y firme convenios internacionales más estrictos sobre transparencia y trazabilidad.

El interés mediático global, sobre todo impulsado por documentales como “Reclaimed” de PBS Frontline, ha visibilizado historias como la de Choi, siendo un catalizador para nuevas discusiones sobre verdad, reconciliación y justicia posadopción.

¿Qué sigue?

El futuro del caso de Choi Young-ja aún es incierto. Lo que está claro es que ya ha marcado un hito. Su valentía inspira a otras madres y adoptados coreanos a tomar acciones legales y exigir verdad y reparación. Pero también revela lo profunda que fue —y sigue siendo— la herida que dejó uno de los programas de adopción internacional más grandes y problemáticos de la historia.

Como diría la misma Choi en una entrevista reciente: “No quiero solo justicia para mí. Quiero que el mundo sepa que nuestros hijos no eran mercancía.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press