El renacer de 'The Sacred Harp': una tradición musical de 180 años que sigue vibrando
Más que un himnario antiguo, 'The Sacred Harp' es una comunidad viva de voces unidas por la espiritualidad, la historia y la música a capela
Una tradición que desafía el tiempo
En lo profundo de Georgia Occidental, en la iglesia de los Bautistas Primitivos de Holly Springs, retumba una cadencia coral ancestral. Cientos de voces, dispuestas en formación cuadrada, cantan sin acompañamiento musical, guiadas por notas en formas de diamantes, triángulos, cuadrados y óvalos. Este ritual, más que una presentación musical, es una comunión colectiva: es “The Sacred Harp”, una tradición estadounidense de canto a capela que ha sobrevivido más de 180 años. Y ahora, en pleno 2025, está a punto de renovarse con su primera nueva edición desde 1991.
Un libro que es herencia y símbolo
“The Sacred Harp” fue publicado por primera vez en 1844 por Benjamin F. White y Elisha J. King en Georgia. Desde entonces, su formato de shape-note singing, o canto de notas en forma, se convirtió en la columna vertebral de una expresión espiritual y comunitaria que ha atravesado generaciones. El libro es más que una partitura: se ha convertido en diario emocional, álbum familiar, biblia musical y objeto de devoción colectiva. Los cantantes lo protegen, anotan en sus márgenes, guardan recuerdos entre sus páginas y lo heredan como un legado vital.
Una nueva edición tras 34 años
La edición de 1991 fue la última gran revisión del himnario. Ahora, bajo la dirección del comité de revisión y música de la Sacred Harp Publishing Company, se prepara una transformación profunda que verá la luz en septiembre de este año durante la convención anual de la United Sacred Harp Musical Association en Atlanta.
“No es sólo una reimpresión, es una renovación”, afirma David Ivey, cantante de toda la vida y presidente del comité. Se han recibido más de 1,100 composiciones nuevas como propuestas para integrar el himnario. Y aunque muchas canciones antiguas permanecerán, algunas serán reemplazadas para dar lugar a nuevas voces y compositores contemporáneos.
“Eso es lo que mantiene nuestro libro vibrante y vivo”, agrega Ivey.
Un proceso con alma comunitaria
No es una decisión que se tome a la ligera. Durante más de seis años, el comité —compuesto por nueve personas que representan el amplio y diverso espectro de cantantes del Sacred Harp— ha trabajado minuciosamente en cada cambio. Incluso organizaron reuniones comunitarias y encuentros de canto para poner a prueba las nuevas composiciones.
“El libro es precioso para la gente”, dice Ivey, quien también participó en la edición de 1991. “Hay recuerdos y emociones ligadas a canciones específicas. Algunas favoritas en vida se convierten en memoriales en la muerte”.
Más que música: una red humana
Lo que hace especial al shape-note singing es su enfoque democrático e inclusivo. No se trata de una presentación, sino de una experiencia participativa. Cualquiera puede levantarse en el centro del cuadrado para dirigir una canción. Cada pieza se canta una sola vez por evento, interpretándose primero solo las notas (fa, sol, la, mi) para luego entonar la letra, generalmente de carácter espiritual o bíblico.
Esta propuesta de canto accesible nace de las escuelas de canto que florecieron en Nueva Inglaterra en el siglo XVIII buscando mejorar la música en las iglesias protestantes. Pero después migró al sur rural, integrándose a la vida social, especialmente en comunidades blancas segregadas, aunque con su propio desarrollo paralelo en comunidades afroamericanas tras la emancipación.
“Para muchos de nosotros es una experiencia espiritual conmovedora. También es la oportunidad de reencontrarnos con nuestros queridos amigos”, dijo Jesse P. Karlsberg, experto en la tradición, cantante e integrante del comité.
Intergeneracional e inclusivo
En Holly Springs, distintas generaciones se reúnen con sus libros en alto. Sheri Taylor comparte los cantos con su hija y su nieta de apenas 11 años, Riley, quien ya se ha parado al centro del cuadrado para dirigir canciones.
“Mi abuelo construyó una iglesia exclusivamente para los eventos del Sacred Harp”, comenta Taylor. Para ella, cantar es recordar. Para su hija Laura Wood, cada canto es un puente emocional con su abuela fallecida. “Puedo sentirla conmigo cuando estoy aquí”, dice.
La tradición ha creado conexiones inesperadas. Sarah George conoció a su esposo a través del Sacred Harp, lo incluyó en su boda episcopal y ahora espera que sus composiciones se incluyan en la nueva edición de 2025. “Espero que esta revisión le recuerde a la gente que no hacemos algo folclórico. Es una tradición cultural y espiritual viva”, señala.
Un refugio para todos
Aunque la mayoría de los participantes proviene del cristianismo, el canto reúne a personas de diversas religiones —incluyendo el judaísmo— y también a miembros de la comunidad LGBTQ+ que encontraron en el Sacred Harp un espacio de espiritualidad sin exclusiones.
“Es la parte buena de la iglesia para quienes crecimos con ella”, afirma Sam Kleinman, un cantante de Nueva York. Él mismo se define como judío no observante y destaca que lo que lo conmueve no es tanto el contenido de las letras, sino la experiencia de armonía colectiva, como una terapia musical compartida.
Una experiencia trascendental
Karen Rollins, otra miembro del comité, compara su participación en el Sacred Harp como una elección espiritual auténtica: “A veces prefiero cantar los domingos en lugar de ir a la iglesia. Podemos cantar todos juntos sin importar religión, color o ideología. Aquí no hay discusiones que nos dividan”.
Oscar McGuire, otro fiel cantante, dice que ciertas canciones lo conectan directamente con personas que ya han fallecido. “Siento que les rindo homenaje cada vez que las canto”, señala. Algunas melodías le recuerdan a su esposa o a líderes recordados como Hugh McGraw o Charlene Wallace. “Es un momento para ellos”.
Revisión que honra el pasado, pero abraza el futuro
Nathan Rees fue un escéptico inicial del Sacred Harp. Hoy es curador del museo Sacred Harp en Carrollton y parte fundamental del comité. Su viaje comenzó cuando sus padres lo arrastraron con entusiasmo a su primer evento, que él veía como una rareza. Pero algo cambió: “Fui, lo escuché... y lo amé”.
Rees encuentra significados profundos en las letras sombrías y poéticas. Explica que han sido escritas por reformadores evangélicos británicos como Isaac Watts y Charles Wesley desde siglos atrás, pero aún hoy conmueven. Dirigiendo la canción No. 374 “Oh, Sing with Me!”, Rees sintió fuerzas que lo transportaban: “Es como escapar del mundo un rato. No hay nada que se le parezca”.
Fe, comunidad, canto e historia
El mayor encanto del shape-note singing es que no se necesita ser un músico profesional. Es una experiencia inmersiva en la que cada voz cuenta, cada historia se canta, cada emoción resuena.
A medida que se aproxima la nueva edición, algunos sienten temor. Otros, esperanza. Pero lo que nadie duda es que “The Sacred Harp” seguirá siendo más que un libro rojo con formas geométricas: seguirá siendo el latido coral de una tradición espiritual profundamente estadounidense, que canta a Dios, al pasado, al presente y, sobre todo, al acto de cantar en comunidad.