Hollywood en Texas: ¿oportunidad cultural o caballo de Troya político?
El nuevo impulso millonario a la industria cinematográfica en Texas desata un fuego cruzado entre incentivos económicos y preocupaciones ideológicas
Texas, tierra de llanuras infinitas, orgullo conservador y una identidad cultural profundamente arraigada, está en el centro de una controversia que mezcla política, arte, economía y valores: el Senado estatal impulsa un plan para destinar hasta $500 millones cada dos años a incentivos para la producción de cine y televisión en el estado. ¿El objetivo? Convertir a Texas en un competidor viable frente a potencias como Nueva York, Luisiana, Georgia o Nuevo México dentro de la industria del entretenimiento.
Pero la propuesta ha encendido alertas entre algunos legisladores republicanos, para quienes esta “invasión” de Hollywood podría traer consigo más que cámaras y guiones: la llegada de una ideología liberal que preocupa a sectores conservadores. Esta es una historia en la que los intereses culturales, económicos y políticos se entrelazan en un guion digno de una superproducción.
Una industria millonaria que Texas no quiere perder
De acuerdo con la Texas Film Commission, cada dólar invertido por el programa de incentivos cinematográficos ha producido un retorno de inversión de hasta 469%. Desde que el programa fue instaurado en 2007, organizaciones como Media for Texas y actores de renombre como Matthew McConaughey, Woody Harrelson y Dennis Quaid se han declarado a favor de las políticas que atraen producciones al estado.
Chase Musslewhite, cofundadora de Media for Texas, lo resume así: "Sin estos incentivos, estamos subsidiando la fuerza laboral de otros estados. Se trata de traer de vuelta a casa a nuestros talentos y construir una economía más diversa".
¿Hollywood como amenaza ideológica?
La propuesta, contenida en el Senate Bill 22, ha sido criticada por figuras como el representante estatal David Lowe, quien sostiene que “estamos financiando con nuestros impuestos a una industria que nos ridiculiza por apoyar a Trump, defender la fe cristiana y oponernos al aborto. ¿Y ahora se supone que les confiemos $2.5 mil millones en la próxima década?”.
Este tipo de argumentos se alinean con un sentimiento que circula en ciertas esferas conservadoras: el temor de que permitir a Hollywood operar libremente en Texas implique ceder espacios —físicos y simbólicos— a una narrativa política y cultural ajena. Esa tensión ha convertido al proyecto en mucho más que una propuesta económica: es, para algunos, una batalla por la identidad texana.
¿Quién elige qué películas reciben dinero?
Otra de las preocupaciones recurrentes es la amplia discrecionalidad que tendría la Oficina del Gobernador para decidir qué proyectos reciben financiamiento. Si bien actualmente ya existe esa facultad, críticos temen que se traduzca en favoritismos políticos o censura de contenido, dependiendo de las ideologías del momento.
No obstante, los defensores del proyecto apuntan que muchos de estos requisitos ya existen y que el control estatal también puede garantizar que el contenido financiado esté más alineado con los valores locales, en lugar de imponerlos desde fuera.
Competencia a nivel nacional
Texas compite en un mercado feroz. Actualmente, 37 estados ofrecen algún tipo de incentivo a la industria audiovisual, según la National Conference of State Legislatures. Nueva York y Georgia, por poner ejemplos, han atraído cientos de producciones anuales gracias a programas bien estructurados y generosas devoluciones.
Durante la sesión legislativa más reciente, Texas aprobó una asignación histórica de $200 millones. Aun así, continúa rezagado. “Este proyecto no abrirá las compuertas”, admite Musslewhite, “pero sí nos coloca en una posición donde al menos no perderemos todas nuestras historias frente a otros estados”.
De los estudios al rancho: quién apuesta por Texas
Figuras como Taylor Sheridan, creador de la exitosa serie "Yellowstone" y el filme Hell or High Water, apuestan por Texas como locación y centro creativo. Sheridan ha filmado ya varios proyectos en el estado, generando empleo local y destacando paisajes e historias texanas.
Además, la ley no solo beneficiará a grandes producciones. Uno de los cambios propuestos permitiría que películas con gastos desde $1.5 millones puedan recibir un incentivo de hasta 25%, superando el estándar actual. Y producciones con equipos técnicos compuestos en al menos 5% por veteranos, o rodadas en zonas económicamente deprimidas, recibirán un incentivo adicional de 2.5%.
Una posible “industria del contenido conservador”
Paradójicamente, muchos republicanos que hoy se oponen al subsidio podrían encontrar en él una herramienta para impulsar una alternativa conservadora dentro del ecosistema creativo. Productoras cristianas, series de temática basada en los valores familiares tradicionales y películas que promuevan la historia de Texas y el patriotismo podrían obtener respaldo oficial en el marco del SB 22.
Según Chad Gunderson, productor de la exitosa serie sobre la vida de Jesús, "The Chosen", este tipo de proyectos muestran que es posible crear contenido relevante, económicamente exitoso y fiel a ciertos principios sin necesidad de competir por los mismos recursos narrativos que la producción de Hollywood progresista.
El público no se divide en bloques rígidos
Más allá de la polarización retórica, algunos analistas reconocen que la audiencia actual consume tanto productos conservadores como progresistas. Un estudio de Morning Consult en 2022 encontró que el 42% de los estadounidenses ven contenido sin considerar la inclinación política de quienes lo producen; en cambio, priorizan calidad, valores de producción y narrativa.
Así, una competencia real se daría sobre la mesa de la creatividad, más que en las trincheras ideológicas.
Texas como pionero de un nuevo modelo
La propuesta SB 22 podría inaugurar un tercer camino: un modelo de incentivos cinematográficos que combine competitividad económica con deliberado control estatal sobre el contenido. Esta hibridación ha encendido las alarmas entre organizaciones como la Freedom of the Press Foundation, preocupadas por el riesgo de convertir la política cultural en una herramienta de rédito político o incluso de censura.
Sin embargo, como lo explica Grant Wood, cofundador de Media for Texas, “tenemos que dejar de pensar que Hollywood es un monstruo que nos devorará. Somos Texas. Podemos modelar nosotros a la industria, no al revés”.
Actualmente, más de 10 producciones ya están considerando filmar en Texas bajo el esquema del nuevo proyecto, si es aprobado finalmente por el gobernador Greg Abbott.
Una tormenta perfecta (y cinematográfica)
Texas se encuentra en la encrucijada. Por un lado, la oportunidad de generar miles de empleos, diversificar su economía y atraer inversiones; por el otro, el temor a perder el control cultural de su propia narrativa. Lo cierto es que, en esta película que apenas comienza, el guion aún está escribiéndose. Lo interesante será ver si termina siendo un western clásico, una sátira política o un drama con final inesperado.