Luis Enrique reinventa al PSG y lo lleva a la gloria: el arte de romper con los Galácticos
Con una cátedra táctica y un equipo rejuvenecido, el técnico español guió al París Saint-Germain a su primer título de Champions League, demostrando que la unión y el trabajo superan el poder de las estrellas.
París ha vivido una transformación radical. De un club dominado por estrellas mediáticas a un equipo auténtico de fútbol total, el Paris Saint-Germain alcanza su primera Champions League de la mano de Luis Enrique. ¿Cómo lo logró? Analicemos el camino revolucionario del técnico español.
Una nueva era en París: adiós a los nombres, hola al juego
Durante más de una década, el París Saint-Germain fue el eje de lo que podríamos llamar "neogalatismo futbolero". Fichajes de renombre como Zlatan Ibrahimović, Edinson Cavani, Thiago Silva, Neymar, Lionel Messi y, por supuesto, Kylian Mbappé marcaron la filosofía del club. Todos con contratos multimillonarios, presencia global, pero unidos por una constante: la Champions League siguió siendo un sueño inalcanzable.
El cambio llegó con el fichaje de Luis Enrique, una apuesta que muchos consideraron arriesgada. ¿Por qué? Porque el técnico asturiano venía con una visión clarísima: el proyecto no giraría más en torno a los nombres, sino a la idea colectiva. Atrás quedaron años de egos, fichajes mediáticos sin armonía táctica y la dependencia de individualidades. Se instauró una revolución silenciosa pero letal.
El arquitecto del cambio: Luis Enrique
“Sentí una conexión muy fuerte con los jugadores y los aficionados durante toda la temporada”, afirmó Luis Enrique tras la contundente victoria en la final de la Champions (5-0 frente al Inter de Milán). Pero más que conexión emocional, lo que vimos fue una maquinaria técnica tan afinada que recordó al mejor Barcelona de la era moderna —curiosamente también entrenado por él.
Recordemos que Luis Enrique ya había conquistado la Champions League en 2015 con el FC Barcelona, formando un tridente inolvidable con Messi, Suárez y Neymar. En el PSG, sin embargo, no tuvo ese lujo. De hecho, más bien hizo limpieza. Neymar y Verratti salieron antes del inicio de la temporada, y el golpe definitivo fue la marcha de Mbappé al Real Madrid. Pero en lugar de derrumbarse, construyó un nuevo orden.
Una apuesta por el colectivo y la juventud
Cualquiera pensaría que perder a Mbappé terminaría en desastre. Pero la temporada reveló que quizás su ausencia fue una bendición disfrazada. La dependencia individual fue reemplazada por una sinfonía colectiva. Uno de los ejemplos más llamativos fue la explosión de Désiré Doué, un joven de 19 años que dominó la final europea, asistiendo en el primer gol y marcando dos más. Otro tanto fue obra de Senny Mayulu, también de 19 años.
Esta frescura, acompañada por un enfoque comprometido en defensa, presión alta y participación coral en ataque, permitió un desempeño que pocos equipos en Europa lograron igualar este año. PSG no solo ganó, arrasó.
Puntos de inflexión: cuando todo pudo irse al traste
Pero no todo fue fácil. La tempestad llegó en otoño, cuando el PSG fue humillado por el Arsenal (0-2) en Londres. La decisión de Luis Enrique de dejar en la banca a Ousmane Dembélé por falta de implicación levantó cejas. Pero no retrocedió. Mostró carácter, autoridad y coherencia. Unos meses después, el “castigado” Dembélé se convertiría en protagonista y potencial Balón de Oro.
Otro episodio crítico ocurrió el 22 de enero, cuando el PSG enfrentaba al City y perdía 0-2 sin soluciones. Pero en lugar de derrumbarse, los jóvenes lideraron una remontada memorable para ganar 4-2. Fue, según medios franceses, “el día en que murió el viejo PSG y nació el nuevo”.
Una final de Champions sin historia
Lo que ocurrió en Múnich fue poesía futbolística. El Inter de Milán, con tres Copas de Europa en su palmarés, fue poco más que un espectador. El 5-0 no solo reflejó la contundencia del PSG, sino su madurez. No se jugó como una final; fue una exhibición.
- 4 goleadores distintos
- 71% de posesión
- 92% de precisión en los pases
- 0 tarjetas amarillas
Estadísticas que hablan más que los titulares.
De la tragedia personal a la gloria deportiva
Uno de los momentos más emotivos fue tras la victoria. Luis Enrique recordó a su hija Xana, fallecida en 2019 por cáncer a los 9 años. Se le vio con una camiseta de la fundación que lleva su nombre y los aficionados desplegaron una pancarta con su rostro y nombre en el Allianz Arena.
“Está en mi corazón todos los días, gane o pierda”, dijo con lágrimas en los ojos.
¿El nacimiento de una dinastía?
Las claves del éxito de este PSG no están en el espectáculo mediático sino en la consistencia deportiva. Con una mezcla de jóvenes talentos, un entrenador con identidad firme y una afición que al fin encuentra razones para creer, la historia del PSG podría estar comenzando ahora, no terminando.
Además, con el antecedente de un triplete (Liga, Copa y Champions), Luis Enrique se une a un selecto grupo de técnicos en lograrlo con más de un club. El paradigma ha cambiado. El futuro de la élite europea puede pasar por París, y no por los cheques, sino por el fútbol.
Frase del año
“No era sobre a quién traíamos, sino a quién dejábamos ir.” – Luis Enrique al final de la temporada.
¿Y ahora qué?
Ahora, el PSG enfrentará una nueva temporada con hambre renovada y sin la presión de cumplir una deuda histórica. Los cuestionados años del “Club de los Galácticos de QSI” son cosa del pasado. Luis Enrique ha traído identidad, propósito y orgullo deportivo. El fútbol, al fin, volvió al Parque de los Príncipes.
En tiempos donde se cree que solo con fichajes estratosféricos se gana, París ha demostrado que la verdadera estrella es el equipo. Gracias, Luis Enrique, por recordárnoslo.